Kateryna Bondar
La Industria 4.0 pueden cambiar el paradigma del sector industrial. Las empresas deben estudiar sus necesidades y objetivos para evaluar la tecnología que necesitan. Es importante además replantear las políticas educativas: dotar a los jóvenes de competencias técnicas y fomentar el espíritu emprendedor.
España es un país tradicionalmente de servicios y turismo y hasta hace poco también lo era de la construcción. El peso del sector industrial (sin contar la construcción) en España es menor que en otros países de Europa. Supone alrededor el 17% del PIB y emplea a un 14% de la población activa (datos del INE en 2016).
La industria manufacturera es sin embargo especialmente importante: dedica más a I+D+i que el resto de sectores; crea empleos más cualificados y mejor remunerados; es más productiva; multiplica la creación de empleo y disminuye las diferencias salariales.
La Industria 4.0 abarca ámbitos como la robótica, la fabricación aditiva, el análisis del big data, la simulación de entornos productivos complejos, el uso intensivo del internet de las cosas, la realidad aumentada, la nube, la integración de sistemas entre empresas y la ciberseguridad. Algunos de esos campos mejoran también la eficiencia del sector primario y de servicios.
Las empresas han asumido que la revolución de la Industria 4.0 puede ayudarles a ser más competitivas, pero no la han introducido aún en sus planes estratégicos. El estudio España 4.0 realizado por la consultora Roland Berger afirmaba que a finales de 2016 solo un 10% de las industrias y un 15% de las empresas de infraestructuras disponen realmente de una estrategia en el ámbito de la digitalización. En su mayor parte probablemente se trata de multinacionales del sector del automóvil o aeroespacial. Es decir, España no está en la senda adecuada en lo que a Industria 4.0 se refiere.
En Alemania, Adidas ha creado la fábrica inteligente Adidas SpeedFactory, que fabricará 500.000 zapatillas al año con un alto grado de personalización únicamente con robots y diez operarios cualificados. Es un ejemplo de cómo parte de la producción puede volver a producir en el país de origen, aunque no se fabricará de la misma manera puesto que el proceso ahora es la conversión de industrias intensivas en mano de obra en intensivas en capital.
A largo plazo, si las máquinas realizan la mayor parte de la producción, ante la destrucción de empleo habrá que aplicar nuevas medidas que permitan la redistribución de renta para que la economía fluya. De nada sirve fabricar un producto si no hay compradores. Fórmulas de solución para el debate: una renta mínima básica, reducir las jornadas laborales o que los robots coticen a la Seguridad Social.
La Industria 4.0 pueden cambiar el paradigma del sector industrial. Las empresas deben estudiar sus necesidades y objetivos para evaluar la tecnología que necesitan. Es importante además replantear las políticas educativas: dotar a los jóvenes de competencias técnicas y fomentar el espíritu emprendedor.
Kateryna Bondar, profesora de Innovación y Gestión de la Tecnología, MBA e IMBA.
- Máster Ejecutivo en Dirección y Administración de Empresas (EMBA)