Pedro Fuentes Rueda
La escritura de un guion es un acto complejo, un mecanismo de relojería compuesto por elementos tales como sinopsis, escaleta, tratamiento, personajes y, también, diálogo.
La escritura de un guion es un acto complejo, un mecanismo de relojería compuesto por elementos tales como sinopsis, escaleta, tratamiento, personajes y, también, diálogo.
Esto es algo que saben bien los alumnos y alumnas del Máster en Guion online de UNIR. De hecho, ahora que el curso está a punto de acabar, están dando los últimos retoques a uno de los trabajos más importantes que llevan a cabo a lo largo del curso: el abordaje de un guion completo de forma individual, aunque siempre con el asesoramiento de un tutor.
Es probable que estos últimos pasos antes de la entrega final consistan en el repaso y rescritura de los diálogos, intentando que estos transmitan la historia, pero que a la vez aporten valor; que se conviertan en una parte inolvidable y eterna de sus guiones, en diálogos que el público recuerde y que identifiquen su obra para siempre, como ocurre con la película Casablanca.
Los diálogos deben tener ritmo, deben sonar verdaderos, deben cumplir diferentes funciones como la expositiva o la informativa. Pero ¿cómo se consigue esto? No es una labor fácil porque hay muchas cuestiones a tener en cuenta, pero una de las más importantes, y a la que menos caso se hace, consiste en el diseño del idiolecto de cada uno de los personajes.
Según la RAE, idiolecto es el conjunto de rasgos propios de la forma de expresarse de un individuo. Nadie habla exactamente igual que otra persona. La procedencia, la clase social, los estudios o la familia condicionan absolutamente nuestra forma de hablar y esto es algo que un guionista debe tener en cuenta a la hora de dialogar a los personajes. ¿Qué elementos componen un idiolecto? Podríamos resumirlos en los siguientes:
1-Elección de palabras
El vocabulario que utilizamos está muy condicionado por varios factores. El primero de ellos es nuestro origen, el lugar donde hemos nacido. Hay palabras que son endémicas de un lugar y que un personaje que ha nacido en esa zona podría utilizar.
Por ejemplo, si alguien utiliza el verbo esblanar para referirse a unos zapatos nuevos que hay que adaptar al pie, probablemente sea porque ha nacido en Sabadell. Si dice “esta sopa está alampando” para quejarse de que la sopa está muy caliente, quizá sea originario de una determinada zona de Cantabria. Asimismo “metió pa’ 500” es una expresión que todo cubano conoce y que se refiere a alguien que destaca en una actividad.
Aún más, la elección de las palabras también está muy condicionada por la generación a la que pertenece el personaje. Si utiliza expresiones como chachi piruli, efectiviwonder o guay del Paraguay está claro que ha vivido en los años 80 de España.
La clase social y los estudios también condicionan mucho. No es lo mismo un personaje que no ha podido ir a la escuela y que incluso comete errores en el lenguaje o dice mal ciertas palabras, que otro que ha ido a la universidad y que dispone de un vocabulario más rico y variado. Si un personaje dice “me se han caído las llaves” denota perfectamente que su nivel de estudios es bajo, si utiliza términos como coyuntura, idiosincrasia o bonos convertibles en acciones, está claro que ha estudiado o pertenece a una determinada profesión y estrato social.
2-Expresiones fijas
En este caso nos referimos a latiguillos, tics, fórmulas del lenguaje e incluso refranes de uso habitual. Hay quien siempre acaba sus frases con un “¿me entiendes?” o un “¿vale?”. Hay personas que a menudo utilizan refranes para ilustrar sus argumentaciones y otras que siempre dicen las cosas dos veces.
Estas formas de enunciar muchas veces indican rasgos psicológicos del personaje. Alguien con seguridad en sí mismo habla de forma distinta a una persona tímida o a otra que siempre está dudando. Hay personas que sueltan largos discursos, mientras que otras son silenciosas y parcas en palabras o tartamudean cada que vez que abren la boca.
3-Pronunciación
El acento de una persona define exactamente el lugar del que procede e, incluso, su biografía. Escuchando hablar a alguien, oyendo el tono y la forma de pronunciar las palabras podemos saber casi con exactitud el lugar en el que ha nacido y se ha criado. Si alguien dice sidriña, probablemente sea gallego o asturiano, si alguien dice mocica, seguramente sea de Aragón.
Además de esto, también podemos adivinar los lugares en los que ha vivido. Un andaluz viviendo en Madrid, puede haber atemperado su ceceo o seseo. Alguien que ha pasado largas épocas en un país anglosajón puede utilizar expresiones en inglés e incluso haber adoptado una musicalidad distinta en su lenguaje.
4-Sintaxis
La forma de combinar y ordenar las palabras y expresiones dentro de una frase también es única y especial. Por ejemplo, podemos saber que alguien proviene del País Vasco por la forma en la que ordena sus palabras dentro de una frase. El euskera es un idioma que sigue un orden de palabras diferente al español y esto tiene un efecto claro en las personas originarias de allí.
Tan personal como una huella dactilar
Y además de todo esto, la forma de ordenar las palabras puede ser la clave, incluso, para atrapar a un asesino.
El idiolecto, la forma especial y única que cada uno de nosotros tiene a la hora de hablar es la base de una disciplina conocida como lingüística forense. Uno de los primeros casos en los que se utilizó esta técnica fue en la búsqueda del famoso terrorista Unabomber en los años 90 en Estados Unidos.
Durante 17 años y gracias a su extraordinaria inteligencia, Unabomber consiguió llevar a cabo sus ataques sin dejar ni un solo rastro de ADN o ninguna otra pista que pudiera llevar hasta él. Hasta que, gracias a un manifiesto que escribió explicando sus ideas y que el Washington Post publicó, consiguieron atraparle, entre otras cosas porque su propio hermano reconoció la especial forma de escribir que él tenía.
En este caso también fue fundamental el uso en sus documentos de una determinada expresión. Unabomber escribió en su manifiesto “You can´t eat your cake and have it, too”, (no puedes comerte el pastel y también poseerlo), cuando el orden habitual de este refrán es otro: “You can´t have your cake and eat it, too”. Después de la denuncia del hermano, se comprobó en algunas cartas que el terrorista también utilizaba el refrán en ellas de esta manera y que, por lo tanto, estaban ante la persona que buscaban.
La historia de Unabomber y la persecución que el FBI llevó a cabo es tan apasionante que incluso dio lugar en 2017 a una miniserie extraordinaria Manhunt: Unabomber.
Así que sí, el idiolecto, aunque desconocido, es tan identificativo y personal como una huella dactilar y una de las mejores herramientas para hacer creíble un personaje.