Pedro Fuentes Rueda
El profesor Pedro Fuentes explica algunas técnicas para evitar la procrastinación, un mal hábito que nos afecta a todos, incluidos los guionistas a la hora de escribir.
El comienzo de un nuevo año siempre se acompaña de un mantra: este año sí, lo consigo. ¿Quién no ha decidido apuntarse a un gimnasio en enero?, ¿aprender un idioma?, ¿comenzar una dieta?, ¿escribir por fin ese guion que tanto tiempo lleva bullendo en nuestro interior?
Esta sensación de que los días pasan y no los aprovechamos, de que las tareas más importantes se van acumulando una tras otra, tiene incluso una palabra que la define: procrastinación. Así que, si alguna vez has sentido esta sensación, debes saber que no estás solo. Es tan connatural con el ser humano que incluso hemos necesitado definirla.
La procrastinación en los guionistas
La procrastinación es habitual en todas las áreas de acción del ser humano, pero en las creativas es más común aún. Esto lo saben bien los alumnos del Máster de guion audiovisual de UNIR. Escribir un guion es sinónimo de trabajo a solas, generalmente en el propio domicilio y delante de un ordenador, el mejor caldo de cultivo que existe para perder el tiempo.
Spike Jonze describe perfectamente en Adaptation lo que supone el dolor de escribir, la dificultad de enfrentarse a la página en blanco. Hay tantas distracciones mucho más apetecibles que afrontar aquello que tenemos que hacer: internet con todo lo que nos ofrece, las redes sociales que se actualizan constantemente, los videojuegos que nos enganchan o las miles de notificaciones en forma de mensajes que nos llegan continuamente y que captan nuestra atención. Nuestro cerebro busca constantemente estrategias de aplazamiento que nos alejen de aquello que nos cuesta.
Además, los guionistas tenemos problemas concretos y específicos. No me estoy refiriendo a la nevera, estoy hablando de la documentación. Estás escribiendo, pongamos por caso, una escena que transcurre a finales de los años 50 del siglo XX y, claro, necesitas saber qué sucedió exactamente en esa época.
Entras en internet a investigar. Tres horas más tarde te encuentras a ti mismo enredado en una búsqueda paralela sobre los problemas de ingeniería del Sputnik, que fue lanzado en esos años. Y lo peor de todo es que en ese momento te parece absolutamente fundamental, por mucho que tu relato no tenga nada que ver con ello.
5 herramientas para dejar de procrastinar
Pero dejemos de procrastinar, porque este post no va de la carrera espacial, sino de estrategias que funcionan para vencer este mal. Aquí van algunas. No están todas las que son, pero sí son todas las que están.
- – Divide la tarea
Una de las principales causas del aplazamiento es la sensación de que lo que tenemos que hacer es muy grande e inabarcable, que nos va a costar mucho afrontarlo. Para solucionar este problema es fundamental dividir lo que tenemos que hacer en tareas pequeñas, en objetivos alcanzables.
Si, por ejemplo, tengo que escribir la escaleta de toda una película, vayamos por partes. Proponte como tarea del día escaletar solo el arranque, las diez primeras escenas, por ejemplo. Llevarlo a cabo proporciona una sensación de avance que ayuda mucho para seguir adelante.
- – Olvida el perfeccionismo
La presión por escribir una gran obra audiovisual nos lleva directamente al bloqueo, esto es así. Y además, es uno de los mayores errores que podemos cometer. El objetivo no es que cada uno de los documentos que escribamos sea genial, una muestra de lo brillantes que somos. Nuestro trabajo consiste, en la mayoría de las ocasiones, en una sucesión de prueba – error. Por ello es fundamental que escribamos sin pensar en la calidad de lo que estamos haciendo.
Las fases de trabajo del trabajo creativo deben ser estas: primero escribir aquello que bulle dentro, sin pensar en si es bueno o malo. Y una vez que tenemos el material, aplicar el juicio con rigor y sin paliativos, corregir y rescribir, pero nunca antes, nunca durante el proceso de creación.
Si mientras estamos creando nos paramos a juzgar lo que hacemos, nunca llegaremos a ninguna parte.
- – Organiza tu tiempo
Es fundamental que confeccionemos un listado claro de las tareas que tenemos que llevar a cabo y las distribuyamos en una categoría de prioridades e importancia. Una vez realizado esto, podemos decidir qué hacemos en cada momento del día.
También es importante que decidas en qué horario trabajas con mayor concentración y que reserves ese tiempo para llevar a cabo las tareas más importantes. Las tareas rutinarias o que no necesitan un gran esfuerzo mental se pueden realizar en otros momentos.
- – Busca la motivación
Es cierto, a veces tenemos que llevar a cabo labores que nos aburren o que requieren solo pensar y no actuar y eso cuesta. Ya lo dijo el matemático Blaise Pascal: “Todos los problemas de la humanidad proceden de la incapacidad del ser humano para estar sentado en una habitación sin hacer nada”.
Así pues, una buena estrategia es la de obligarse a estar concentrados en la tarea por periodos que pueden ser muy cortos al principio. Podemos comenzar con espacios de solo diez minutos e ir ampliándolos a medida que vayamos entrenando. Para ello también es importante que evitemos las distracciones y, como internet es seguramente la mayor fuente de procrastinación que existe, he aquí una página que te desconecta de la red por el tiempo que desees: Freedom.
- – Permítete un premio
Y si todas estas estrategias funcionan y por fin has conseguido acabar el trabajo a tiempo, sin presiones, de forma ordenada y satisfactoria, entonces sí, concédete un premio. Te lo has ganado. Además, esa recompensa será un aliciente para que en la siguiente tarea también persistas con las estrategias y entrenes estas habilidades.
Piensa siempre que lo que estás haciendo es un entrenamiento de los mas duros que hay, estás obligando a tu mente a trabajar en tu propio beneficio, no en tu contra. No hay nada más duro que eso, pero si lo consigues, no existe mejor recompensa.