John Müller
El empresario e inversor estadounidense quiere que el gigante de la comida rápida garantice un mejor trato a los cerdos.
El tiburón Carl Icahn ha sido considerado el prototipo del capitalista sin corazón. Su propia madre dijo que tenía el espíritu de Genghis Khan. Oliver Stone creó el personaje de Gordon Gekko a partir de él. Su colega Bill Ackman, con el que se disputó el control de Herbalife, dijo que eran un matón que no está acostumbrado a que alguien se le enfrente. Y de pronto, Icahn, ya octogenario, se ha transformado en un activista medioambiental al que le preocupa la suerte de las cerdas preñadas.
La campaña excepcional de Icahn
El multimillonario de Wall Street suele tener en mente sus jugadas financieras cuando agita el accionariado de una empresa que considera que se ha quedado dormida. Ahora, ha anunciado que va a presentar a dos candidatos para la elección dentro del consejo de administración de McDonald’s.
Curiosamente, la compañía de hamburguesas afirma que Icahn solo tiene 200 acciones, cuyo valor se encuentra en unos 50 mil dólares. Esto pone de manifiesto la condición excepcional de la campaña de Icahn. Sin embargo, las empresas deben estar preparadas para acciones inusuales como esta. Los inversionistas activistas están en la búsqueda de estrategias ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por su sigla en inglés), para intentar pillarlas en falta en cuestiones en las que no se trata de maximizar las utilidades.
El año pasado, un nuevo fondo de inversión, Engine No. 1, tuvo éxito en colocar a tres directores en el consejo de administración de ExxonMobil a pesar de poseer apenas 0.02% de la empresa. El fondo alegó que Exxon no había estado a la altura de los imperativos de la lucha contra el cambio climático. Engine No. 1 fue lo suficientemente persuasivo como para conseguir el apoyo de accionistas de ExxonMobil mucho más grandes.
Según un informe reciente del banco de inversión Lazard, las campañas de la agenda con responsabilidad social las comienzan ahora titanes como Third Point, una de las firmas más importantes de asesoría de inversiones de Wall Street, y no solo fondos de impacto social que son poco conocidos.
En McDonald’s, Icahn se alinea con la Humane Society of the United States, que había presentado una propuesta no vinculante de los accionistas exigiendo cambios en la forma como se mantienen a las cerdas preñadas. Según la organización no gubernamental, lleva una década discutiendo el tema con McDonald’s e Icahn. Asegura que la cadena de comida rápida se comprometió en 2012 a poner fin al uso de los llamados puestos de gestación, en los que se aloja a las cerdas durante su embarazo. De hecho, los críticos afirman que estos pueden dañar la salud de los animales.
La nueva arista del capitalismo
Grupos como la Humane Society suelen estar detrás de este tipo de propuestas de los accionistas por motivos éticos. Recientemente, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos endureció las reglas para que el activismo sea más difícil para los pequeños accionistas y dictó una norma que les obliga a revelar sus posiciones antes de lo que estaba previsto. De esta manera, les resulta más difícil construir una posición sólida en el accionariado sin que los demás propietarios sepan de su entrada. La unión de una organización de justicia social con un inversionista ruidoso es una nueva arista del capitalismo.
McDonald’s, por su parte, informó que va a revisar a los candidatos a directores que presenta Icahn, y agregó que sus políticas sobre el trato a los animales son “líderes en la industria”. Los inversionistas con grandes participaciones decidirán quién tiene razón.
Enlace a la noticia de referencia: Caso Icahn-McDonald’s muestra evolución hacia activismo social
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