David Ortega Ibáñez
El directivo necesita a su equipo para tener éxito en su gestión y esto no es una opción: es una necesidad imperiosa. ¿Cuál es entonces la mejor estrategia de motivación? Del reconocimiento a la participación, estas son algunas de las claves.
Motivación viene del latín motivare y su raíz es muton. ¿Sabías que esa misma raíz está en palabras como dinamita o terremoto? Eso nos habla del poder transformador de la motivación.
Pero antes de preguntarme cómo puedo como directivo motivar a mis empleados debería preguntarme: ¿Puedo motivar de la misma forma a Antonio, de 24 años, que está incorporándose al mundo laboral después de acabar sus estudios en marketing, que a Manuel, de 62 años, que ya está pensando en la nueva etapa de su vida que se abre por delante?
Parece claro que no. Recientemente en el blog de Desarrollo Directivo compartimos el post sobre ‘Qué es el Liderazgo Situacional de Hersey y Blanchard’. Su fundamento es cómo los líderes deben de adaptar las estrategias de motivación a la situación de cada empleado, teniendo en cuenta su experiencia y desempeño, potencial, etc. Esto se complica cuando pensamos que en la empresa actual hasta varias generaciones van a darse la mano entre los empleados y cada uno con unas necesidades y expectativas diferentes, pero todos necesarios.
¿Cómo afrontamos entonces esta tarea vital del directivo de motivar a sus empleados? Motivación-Compromiso-Productividad van de la mano. Es como un taburete de tres patas. Si se rompe una pata el taburete se cae y el desastre está garantizado.
Una necesidad imperiosa
El directivo necesita a su equipo para tener éxito en su gestión y esto no es una opción. Es una necesidad imperiosa.
Ignacio Álvarez de Mon, en su libro ‘De ti Depende’, dice que una de las tareas más importantes del líder en relación con sus colaboradores es “ayudarles a encontrar motivos”. Porque “cuando estamos motivados, nos conectamos con la vida, a lo que nos apasiona hacer en ella, a nuestro yo más querido y deseado y nadie debería renunciar a esto”.
El problema es que puede haber tantos motivos como empleados y eso conlleva la difícil tarea de conocer bien a cada uno de nuestros colaboradores y cuáles son sus expectativas y lo que les puede motivar.
No existen recetas mágicas, pero lo cierto es que las personas necesitan sentirse apreciadas y valoradas, y por ello reconocer sus esfuerzos se convierte en una pócima con unos efectos trasformadores. Como dice Herzberg, reconocer y diferenciar los elementos higiénicos y motivadores en tu empresa es fundamental y te ayudará en tus propósitos, porque el hecho de que yo no esté insatisfecho no significa que esté motivado, por lo que también debemos estar alertas a estos elementos de insatisfacción.
Desarrollo personal y continuado
Si conseguimos convertir los puestos de trabajo en espacios seguros y agradables que ayuden a tus empleados a cumplir sus metas personales y lograr un desarrollo personal y continuado, estaremos estableciendo unos cimientos sólidos en el objetivo de la motivación.
Sólo de esta manera podremos contar con equipos humanos proactivos, comprometidos e identificados con la organización. De esta forma se podrá garantizar la excelencia en el trabajo y una vocación de mejoría constante. Pero olvídate de alcanzar estos objetivos si tus trabajadores no están lo suficientemente motivados. Por lo tanto, es urgente encontrar las herramientas, recursos y técnicas para lograrlo.
¿Cuál es entonces la mejor estrategia de motivación? Dijimos que no existen recetas mágicas y que no todas las estrategias son efectivas con todos los trabajadores. Partiendo de estas premisas y de que la gran mayoría de las personas no realizan un trabajo únicamente por dinero sino que suelen depositar sus expectativas y deseos en aspectos como el reconocimiento, el respeto, la realización personal, etc. alejaremos de nosotros la falsa creencia de que subir los sueldos es la medida más eficaz para motivar a los empleados, si esta medida no va acompañada de otra serie de acciones que tienen que ver con la seguridad en el trabajo, el reconocimiento personal o el ambiente laboral.
Diversos estudios reconocen una serie de técnicas como muy eficaces para la motivación:
1. Reconocimiento
Se trata del conjunto de técnicas orientadas a garantizar la satisfacción de las personas, tanto en el desempeño de sus funciones como en el logro de sus propias expectativas y abarcan aspectos como:
- Premiar los logros en el trabajo tanto económicamente como a través de reconocimientos e incentivos como viajes, actividades lúdicas, regalos, etc.
- Facilitar la promoción. Los empleados deben estar convencidos de que si se esfuerzan y trabajan con calidad acabarán logrando mejoras y ascensos en la empresa.
A la mayoría de las personas les encantan los retos, pues son una forma de demostrar su valía y de superarse
- Proponer retos. A la mayoría de las personas les encantan los retos, pues son una forma de demostrar su valía y de superarse, sobre todo si van acompañados de algún tipo de recompensa: felicitaciones, ascensos, aumento de sueldo, etc.
- Facilitar y promover la formación constante de los trabajadores supone múltiples ventajas: se consigue una mayor calidad del trabajo, la empresa cuenta con profesionales más capaces y los empleados ven aumentada su autoestima y satisfacción.
2. Búsqueda de la ubicación ideal
No todas las personas somos válidas para todos los trabajos, pero lo que sí es cierto es que todos tenemos un perfil determinado que encaja mucho mejor en unos tareas o puestos que en otros. Si la dirección de una empresa o el departamento de Recursos Humanos es capaz de ubicar a cada empleado en el lugar más acorde con sus capacidades y aptitudes, todos salen ganando: el empleado estará más satisfecho y dará lo mejor de sí, lo que redundará en un mejor funcionamiento de la compañía.
3. Asignación de responsabilidades
La organización es vital para la tranquilidad y motivación laboral del empleado. Todos tienen que saber cuál es su función, objetivos y hasta dónde llega su responsabilidad.
Todos tienen que saber cuál es su función, objetivos y hasta dónde llega su responsabilidad.
4. Promoción de la salud laboral y la prevención de riesgos
Entendido no sólo como aplicación de lo que dice la Ley sobre normativa de seguridad o uso de equipos de protección, sino también como una filosofía dentro de la organización basada en la implicación de todos en la promoción de la salud y el bienestar en cualquier detalle: higiene y comodidad en el puesto de trabajo, medidas antiestrés, etc.
5. Promover la participación
Se debe buscar el consenso en todas las decisiones de la empresa, involucrando intensamente a los empleados mediante reuniones, talleres y todo tipo de dinámicas participativas. El trabajo configura una parte fundamental del proyecto vital de la mayoría de las personas.
Para su realización dedican una gran cantidad de tiempo, esfuerzo, energía y muchas veces también años de estudio y preparación. Por este motivo, los individuos suelen depositar en su experiencia laboral muchas expectativas y deseos: reconocimiento, respeto, realización personal, sentimiento de valía, sentirse útiles, interactuar con los demás.
Es responsabilidad de las empresas no defraudar a sus empleados y emplear todos los esfuerzos y recursos posibles en su bienestar y motivación laboral. En realidad, se trata de una inversión con un retorno positivo para la organización en forma de aumento de la rentabilidad y la productividad.
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