Joaquín Juan Torres Lacambra
Nuestra marca personal debe ser la herramienta para poder hacer frente a los nuevos retos empresariales como el que representa el teletrabajo. Are you ready?
El teletrabajo ha llegado para quedarse. Como en todos los modelos de organización corporativa existen pros y contras en sus consecuencias en el día a día de la empresa. No pretendo zanjar la discusión, sino explicar mi punto de vista en base a mi experiencia profesional.
El día que se decretó el confinamiento en España por el COVID en 2020, en el departamento Financial Operations de SEAT, las 44 personas que lo formábamos iniciamos nuestro trabajo desde casa sin ningún problema. Disponíamos de los medios técnicos adecuados, porque habíamos renovado todos los ordenadores del departamento por portátiles y el último había llegado la semana anterior; teníamos una pequeña experiencia por haber participado en una prueba piloto de la compañía para evaluar esta nueva forma de trabajar y nuestra cultura de orientación al cliente nos permitía disponer de una automotivación y autodisciplina suficientes para realizar nuestras tareas en un escenario diferente, pero sabiendo que éramos claves al gestionar todas las relaciones económicas con nuestros clientes y proveedores. La satisfacción de todo el equipo con los resultados fue una subida de adrenalina por el trabajo realizado y los resultados obtenidos.
Esta nueva forma de organización empresarial está relacionada con los avances tecnológicos, que hoy nos facilitan el teletrabajo, la estructura económica de la empresa que es consecuencia de su estrategia y la cultura de trabajo existente, que se basa en cómo mide los objetivos y la confianza que le merece el trabajador.
La estrategia de la empresa define el modelo de negocio
Cada plan requiere una estructura y cada área de la compañía tiene sus particularidades que la hacen única en sus formas de alcanzar los objetivos. Todo lo anterior me lleva a pensar que no podemos generalizar el teletrabajo en toda la empresa sin evaluar los matices de tecnología, estructura y cultura de cada área funcional. Evidentemente buscamos la eficiencia, que se suele medir en una relación de coste/beneficio basada en los recursos y capacidades de los que se dispone.
Tanto la empresa como los trabajadores buscan esa eficiencia a través del ahorro en instalaciones inmobiliarias, mobiliario, costes de servicios, etc. y las personas desean ahorrar tiempo y dinero en los desplazamientos, flexibilidad en su vida laboral, familia, amistades, ocio… En fin, que todos intentan optimizar sus recursos a la vez que alcanzar los objetivos empresariales.
Las personas somos la clave en este proceso
La tecnología puede ser la misma y la organización también, pero las personas ¡somos todas diferentes! Son nuestras habilidades las que hacen posible desarrollar las actividades necesarias para alcanzar los objetivos y en el caso del teletrabajo es necesario, a nivel personal, disponer de una autodisciplina y automotivación ejemplares para poder cumplir con nuestros objetivos. Este es el punto débil que yo veo a esta nueva forma de organización. No todos los trabajadores están preparados para trabajar alejados de la oficina. Un comercial es obvio que suele tener una predisposición mayor a este tipo de trabajo que un administrativo, pero un investigador necesita del intercambio de ideas para desarrollar su trabajo y para ello es necesario compartir sus experiencias e interrelaciones en la oficina. Es difícil debatir ideas a distancia.
Hay que evitar maximalismos. Yo defiendo el teletrabajo, pero analizando cada caso en concreto, pues existen aspectos a valorar que lo hacen diferente en su planteamiento e implantación dependiendo de los objetivos empresariales y habilidades de las personas que deben alcanzarlos.
¡Qué importante es la continua actualización de nuestros conocimientos y habilidades para enfrentarnos a los nuevos retos empresariales!
Artículo escrito por Dr. Joaquín Juan Torres Lacambra, experto en gestión empresarial.
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