UNIR Revista
Como cualquier profesional independiente, un traductor marca sus tarifas de manera individualizada según la complejidad del encargo, la urgencia, la especialización o el uso de tecnología requerida.
Ofrecer servicios cualificados de forma independiente a través de Internet es una opción cada vez más popular entre profesionales como los traductores, que se encuentran entre las profesiones más demandadas para trabajar como freelancer. Editoriales, empresas de publicidad, corporaciones internacionales, organismos públicos, productoras audiovisuales y un largo etcétera de diferentes instituciones necesitan contratar traductores en algún momento. Por eso es habitual que surja la duda de cuánto cobra un traductor.
De un tiempo a esta parte, existe la creencia de que los traductores no pueden hablar de tarifas cuando lo que está prohibido es pactar precios. Es decir, el hecho sancionable es publicar tablas de tarifas recomendadas que puedan distorsionar la libre competencia en el mercado. Eso fue lo que hicieron algunas asociaciones profesionales que fueron sancionadas con multas cuantiosas por publicar tarifas recomendadas para el sector.
Por lo tanto, establecer un precio único para el trabajo que realiza un traductor o una agencia dedicada a traducir no es habitual, porque cada uno suele establecer sus propias tarifas para cada combinación de idiomas. Aun así, existen más factores que influyen en el precio final de un trabajo de traducción, como el área de especialización del texto, la urgencia de la entrega, el par de lenguas, el tipo de archivo en el que se entrega el texto original o si se necesita una traducción jurada.
En muchas ocasiones, determinar las tarifas que deben facturarse por un trabajo de traducción no resulta fácil porque los propios profesionales no tienen claro cuánto deben cobrar para que la tarea sea rentable. Organismos como la Asociación Española de Traductores, Correctores e Intérpretes (Asetrad) ofrecen en su página web herramientas con las que llevar a cabo ese cálculo, como CalPro, que permite hallar la tarifa adecuada en función de los gastos y de la productividad.
En el Grado en Traducción e Interpretación online de UNIR se aprende a crear presupuestos, calcular costes, emitir facturas y otras actividades vinculadas con las tareas más prosaicas pero fundamentales del día a día de un traductor o intérprete autónomo. Además, hay una asignatura optativa de Marketing y fiscalidad donde se prepara al estudiante para que monte su propia empresa unipersonal al egresar.
Por su parte, los profesionales de la traducción que llevan a cabo sus funciones dentro de una compañía como trabajadores por cuenta ajena perciben un sueldo medio en España de 2.179 € brutos mensuales, según indica el portal Glassdoor. Como en cualquier otro empleo, el salario se fijará en función de la experiencia aportada, la empresa contratante y la especialización.
Formas de facturar una traducción
Los traductores que trabajan por cuenta propia tienen a su disposición varias formas de establecer sus tarifas:
Precio por palabra
Es la forma más común de facturar para los traductores. Por lo general, cada profesional establece sus tarifas por palabra para cada combinación de idiomas y área de especialidad. Las combinaciones menos frecuentes son más caras, por lo que, por ejemplo, una traducción del coreano al español será más costosa que una del inglés al español.
Para hacer el cálculo mediante esta fórmula será preciso conocer la tarifa de la combinación de idiomas, multiplicarla por el número de palabras del texto original y aplicarle el IVA.
Tarifa por caracteres
Se aplica la misma fórmula que para la facturación por palabra, pero se establece una tarifa por caracteres. Este sistema es más habitual para las labores de revisión y corrección, no tanto para las traducciones.
Tarifa por horas
Este tipo de tarificación suele aplicarse cuando la traducción requiere un esfuerzo creativo importante, como sucede en la transcreación: la traducción de publicidad. También puede aplicarse cuando además de la traducción se incorporan otras tareas de valor añadido, como la corrección del propio original, por ejemplo.
Es conveniente establecer una tarifa mínima, porque hay textos muy cortitos de traducir, pero que requieren igualmente la formación para hacerlo y las tareas propias de cada encargo (presupuestación, facturación, etc.).
Las tarifas para trabajos de traducción en este tipo de tarificación pueden ir desde los 15 hasta los 45 euros por hora.
Traducciones juradas
Se trata de traducciones con tarifas especiales porque deben ser realizadas por traductores jurados, un tipo de profesional habilitado por el Ministerio de Asuntos Exteriores tras haber superado un examen oficial de traducción. Este título acredita que la traducción tendrá un carácter oficial reconocido desde la administración pública.
Algunos profesionales establecen el precio mínimo de la traducción jurada en 60 euros por cada hoja del documento para documentos de una o dos páginas, pero las tarifas varían mucho dependiendo del idioma al que o desde el que se desee traducir.
Traducciones urgentes
Un traductor profesional puede tardar 24 horas en traducir 2.500 palabras, por lo tanto, cuando le exigen un determinado plazo de entrega que requiera hacer horas extras o trabajar el fin de semana, es posible aplicar un recargo de urgencia. Este recargo puede ir desde el 30 % hasta lo que el traductor considere adecuado.
Actividades de valor añadido que se pueden facturar
Cuando el traductor recibe el texto original en un formato que no es el habitual para su trabajo y que implica dedicar más tiempo a esa traducción, es normal aplicar un recargo. También es común facturar un coste extra si el texto original está mal redactado, es poco legible o requiere de continuas correcciones.
Si el cliente realiza modificaciones constantes en el documento original mientras el traductor está llevando a cabo su trabajo, también es frecuente cobrar más.
Además, hay labores de maquetación, edición de imágenes, etc., que también son facturables.