Lucía Tello Díaz
La noche americana, una de las mejores metaficciones fílmicas en la que el cine se convierte en herramienta al servicio de la grabación y, al mismo tiempo, en protagonista.
“El rodaje de una película puede compararse con un trayecto en diligencia por el Oeste. Al principio todos esperan hacer un viaje estupendo, pero pronto empiezan a preguntarse si llegarán algún día a su destino”.
Así se define un rodaje en La noche americana, una de las mejores metaficciones fílmicas en la que el cine se convierte en herramienta al servicio de la grabación y, al mismo tiempo, en protagonista. Dirigida por François Truffaut, La nuit américaine es la sublimación de todas las tensiones y experiencias del cineasta, compuestas en un guion sin fracturas que ilustra su actividad profesional desde su interior y sin filtros.
Para ello, Truffaut escribe el libreto en compañía de dos de sus guionistas habituales, Jean-Louis Richard, con quien trabajó en La piel suave (1964), Fahrenheit 451 (1966) y La novia vestía de negro (1968); y, sobre todo, con Suzanne Schiffman, la guionista que firmó Fahrenheit 451 (1966), Diario íntimo de Adela H. (1975), La piel dura (1976), El amante del amor (1977), El amor en fuga (1979), El último metro (1980), La mujer de al lado (1981) o Vivamente el domingo (1983), entre otros. Tres guionistas, por tanto, que conocen bien los resortes de la profesión y que poseen una intimidad forjada por metros de celuloide, unidos en la ardua tarea de sacar adelante una película metalingüística.
La dimensión técnica del cine
“Así, lentamente, síganme; despacio, ¡despacio! Muy bien, señores; muy bien. Ahora está saliendo más conjuntado”. Así comienza La noche americana, este retrato frenético de lo que supone iniciar un rodaje con la certeza de que algo, cualquier elemento, se puede malograr. Ninguna otra película de Truffaut había hecho mayor énfasis en la dimensión técnica del cine, con una precisión milimétrica en la representación de aspectos en los que rara vez recala la audiencia. Por ejemplo:
-La necesidad de seguir concienzudamente el plan de trabajo
-La elaboración de la orden de rodaje
-La contratación de los seguros
-Los imprevistos con los actores
-La disposición en la grabación de las secuencias técnicas… etc
Estos son algunos de los aspectos que, con solo visionar la película, pueden llegar a hacerse tangibles para el espectador. La forma de llevarlo todo a buen puerto sin morir en el intento será el tributo que Truffaut le haga al cine, encarnándose en su alter ego Ferrand para enseñar de primera mano lo que es la profesión cinematográfica.
Un sordo al que le hacían muchas preguntas
“¿Qué es un director de cine? Un director es una persona a la que constantemente están haciéndole preguntas”, dice Ferrand a lo largo del metraje, a pesar de que él mismo, con motivo de un accidente en Artillería, quedara sordo y deba llevar un audífono. No deja de ser metafórico el hecho de que el director, quien debe estar atento a todo, figure en el filme de Truffaut como un personaje privado de audición.
Para superar sus constantes pesadillas, las presiones del equipo y el inagotable surgimiento de imprevistos, Ferrand se entretendrá leyendo libros sobre Buñuel, Dreyer o Lubitsch, y también sobre Bergman, Godard, Hitchcock, Rosselini, Hawks y Bresson. Nunca es tarde, recalca Truffaut, para aprender de los maestros.
Conforme avanza la trama, la audiencia se percata de que el glamour que se le presume al cine es solo la fachada de un potente trabajo en equipo, un engranaje en el que todo debe salir bien, a pesar de que casi todo funcione mal.
Finalmente, como es de esperar, la improbable película que ruedan, Os presento a Pamela, sale según lo previsto. Para ello se han entregado en conciencia equipo técnico y artístico en un nivel muy humano. Porque si algo rezuma esta cinta es, por encima de todo, amor hacia las personas que integran el cine y por el cine en sí mismo. Solo así se podría entender una dedicatoria como la de La noche americana, ofrendada a Lilian y Dorothy Gish, las actrices legendarias de la etapa silente.
¿Cómo se hace un rodaje?
Por eso ayer, cuando explicaba a mis alumnos del Máster en Guion online de UNIR en qué consiste un rodaje, inmediatamente pensé en La noche americana. Porque… ¿cómo es posible hacer que se comprenda, sin haber presenciado ninguna, en qué consiste una grabación?; ¿cómo explicar el estrés, la energía, la coordinación y los lazos profesionales y humanos que vertebran un equipo de cine sin haberlo vivido?
Script, regidor, operador, jefe de producción, foquistas o eléctricos son todos nombres esotéricos para quien no se ha acercado jamás a un rodaje. Por ello, ¿por qué no utilizar una cinta para entender, precisamente, cómo se rueda una película? ¿Por qué no emplear las enseñanzas de quien sabe lo que hace para que otras aprendan cómo hacerlo?
Si ver cine fue la manera en la que François Truffaut aprendió a hacer películas, ver la filmografía del director galo es la mejor forma de aprender a hacer buen cine.