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La privatización de empresas estatales es una de las herramientas que tienen a su alcance los gobiernos para sanear las cuentas de naciones que están en déficit económico.

Cuando las cuentas de un Estado no cuadran, una de las opciones que tienen los gobiernos para sanearlas y reducir su déficit es la privatización de empresas. Sin embargo, antes de tomar esta decisión hay que analizar en profundidad todas sus implicaciones; algo que pueden hacer, por ejemplo, quienes hayan cursado el Grado en ADE online de UNIR.
¿Qué es la privatización de empresas?
El proceso mediante el cual el Estado transfiere la propiedad —o el control de compañías, activos o servicios públicos— al sector privado por medio de una oferta pública es lo que se conoce como privatización de empresas.
Este fenómeno ganó popularidad a partir de la década de 1980, puesto que fue uno de los rasgos característicos de los gobiernos de Margaret Thatcher en Reino Unido, extendiéndose después a otros países. En España, empieza a ser notable después de 1985, en el último año del primer gobierno socialista.
¿Cómo se llevan a cabo las privatizaciones?
No existe una única manera de privatizar una empresa, sino que puede llevarse a cabo de diferentes formas, entre ellas:
- Venta total: el Estado vende la totalidad de la empresa pública a inversores privados.
- Venta parcial: únicamente una parte de la propiedad pública es transferida.
- Concesiones: se cede temporalmente la gestión de un determinado servicio o activo público a una empresa particular.
- Liberalización: el monopolio estatal que pudiese existir en ciertos mercados es eliminado, permitiendo la entrada de competencia.
La privatización de empresas estatales supone que los bienes y servicios que antes se encontraban bajo control estatal, pasan a regirse por las leyes del mercado, lo que puede afectar al acceso y la calidad de servicios esenciales prestados a la población.
Luces y sombras de la privatización de empresas públicas
La privatización de empresas públicas es una herramienta al alcance de los gobiernos que cuenta con dos caras. Por un lado, supone una importante inyección de capital a las arcas públicas, además de la promesa de eficiencia y dinamismo económico. Sin embargo, sus detractores aseguran que implica un detrimento en la calidad de los servicios prestados.
Ventajas de este modelo
Los defensores de la privatización empresarial destacan principalmente las siguientes ventajas:
- Inyección de capital. La privatización supone un refuerzo sustancioso para las arcas públicas, puesto que los gobiernos obtienen ingresos inmediatos que pueden destinar a reducir su deuda.
- Mayor eficiencia. Las empresas privadas buscan la rentabilidad, siendo más productivas.
- Aceleración de la innovación. La competencia existente en el sector privado fomenta la innovación en la empresa.
- Reducción de la carga estatal. El Estado se libera de la gestión directa y los costos asociados a la gestión empresarial, pudiendo enfocarse en su papel regulador.
- Atracción de inversión extranjera. Las privatizaciones pueden ser un imán para inversores internacionales, trayendo, además de capital, conocimientos y tecnología.
Contras y polémicas
Quienes no comulgan con las privatizaciones, por contra, señalan toda esta serie de desventajas:
- Pérdida de control estratégico. Al privatizar sectores clave, los gobiernos pierden el control sobre activos que pueden ser cruciales para la seguridad nacional o el bienestar social.
- Desigualdad en el acceso. La búsqueda de rentabilidad puede conducir a un aumento de precios o a la exclusión de sectores menos rentables.
- Precarización laboral. La optimización de recursos humanos que se suele llevar a cabo en la empresa privada puede traducirse en recortes de personal o empeoramiento de sus condiciones.
- Corrupción. Las privatizaciones pueden ser un caldo de cultivo para prácticas corruptas.
- Pérdida de objetivos sociales. Las empresas públicas a menudo tienen cometidos sociales que pueden menguar en el cambio.
- Monopolios privados. En algunos casos, se pasa de un monopolio público a uno privado, lo que resulta nefasto para los intereses de los consumidores.
La privatización es una herramienta que no tiene por qué ser buena o mala en sí misma, sino que depende de la situación concreta. Puede afectar a distintos tipos de empresa y cada una deberá afrontar el proceso haciendo frente a los desafíos y oportunidades que se le presenten en esa transición al sector privado.
La privatización de empresas estatales en España
Como se ha comentado, la privatización empresarial en España comenzó a ser común en la década de los ochenta, marcando la transición desde un modelo de fuerte intervención estatal hacia una economía más orientada al mercado. Entre las privatizaciones de empresas estatales más destacadas en España encontramos:
La privatización de Telefónica
Fue uno de los casos más emblemáticos en España, ya que Telefónica era símbolo del monopolio estatal en las telecomunicaciones. El proceso comenzó en 1995 y se hizo gradualmente, hasta que en 1999 terminó con la venta total de las acciones que aún poseía el Estado.
La privatización de Telefónica marcó el inicio de una nueva era en el sector de las telecomunicaciones en España, caracterizada por una mayor competencia y un impulso a la innovación tecnológica. No faltó controversia durante el proceso y hubo quienes argumentaron que la privatización podría conducir a un deterioro del servicio y a un aumento en las tarifas. Los defensores de la medida sostuvieron que la apertura al mercado supondría mejoras en la eficiencia y en la oferta de servicios.
Hoy en día, Telefónica vuelve a tener participación del Estado. Concretamente, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), cuenta con un 10 % de sus acciones con la intención de contribuir a la protección de las actividades relacionadas con seguridad y defensa que realiza la compañía.
La privatización de Endesa
Otro caso paradigmático fue la privatización de Endesa, gigante del sector energético español, que se inició en 1988 y terminó en 1998, tras un complejo proceso.
La venta de Endesa se realizó en varias fases, mediante ofertas públicas de venta (OPV) que atrajeron tanto a inversores institucionales como a pequeños ahorradores.
También suscitó debates sobre la pérdida de control estatal en un sector estratégico como el energético, con preocupaciones acerca de cómo esta transición podría afectar a la seguridad del suministro eléctrico y a las políticas energéticas.
Otras privatizaciones relevantes
- Repsol. Su venta al sector privado comenzó en 1989 y se completó en 1997, convirtiéndose en una de las mayores empresas energéticas a nivel mundial.
- Iberia. La aerolínea española arrancó su privatización en 1999 y culminó el proceso en 2001, pudiendo así adaptarse a un mercado aéreo cada vez más competitivo.
- Seat. Aunque técnicamente no fue una privatización directa, la venta de SEAT al grupo Volkswagen en 1986 marcó el fin de la participación estatal en la marca automovilística española.
Cuando una empresa estatal se enfrenta a la privatización es crucial desarrollar un plan de negocio sólido que no solo atraiga a inversores potenciales, sino que también garantice la viabilidad a largo plazo de la compañía en un entorno competitivo.
Para ello, se requiere de profesionales especializados en gestión empresarial, con formaciones como el Doble Grado en ADE y Finanzas online de UNIR, una interesante alternativa para obtener una completa capacitación con la que trabajar tanto en el sector público como en la empresa privada.