Víctor Gil Herrero
¡Cuántas veces pensamos que lo sabemos todo sobre una parte de nuestro trabajo y que poco o nada más podemos hacer para mejorar! Craso error. Una persona que realmente es experta en algo, siente la necesidad de formarse continuamente.
¡Cuántas veces pensamos que lo sabemos todo sobre una parte de nuestro trabajo y que poco o nada más podemos hacer para mejorar!
Craso error. Una persona que realmente es experta en algo, siente la necesidad de formarse continuamente; siempre conoce a expertos que saben más que él, y por eso sabe valorarse en su justa medida. Es consciente de que aún le queda mucho por explorar.
La tendencia a pensar “que lo sé todo” está relacionado con la percepción que cada uno tiene de las propias habilidades. Los psicólogos conocen este sesgo-cognitivo como “Efecto Dunning-Kruger”, así llamado por el nombre de los los especialistas que lo describieron, dos profesores de la Universidad de Cornell (Nueva York).
Es un defecto ‘silencioso’, común en mayor o menor medida a casi todos los empleados y que debe poner en alerta a los jefes para que los menos habilidosos no se crean los mejores. Los alumnos que estudian un MBA son capaces de detectar este fenómeno gracias a asignaturas como Dirección de Personas y Gestión del Talento.
Un ejemplo concreto
Un caso típico podría encontrarse, por ejemplo, en una centralita telefónica de una empresa de comerciales. Su tarea es conseguir clientes de un determinado producto y para ello el jefe les invita a utilizar una técnica de venta que ha sido exitosa hasta la fecha. Varios de los empleados más noveles no consiguen alcanzar la cuota de venta exigida y, ante las preguntas de los jefes, buscan evasivas para explicar ese dato.
Una de las respuestas que más se repite es parecida a esta: “No es culpa mía. Yo lo estoy haciendo bien y no necesito que nadie me explique cómo debo hacerlo. De hecho, creo que soy uno/a de los que mejor domina esta técnica de venta, es de las más sencillas que he utilizado nunca”.
Ante una respuesta así, estamos ante un claro caso del efecto Dunning-Kruger.
¿Por qué no admite que no está capacitado?
Cuando un trabajador carece de conocimientos especializados sobre un determinado tema, también carece de capacidad para reconocer sus errores. Tampoco va a admitir que otro compañero puede llevar a cabo una determinada tarea mejor que él o ella. No es orgullo, simplemente es falta de formación.
Cuando carece de conocimientos sobre un determinado tema, también carece de capacidad para reconocer sus errores. No reconocen sus debilidades y además sobreestiman sus habilidades”
Se trata de empleados que no reconocen sus debilidades y que además sobreestiman sus habilidades porque no conocen lo que otros son capaces de hacer. “Su falta de conocimiento le incapacita para ver sus propios errores”, añade Caroline Forsey, psicóloga y escritora, en Hubspot.
En el otro extremo se encuentran los empleados que son verdaderos expertos en una materia y se menosprecian a sí mismos. Saben tanto que son conscientes de lo que no saben. Paradójico. Además, se quitan mérito al afirmar que lo que hacen ellos es tan sencillo que lo podría hacer cualquiera de sus compañeros.
¿Qué debe hacer el jefe para frenar el efecto Dunning-Kruger?
La mencionada Caroline Forsey propone dos alternativas para evitar la sobreestimación. La primera es “ofrecer recursos al empleado” para que rectifique sus percepciones, para que sea capaz de valorarse en su justa medida y que sea consciente de los conocimientos de los que carece. Así podrá “juzgar con precisión su propio rendimiento”.
Dunning y Kruger demostraron en su estudio (1999), con una serie de ejercicios, que los empleados mejoraban más si sus jefes les daban las herramientas para formarse que si solo les daban consejos para solucionar un determinado problema. Como dice el refrán, “regálale un pez a un hombre y comerá un día. Enséñale a pescar y comerá toda la vida”.
La segunda alternativa que propone la reconocida psicóloga es proporcionar sesiones de retroalimentación a los empleados. En ellas, aprenderán a “aceptar abiertamente los comentarios difíciles de escuchar al reconocer que no siempre son autoevaluadores imparciales”.
Como parte de ello, la empresa también puede ofrecer cursos de aprendizaje el empleado en el puesto de trabajo para capacitarlo. De esta forma, sabrá más sobre una determinada materia, será consciente de que no es tan experto y estará más dispuesto a mejorar.
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