John Müller
Los chips se están agotando. Esta vieja advertencia se está cumpliendo porque los proveedores se han concentrado demasiado en Asia. Las empresas del resto del mundo sufren.
Una sequía en Taiwán o un virus en China pueden provocar graves problemas para otros fabricantes. La escasez de chips de a un dólar puede ralentizar la producción de un teléfono, pero también de un electrodoméstico o de un automóvil. Varias compañías fabricantes de vehículos han tenido que pausar su producción a la espera de que se restablezcan los aprovisionamientos.
La producción de chips está muy concentrada en China, Taiwán, Corea del Sur y Japón. EEUU, que llegó a fabricar el 37% de los chips del mundo en 1990, ahora no produce más del 10%. Europa también ha pasado a ser una actor secundario (8%).
En el sector existen los pure fabs y los fabless. Los primeros sólo fabrican chips a destajo, pero prefieren concentrarse en los más avanzados, que les dejan un margen mayor. Eso es lo que ha impactado a la industria del automóvil que usa semiconductores de batalla. Los ‘fabless’, en cambio, como Nvidia o Qualcomm, son muy numerosos pero no fabrican, sólo diseñan procesadores y los externalizan.
La falta de chips ha puesto de manifiesto su importancia estratégica. El presidente Joe Biden ha anunciado una inyección de 50.000 millones de dólares para fomentar este sector y depender en la menor medida posible de terceros actores.
Pekín ha pensado lo mismo y ya puso en marcha un ambicioso plan llamado Made in China 2025. Con esta hoja de ruta pretende que el 70% de estas piezas que se utilicen en el país para ese año tendrá que tener origen nacional.
Europa es un actor secundario, pero en Holanda está la empresa más importante del mundo que fabrica las máquinas que se necesitan para producir semiconductores: ASML es la única que produce los equipos con litografía ultravioleta extrema, indispensables para crear chips de cinco nanómetros.
Enlace a la noticia de referencia: Semiconductores, la crisis que ha roto las costuras industriales y nadie sabe cómo arreglar
- Aula Directiva