Inés González
Para hacer estimaciones a futuro, en el mundo de las finanzas existen determinadas alternativas. En este post nos centraremos en saber qué es y cómo calcular la rentabilidad de una inversión.
Una de las cuestiones más importantes a la hora de elegir un activo donde invertir o un proyecto por el que apostar, es el dinero que prevemos ganar. Intentar adelantarse a los hechos e imaginar ‘escenarios’ no es una tarea sencilla. Por lo general, todo el mundo que invierte en algo espera obtener un retorno de su inversión. En otras palabras, que este supere lo desembolsado previamente.
Para hacer estimaciones a futuro, en el mundo de las finanzas existen determinadas alternativas. En este post nos centraremos en saber qué es y cómo calcular la rentabilidad de una inversión.
Valor de la empresa
El estudio de la rentabilidad es crucial ya que es un concepto ligado a la creación de valor de la empresa. Por tanto, en el caso de los accionistas, va en línea con la generación de beneficios. De hecho, la creación de valor descansa en tres análisis:
- La rentabilidad (término en el que vamos a enfocar el artículo).
- El valor económico añadido (EVA).
- La autofinanciación.
El análisis de la rentabilidad nos permite relacionar lo generado mediante la cuenta de pérdidas y ganancias con lo que se ha precisado. Es decir, los activos y capitales propios necesarios para poder llevar a cabo la actividad empresarial.
Mientras no se lleve a cabo la relación entre el beneficio obtenido con los recursos empleados, tanto económicos como financieros, no se está realizando una auténtica evaluación del negocio.
Definición de rentabilidad
Se puede definir a la rentabilidad, de manera genérica, como la tasa con que la empresa remunera al capital empleado. Es por esto que, en base a los diferentes niveles de beneficios que se usen en el cálculo del ratio, y a los diferentes tipos de capitales o recursos empleados, se den muchas clases de ratios de la rentabilidad empresarial.
En el análisis de la rentabilidad se pueden diferenciar dos grupos de ratios. Por un lado, los que intentan determinar la rentabilidad económica del propio negocio, y por otro, los que intenten establecer la rentabilidad financiera, o lo que es lo mismo, la que obtiene el accionista.
Cuatro variables
Los principales ratios que se analizan resultan de cuatro variables: activos, capitales propios, ventas y beneficios. mediante estas cuatro variables, se obtienen los ratios de la rentabilidad: 1)margen, 2)apalancamiento y 3)rotación.
Por tanto, y en línea con lo anterior, la rentabilidad se descompone en los tres ratios siguientes:
Rentabilidad = Margen x rotación x apalancamiento
Si desglosamos la fórmula del ratio de rentabilidad –en su concepto más amplio- así como las de los ratios que la componen tenemos que:
Donde para aumentar la rentabilidad será preciso:
- Elevar el margen mediante la reducción de gastos.
- Elevar la rotación a través del aumento de los ingresos.
- Elevar el apalancamiento.
Volviendo sobre los ratios más habituales en el análisis de la rentabilidad, nos vamos a centrar en los siguientes indicadores:
ROE Y ROA
ROE (Return on Equity). Rentabilidad financiera. Mide la rentabilidad porcentual obtenida por los accionistas sobre lo que tenían invertido en la empresa al principio del periodo en el que se ha generado.
ROA (Return on Assets). Rentabilidad sobre activo total. Dado que el activo es por definición igual a la suma de neto y pasivo, el ROA será menor o igual que el ROE. Sin embargo, hay una variación en el denominador, en la definición más habitual de este ratio. Se basa en el criterio de que la rentabilidad del activo no puede depender de cómo esté financiado. Bajo ese razonamiento, en el numerador iría la suma del beneficio más el importe gastado en intereses en valor absoluto, ya que los intereses remuneran capitales ajenos.
EBITDA (Beneficio antes de Amortización, Intereses e Impuestos). Corresponde básicamente a la diferencia entre los ingresos y los gastos con salida de efectivo directamente vinculados a la actividad. Es un indicador muy popular porque es la última magnitud común a beneficio contable y flujo de caja (cash flow)
Un ejemplo práctico
A modo de ejemplo señalar que la regla general es que las empresas solo deberían endeudarse si son capaces de obtener del dinero que reciban a crédito una rentabilidad superior a lo que les cobre el banco.
Así, si los intereses son del 3% anual, la empresa no debería endeudarse. Eso, si no va a ser capaz de sacarle a esos recursos un mínimo del 3%, porque si la rentabilidad es inferior, al endeudarse reducirá su beneficio.
En teoría, en dicho escenario, si la empresa no es capaz de conseguir más rentabilidad que el tipo de interés, debería plantearse abandonar su actividad. Asimismo, devolver el dinero a sus accionistas y que éstos lo rentabilicen sin riesgo. Sin embargo, la realidad hace que muchas empresas se endeuden con el fin de seguir vivas. Esperan de este modo tiempos mejores. Así, su recuperación. Si las cosas no mejoran, se produce un ‘efecto bola de nieve’. El aumento de costes financieros que termina acabando con la empresa, que queda abocada a la disolución.
- Estrategia de negocio