Román Rodríguez Curbelo
Los directores son grandes desconocidos para el público. Elena Menor, coordinadora académica del Máster en Dirección de Orquesta de UNIR, reivindica una mayor divulgación de las funciones de esta figura, como coordinar ese trabajo en equipo que en el fondo siempre es la música y la correcta preparación de los conciertos.
La labor de estos profesionales es, en muchos casos, poco agradecida y casi resulta desconocida, pero de ella depende en gran medida que un concierto sea memorable. La docente en el Máster en Dirección de Orquesta de UNIR considera interesante que se divulgue más y mejor todo lo que supone dirigir una orquesta, porque así el público entendería mucho mejor lo que pasa sobre un escenario y valoraría todavía más el espectáculo del que ha disfrutado.
Responsabilidad y cooperación
La responsabilidad de un director es mayúscula. Muchas veces se oye tras los conciertos que una orquesta “ha sonado mal”, o que no ha tocado acorde al potencial de sus músicos. Un grupo musical mal dirigido tiene como consecuencia un mal resultado, es decir, un concierto olvidable, hasta desagradable.
Pero no todas las orquestas funcionan del mismo modo, ni a todas se les puede exigir el mismo resultado. El cometido del director radica precisamente en ser consciente de esa herramienta musical que tiene entre manos para sacar lo mejor de ella. Es su mayor deber y el argumento esencial para posteriormente evaluar si está bien o mal dirigida.
“Una de las materias que trabajamos en este máster es precisamente esa: las aptitudes que debe tener todo director para sacar lo mejor del equipo que tiene a su cargo. Enseñamos a nuestros alumnos a autoanalizarse y a conocerse, a desarrollar dotes de liderazgo para que el desempeño de su trabajo en la dirección sea lo más fructífero posible”, explica Elena Menor. Para ella, en cualquier caso, resulta injusto atribuir toda la responsabilidad a esta figura.
Porque una orquesta es la máxima expresión de un trabajo en equipo, y el esfuerzo de un director debe partir de esa premisa. Cada instrumento es un mundo muy complejo, repleto de matices y posibles sonidos. Cada uno de ellos toca además partituras diferentes, y cada intérprete toca con su particular método y estilo. Pero cuando comienza la música, el público recibe un todo armónico y emocionante. Un director busca eso: un conjunto que suene compacto, un único instrumento colectivo en el que todos vayan a una.
Esa sensación de unidad es quizá el objetivo más difícil. Y solo se consigue tras un trabajo fino y detallista durante los ensayos previos, ahí cuando la labor de liderazgo es más importante que nunca. A lo largo de estas largas sesiones, llenas de frecuentes interrupciones y eternas repeticiones, se construye la complicidad entre artistas y la voz propia colectiva que salvarán los imprevistos que puedan suceder sobre el escenario.
Dotes para la dirección
Porque esas cosas pasan. Cuando se sube al escenario está todo ensayado al milímetro y la improvisación no existe. Pero en espectáculos en directo pueden surgir multitud de dificultades. Debe entonces el director mostrar frialdad y cintura suficientes como para reaccionar a tiempo y solventar el problema al momento.
El director es en esas situaciones una especie de capitán de barco. Es además la cabeza visible de la organización, el máximo responsable de ese gran equipo de personas, que incluye no solo a los músicos, sino también a todos los profesionales que intervienen en los eventos musicales, como los técnicos.
Por eso deben poseer grandes conocimientos del sector, más allá de los puramente artísticos, y una vasta cultura que le permita abordar e interpretar con garantías el tipo de obra que afronta. “Es importantísimo que conozca las distintas corrientes artísticas (no sólo musicales), y que sepa situar a las obras y a sus autores en su contexto histórico”, añade Elena Menor.
Lo ideal es que tenga muy clara la versión que quiere de la obra a través de los intérpretes, y el tipo de sonido que quiere obtener del conjunto. Esto no significa, en cualquier caso, cercenar la aportación profesional de cada instrumentista o cantante, porque volvemos a la idea principal: la música orquestal es, ante todo, un trabajo en equipo.
Todas las personas cumplen un papel importante en el proceso creativo. También, por lo tanto, los propios músicos: en base a las particulares formas de trabajar, cada intérprete puede aportar su visión artística, y el director, como buen líder, debe ser capaz de absorber esas distintas formas y engrandecerlas, es decir, motivar y sacar la mejor versión de quienes dirige.
Audiovisual y mujeres
Al final, todo se hace por y para el público. Una audiencia que, además, cambia poco a poco con el devenir de los años y del espíritu de la época. Ahora la música clásica se disfruta, sobre todo, a través del enorme poder audiovisual. Las composiciones para películas, series, videojuegos o publicidad llegan con mayor facilidad que las creadas para su ejecución en auditorios.
“Tanto es así, que en las universidades de los Estados Unidos han empezado a cambiar el nombre de las titulaciones y los departamentos: antes se llamaban film scoring y ahora se denominan screen scoring”, asegura la docente de UNIR.John Williams, Hans Zimmer, Ennio Morricone, Maurice Jarre… El cine (lo audiovisual, en general) está repleto de grandísimos compositores que no solo han desarrollado las técnicas compositivas a lo largo de décadas, sino que han creado escuela.
Un director de orquesta debe sacar la mejor versión de sus músicos
Hemos hablado hasta ahora de compositores o de directores, pero ¿qué ocurre con las directoras? ¿Están ahí?
Sucede en esta dirección como en la gran mayoría de trabajos: prejuicios y techos de cristal. Todavía hay agrupaciones que no consiguen superar los convencionalismos y resultan estrechas de miras. Pero es obvio que no hay diferencias entre hombres y mujeres en torno a la capacidad de dirigir, y poco a poco ellas encabezan más orquestas.
“En nuestro máster solemos tener un 20% de estudiantes mujeres. Aunque aún es un porcentaje pequeño, estamos convencidos de que va a ir creciendo y que serán grandísimas directoras”, señala Elena Menor.
Un máster cuyas fortalezas equivalen a las de un propio director de orquesta: dedicación y visión amplia. Los docentes son profesionales del área en activo que compaginan sus quehaceres con la docencia, y la formación impartida a los estudiantes es transversal, cubre muchas áreas y se organiza en torno a un repertorio concreto que se trabaja a lo largo del curso.
Además, los estudiantes tienen la posibilidad de realizar prácticas presenciales una vez al cuatrimestre en una orquesta profesional, como es Filarmonía de Madrid, orquesta y coro, una enorme oportunidad para disfrutar y aprender de los mejores.
