Fernando Checa García
La libertad de expresión según Musk se acerca más a los planteamientos del libertarismo extremo que a los conceptos del liberalismo político asociados a este derecho.
Obviamente la libertad de expresión no es un derecho absoluto y, como tal, es regulado por las distintas legislaciones de cada país. El propio empresario ha tenido que matizar su discurso recordando que Twitter deberá adaptarse a las distintas legislaciones, de forma que, en ese sentido, podríamos pensar que Twitter habrá de continuar reforzando su política contra el acoso o la agresividad bajo riesgo de tener que enfrentarse a graves sanciones.
Algo especialmente importante en el ámbito de la Unión Europea, sobre todo con la próxima entrada en vigor de la Directiva de Servicios Digitales (DSA), que exigirá que las plataformas eliminen contenidos dañinos o perjudiciales. Es decir, independientemente de lo que pueda plantearse, Twitter no podrá ser un espacio donde todos los usuarios puedan decir sin ningún tapujo aquello que deseen, aunque vaya en contra de los derechos de otros usuarios.
Las redes de bots
La lucha contra las redes de bots es otro de los argumentos que Musk ha citado como objetivo en su nuevo papel de propietario de la red. Resulta encomiable y sin duda necesario. Otra cuestión será poder llevar adelante dicho trabajo, especialmente en el momento en el que el algoritmo se libere y cualquier usuario con conocimientos técnicos pueda saber cómo opera el mismo. Desde el momento en el que se conozcan las reglas que rigen cómo se muestra la información en la red, indudablemente surgirán posibilidades para intentar forzar dicho conjunto de reglas y obtener un mayor alcance. Recordemos que buena parte de las redes de bots buscan precisamente eso, amplificar un determinado mensaje para que llegue al mayor número de usuarios.
Los ingresos publicitarios en Twitter
Económicamente Twitter no ha alcanzado los beneficios esperados a lo largo de todos sus años de andadura. Si bien muchas compañías utilizan Twitter en su estrategia de comunicación en los medios sociales, la realidad es que las pequeñas y medianas empresas suelen elegir otros entornos considerados más amables, como Facebook, Instagram e, incluso, en los últimos años, TikTok. Los ingresos publicitarios de Twitter tampoco han acabado de suponer la fuerza que se presuponía, posiblemente por tratarse de una plataforma publicitaria más compleja que la de las anteriores redes y por una escasa motivación, de nuevo, por las empresas de menor tamaño para planificar sus acciones de publicidad en esta red. Cabe pensar que a Musk este aspecto no le preocupe, y que incluso continúe en la línea de intentar reforzar Twitter Blue, el servicio de pago que la compañía posee. De este modo el clásico modelo publicitario que ayuda al mantenimiento de las redes cambiaría a un modelo de suscripción. Si bien las incógnitas sobre cómo afectaría a los usuarios son muchas. Especialmente en lo que atañe a si un alto número de ellos no decidiría continuar como hasta ahora o, sencillamente, abandonarla acudiendo a alguna de las alternativas existentes.
Todas estas cuestiones están sin duda en la cabeza del hombre más rico del mundo. Capaz de actuar como un troll, publicando tuits con memes absurdos o sencillamente hirientes y al mismo tiempo de crear espacios de creatividad y negocio donde otros solo veían quimeras. El tiempo sin duda deberá pasar para entender si la compra ha sido una audaz operación que cambie y mejore la forma de comunicarse de millones de personas o tan solo un movimiento arriesgado de un empresario impulsivo.
Autor: Fernando Checa García, experto en Marketing Digital y Social Media.
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