Ana Gugel
El objetivo de cualquier compañía es la de maximizar resultados, pero debe realizarse con un modelo sostenible. Las organizaciones han de alcanzar sus metas minimizando impactos negativos en el planeta y las personas.
Hablar de green controlling es hacerlo del proceso de planificación y gestión empresarial que integra las dimensiones sostenibles con la estrategia global de la compañía. ¿A qué dimensiones nos referimos? Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados en la Agenda 2030 afectan directamente a la Responsabilidad Social Corporativa de las organizaciones, en la que confluyen tres ámbitos: la sostenibilidad económica, la social y también la ambiental.
Estas son las tres dimensiones que deben incorporarse de manera eficiente a la estrategia de las empresas. Es imprescindible que el crecimiento económico se lleve a cabo respetando los recursos naturales, minimizando impactos y disminuyendo la huella ecológica; a la vez que se reducen las desigualdades, sin dejar a nadie atrás.
¿Cómo se consiguen unos objetivos tan ambiciosos? ¿Qué relevancia adquiere la figura del green controller en esa estrategia transformadora? Durante una masterclass en UNIR, Javier Sanz, corporate financial controller con una larga trayectoria en compañías industriales de alimentación y bebidas como Cuétara o Carbonell, analizó estas y otras cuestiones.
Una evolución indispensable
Las empresas deben cambiar su forma de pensar y entender que rentabilidad y sostenibilidad van de la mano con otro tercer actor implicado: la innovación. Un camino iniciado por las grandes compañías y al que las pymes van sumándose.
Sanz considera que “la pandemia ha hecho que las pequeñas y medianas empresas apuesten tanto por la innovación como por la sostenibilidad. La conciencia está creada y es cuestión de tiempo”.
En esa senda, el papel del green controlling adquiere una gran relevancia. Para Sanz, este proceso supone garantizar que la estrategia de sostenibilidad (ambiental, social y económica) se incorpora a los planes de las compañías de una forma correcta y exitosa. “El green controlling debe integrar en la cadena de valor los procesos sostenibles, proporcionar productos y servicios respetuosos con el medio ambiente, minimizar riesgos y maximizar oportunidades sostenibles. Todo ello, aportando un valor a la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las compañías”, explica.
Implementación del green controlling
En la planificación del proceso, Sanz detalla varias fases del green controlling:
- Análisis. Para definir las principales áreas de impacto y establecer los objetivos en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
- Medir y evaluar los objetivos mediante unos KPI (indicadores clave de desempeño) y planes de acción.
- Transformar. Reportar el progreso de las compañías frente a los ODS, tanto a nivel externo como interno.
Estos pasos ayudarán a que su correcta aplicación y a demostrar su beneficio. Como destaca el Pacto Mundial de Naciones Unidas España en su último informe, el compromiso de las empresas españolas en la consecución de los ODS sigue en aumento y entre los más trabajados se encuentran el ODS 13 (acción por el clima), el 8 (trabajo decente y crecimiento económico), el 5 (igualdad de género) y el objetivo 3 (salud y bienestar).
El compromiso de las empresas
En línea con estos objetivos, este experto destaca algunas metas y procesos definidos por grandes empresas.
Sanz menciona el caso de Iberdrola, que se sitúa como la mejor empresa del Ibex en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según el índice OpenODS. La eléctrica ha definido su estrategia con la vista puesta en alcanzar una energía asequible y no contaminante y la acción por el clima. Por eso, establece objetivos concretos como aumentar el porcentaje de la energía renovable, promover la investigación y el desarrollo de tecnologías energéticas no contaminantes o hacer accesible la electricidad para todos.
Para medir el impacto de sus acciones, aporta datos como estos: el 80 % de la capacidad instalada del grupo procede de fuentes libres de emisiones, cuenta con una de las mayores instalaciones eólicas del mundo y ha llevado electricidad a más de ocho millones de personas que carecían de acceso.
Otro ejemplo es el de Telefónica. La multinacional también destaca en el ranking de las empresas del Ibex más comprometidas. Sanz indica que la compañía persigue alcanzar un porcentaje importante de mujeres en puestos directivos y reducir la brecha salarial. Para ello, en sus planes de acción interna determina programas de mentoring y desarrollo o establece un pool de mujeres con alto potencial. Para medir el éxito de sus medidas, valora la presencia de mujeres en el consejo de administración, en el equipo directivo y en la plantilla, así como evalúa sus salarios. Este compromiso se refleja en el Índice Bloomberg de Igualdad de Género, en el que la multinacional mantiene una elevada puntuación (83 sobre 100) por su estrategia de inclusión y diversidad.
En el sector retail, Sanz señala que uno de los objetivos más presentes es el de la gestión de residuos. En este caso menciona a la compañía Día, que establece medidas de prevención, reciclaje y reutilización y también determina formas de recuperación y eliminación de residuos. Para su valoración mide el impacto de sus residuos y los diferencia entre peligrosos (pilas o baterías) y no peligrosos (cartón, madera o materia orgánica).
La figura del green controller
En este proceso que desarrollan las organizaciones, la figura del green controller alcanza un gran valor como gestor y promotor del cambio. Tiene el objetivo de llegar a las distintas áreas de la empresa y hacer comprender la necesidad de una nueva forma de pensar.
Un perfil que ha evolucionado asumiendo un papel cada vez más destacado. Como analiza Sanz, “de ser receptor de datos ha pasado a ser analista e impulsor de mejoras, cambiando la rigidez de los números por la agilidad del análisis. Ya no es un soporte de negocio, se ha convertido en un experto en procesos y una pieza clave en procedimientos transversales. Ha dejado atrás su puesto de controller tradicional para alcanzar un perfil digital capaz de formar parte de nuevos entornos más flexibles”.
Esta evolución exige una serie de habilidades y competencias que Sanz resume en:
- Visión global, para desarrollar los procesos sostenibles de una forma transversal.
- Mentalidad abierta y dinámica.
- Capacidad de adaptarse a los cambios y resiliencia.
- Competencias para ejercer el liderazgo, motivar, gestionar equipos y enfocarse a la mejora continua en el objetivo de alcanzar resultados sostenibles.
Hacia un éxito financiero sostenible
Para Sanz es muy relevante que “como green controller se intente establecer estrategias sostenibles e implementarlas, pero no por quedar bien, sino porque es necesario”.
En su opinión, en algunas compañías se tiene la visión de que la Responsabilidad Social Corporativa es “una manera de mejorar su imagen, pero esto no debe ser así. Las empresas deben comprometerse y gestionar el cambio y creer en él, con iniciativas desde la dirección y desde los propios empleados. Al igual que es necesario que veamos que la sostenibilidad no es solo ambiental”, argumenta.
Las empresas, a través del green controlling, deben ser capaces de garantizar un éxito financiero sostenible. Es un compromiso que las empresas trabajen en esa dirección y cumplan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Esta es la razón de la relevancia que está adquiriendo en las compañías la figura del green controller y por lo que se ha convertido en una interesante oportunidad profesional. Una formación como la que ofrece el Máster en Control de Gestión / Controlling de UNIR te permitirá adquirir las competencias y habilidades para optar a puestos como este.