John Müller
La ruina de la firma británica Greensill Capital pone en entredicho unos vehículos de financiación que han desatado la ira de los reguladores y las agencias de calificación.
Greensill Capital se ha declarado insolvente, provocando una serie de problemas financieros en diversas entidades, y esto ha puesto bajo la lupa el llamado ‘factoring’ inverso, que era el negocio al que se dedicaba esta empresa fundada por Lex Greensill, un ex banquero de negocios australiano de 44 años. La empresa intervenía en la llamada cadena de suministro financiero de la siguiente forma: pagaba rápidamente a los proveedores las facturas pendientes de una empresa y después las recaudaba, cobrando una pequeña comisión en ambos extremos de la cadena. No se trata de un negocio nuevo, porque la banca ha estado financiando pagos durante años, pero debido a una serie de cambio regulatorios, estas operaciones han perdido interés. Ahí ha surgido un nicho para empresas como Greensill.
El problema se ha originado a la hora de contabilizar esas facturas que en el fondo eran deuda bancaria. Greensill usaba un banco en Alemania para ejecutar la financiación. Pero las empresas apuntaban como deuda comercial o como deuda a pagar lo que en realidad era deuda con un banco. Los auditores llevaban tiempo pidiendo a las autoridades que se aclarara el concepto.
El problema creció por dos vías. Una, porque hubo fondos que invirtieron en este tipo de deuda. Y dos, porque la presencia de estas operaciones se convirtió en una pista que delataba a empresas con problemas de liquidez y solvencia, lo que atraía a los bajistas como la miel a las abejas.
Al final, el hundimiento de Greensill se produjo cuando Credit Suisse congeló fondos que tenían 10.000 millones de dólares invertidos en financiación de Greensill. Algunos ayuntamientos alemanes también habían comprado títulos de estas deudas.
El artículo completo de referencia en el siguiente enlace: Qué es y cómo funciona la cadena de suministro financiero
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