John Müller
John Paul MacDuffie, director del Programa sobre Innovación en Vehículos y Movilidad de Wharton, analiza cómo será el futuro del automóvil, con dos supuestos rivales a bordo del vehículo.
Todos nos imaginamos que, como el vehículo del futuro tendrá características eléctricas, de autonomía y de movilidad conectadas en red, las empresas de tecnología acaben por dominar la industria automotriz del futuro, pero no necesariamente va a ser así.
Para empezar, MacDuffie advierte que las empresas de tecnología no están pensadas de manera natural para asociarse con empresas del sector del automóvil. Hay factores culturales y organizacionales. “Apple está acostumbrada al control total y a un modelo de fabricación por contrato en el que diseñan en California y construyen en China”, advierte el profesor. “No creo que ese modelo se vaya a replicar para el espacio automotriz”.
Sin embargo, muchos creadores de empresas de tecnología pensaban en el automóvil como un territorio de expansión natural. Así lo veía Steve Jobs en Apple o Jony Ive, el ex director de diseño de la compañía.
Otro imponderable para las empresas de tecnología que aspiran a ser fabricantes de automóviles tiene que ver con la gran complejidad de diseñar vehículos que cumplan todas las regulaciones legales que existen a su alrededor. Ya no se trata de satisfacer a los clientes, sino de hacer productos que cumplan con estándares de seguridad, emisiones y calidad muy estrictos. Además, los vehículos son objetos pesados que se mueven rápido y que al operar en el espacio público pueden ser peligrosos y dañar a las personas. Hay consecuencias legales que son desconocidas para las empresas tecnológicas.
La industria automotriz ha aprendido a lidiar con esas regulaciones y eso le da una capacidad que las tecnológicas no tienen.
“Algunas de las preocupaciones de privacidad a las que enfrentan las grandes empresas de tecnología ciertamente se aplican al mundo de los vehículos”, explica MacDuffie. Por ejemplo, la piratería cibernética o la privacidad de los datos personales. Pero hay otras complejidades que tienen que ver con la fabricación en masa y que pueden resultar problemáticas para unas empresas acostumbradas a diseñar y subcontratar el resto del proceso.
“Tesla demuestra en parte que hay que dominar mucho de lo que las empresas automotrices siempre han controlado para poder hacerlo uno mismo”, dice MacDuffie. Elon Musk reconocía: “Los prototipos son fáciles y divertidos, y luego alcanzar la producción en volumen con un producto fiable a un precio asequible es terriblemente difícil. Nuestra producción es un infierno”.
La industria del automóvil es una industria muy competitiva, con márgenes bajos. Las empresas de tecnología están acostumbradas a márgenes mucho más altos.
Por esta razón, es probable que las empresas de tecnología prefieran apoderarse de otros ámbitos, como lo que ocurra dentro del coche. Los expertos creen que los ocupantes del vehículo consumirán cada vez más servicios, y empresas como Google o Apple quizá prefieran centrarse en atender esa demanda.
Enlace al artículo de referencia ¿Quién determinará el futuro del coche: la industria tecnológica o la del automóvil?
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