Alejandro Almeida
Los datos son el petróleo del siglo XXI, pero su uso dependerá de las iniciativas legales de los gobiernos. ¿En qué punto nos encontramos y qué impacto tendrán las nuevas normas en el desarrollo de los negocios?
Se estima que este 2022 se generarán más datos que en los cinco años anteriores juntos. Estas evidencias muestran que el desarrollo de una sociedad cada vez más digital trae consigo un mayor número de registros de todo lo que ocurre, los datos. Si bien esto no es nada nuevo, en los últimos años muchos países del mundo han comenzado a preocuparse por los peligros que un uso incorrecto de estos datos puede tener para las sociedades. Desde regulaciones a la protección de datos de los individuos como el RGPD de la Unión Europea, hasta acciones gubernamentales para evitar que los datos traspasen fronteras como las llevadas a cabo por China, Arabia Saudí o India.
Estas acciones limitan el acceso y uso a los datos, lo que tiene un impacto directo en el desarrollo de negocios basados en datos o inteligencia artificial. Un ejemplo muy claro lo encontramos en Apple, una compañía que en su momento decidió no entrar en el negocio de los datos y que en la actualidad limita que se puedan rastrear sus dispositivos de forma muy sencilla, protegiendo la información de sus usuarios. En esta línea, Google, el gigante proveedor de datos (sobre todo para marketing digital), replantea su posición respecto a los datos. Tras las regulaciones que limitan sus servicios, las sanciones recibidas (la última en Francia el 7 de Enero de 2021 con 170 millones de dólares) y los comunicados de las agencias nacionales de protección de datos indicando el incumplimiento de la GDPR, la compañía plantea cambiar su servicio de cookies (registros individuales de actividad en internet) por otro servicio menos intrusivo con el usuario pero, según indican, igual de eficaz (FLoC).
Como cualquier tecnología en su proceso de introducción al mercado, existe un periodo de tiempo donde los reguladores en aras de proteger a la sociedad desarrollan todo tipo de normativas y legislaciones que le permitan controlar su uso. Pero no es oro todo lo que reluce, ya que en términos internacionales las normativas y usos relacionados con los datos difieren tanto que podrían provocar que algunos países más laxos con el uso de los datos acaben convirtiéndose en los paraísos fiscales de los datos, algo así como paraísos analíticos que permitan el desarrollo de negocios basados en datos como la inteligencia artificial.
Parece que el debate y la controversia están servidos. El ejemplo más claro lo encontramos en la Unión Europea, que destina ingentes cantidades de dinero a su Plan Coordinado de Inteligencia Artificial, donde pretende de forma conjunta “garantizar la seguridad y derechos fundamentales de las personas y las empresas, al tiempo que reforzar la adopción, la inversión y la innovación en materia de Inteligencia Artificial en toda la UE”, dos acciones que desde el punto de vista tecnológico son contradictorias.
Resumiendo, el estado actual del uso de los datos en la sociedad se encuentra en un proceso de adaptación y regulación que, en los próximos años (o meses) vivirá su apogeo, momento el que los países, regiones y empresas deberán posicionarse, algo que, sin lugar a duda, marcará el desarrollo tecnológico basado en datos en el largo plazo.
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