John Müller
Un informe de la multinacional Nestlé reveló que más del 60% de sus productos no cumplen con estándares para ser considerados saludables. La compañía trabaja para cambiar la situación.
Aunque compañía suiza Nestlé ha declarado que trabaja para cambiar esta situación, el documento demuestra que aún queda mucho por hacer. Salvo los alimentos para bebés, para mascotas, el café y los productos de la división de Ciencias de la Salud, las bebidas de Nestlé, los productos de confitería, los helados y los derivados de sus chocolatinas, están bajo la lupa de los nutricionistas.
En este artículo, una experta destaca que “el cliente de la industria alimentaria no es el cuerpo sino el cerebro” y que los productos de este sector están destinados principalmente a crear una adicción entre los consumidores. “El edulcorante deja un recuerdo en boca de unos tres días, con lo cual el consumidor repite la información que le llega a su cerebro”, afirma Mónica Barreal.
La nutricionista admite que empresas como Nestlé o Maggi nunca se han declarado como saludables ni han afirmado que trabajen por la salud mundial. Además, esta especialista asegura que su penetración en el mercado es tan alta que muy probablemente sus productos no sufran desde el punto de vista reputacional.
La Unión Europea planea instaurar en el etiquetado de los productos a modo de respaldo informativo un semáforo nutricional que funcione como un termómetro sobre la salubridad del mismo. El Ministerio de Consumo español anunció en marzo que espera implantar en España el sistema Nutri-Score a finales de 2021. La primera reacción no ha sido positiva ya que se clasificaba, por ejemplo, al aceite de oliva en peor posición que a otros productos como la Coca-Cola. Una alternativa elogiada por los expertos es el etiquetado adjunto utilizado en Chile en el que simplemente se indica si un producto es “alto en azúcares” o “alto en sodio” o “alto en grasas saturadas”.
La nutricionista afirma que sistemas como el Nutri-Score basados en algoritmos pueden permitir la reconversión de determinados productos que no necesariamente van a ser más saludables. Por ejemplo, si el criterio son los azúcares, la industria puede decidir sustituirlos por edulcorantes y en cinco años quizá más productos cumplan los estándares, pero esa reformulación no significa que se hayan vuelto saludables.
Enlace al artículo de referencia: La cara B del ‘Caso Nestlé’: “Nunca se han autoproclamado como saludables”
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