Fernando Checa García
El tablero de las redes sociales se agita: Elon Musk compra Twitter y se plantean grandes dudas sobre sus motivos así como por el futuro que tendrá la plataforma.
Twitter ha sido una red social atípica desde el momento de su lanzamiento, allá por 2006. Lo que inicialmente se planteó como un sistema de comunicación interno en una startup y que se abrió al público para que los usuarios pudieran contar al mundo qué estaban haciendo, no ha parado de acaparar titulares desde su creación. Inicialmente por la extrema sencillez y al mismo tiempo lo absurdo que podía parecer que un servicio para narrar en 140 caracteres lo que un usuario hacía pudiera tener éxito.
Posteriormente por la capacidad de atraer a usuarios que preferían una red en la que el anonimato podía mantenerse sin problemas frente a un entorno como Facebook, que exigía un mayor control a las cuentas anónimas.
Más adelante por ser la red social que catapultó a Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, el primer candidato político en utilizarla de forma muy activa. Sin olvidar el uso que su sustituto, Donald Trump, hizo de ella durante su periodo de mandato, terminando con la polémica expulsión de este por infringir los términos de uso de la plataforma.
Ha sido largamente criticada por abundar los mensajes de odio, el insulto fácil e incluso el acoso. Y también ensalzada por permitir que la información viaje a toda velocidad y en tiempo real pueda conocerse qué es lo que ocurre en cualquier parte del mundo; por servir de canal de comunicación ligero que permite compartir desde pensamientos banales a complejos discursos ideológicos. Y, finalmente, esta compleja red cambia de manos y es comprada en su totalidad por el hombre más rico del mundo, Elon Musk.
¿Por qué Musk compra Twitter?
Los motivos que Musk tiene para la adquisición de Twitter son tan intrincados que resultaría complicado establecer uno solo de ellos: ¿es el capricho de un excéntrico multimillonario que, al mismo tiempo, es un usuario muy activo de la red?, ¿se trata de una cruzada personal para devolver la libertad de expresión a un espacio que en los últimos años ha sido criticado por la opacidad de sus decisiones?, ¿es una hábil jugada empresarial que busque una rentabilidad económica que, hasta la fecha, Twitter no ha alcanzado?
La contestación a las tres preguntas puede ofrecer una respuesta positiva. Elon Musk compra la totalidad de Twitter porque quiere y puede hacerlo. Aunque para ello tenga que acudir a préstamos multimillonarios y poner en riesgo una parte de su fortuna, incluyendo las acciones de Tesla, compañía que dirige y que no deja ser una empresa cotizada. Musk no necesitaba comprar la totalidad de Twitter para controlarla. Convirtiéndose en el principal accionista podría poner en marcha los planteamientos que él mismo cita como razones de la compra: incrementar la libertad de expresión, cambiando las reglas de la red, hacer público el algoritmo para que cualquiera pueda saber cómo funciona la plataforma o terminar con las redes de bots. Pero realiza la compra porque no quiere tener que depender de nadie para hacer lo que él desee y, obviamente, porque tiene una inmensa fortuna de la que disponer para comprar aquello que se le antoje.
La segunda parte del artículo se publicará la próxima semana.
Autor: Fernando Checa García, experto en Marketing Digital y Social Media.
- Aula Directiva