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Francesco Pistilli, ganador del World Press Photo en 2018, es docente en el Máster de Fotografía Artística y Narrativa Visual de UNIR, donde enseña a los alumnos a contar historias a través de imágenes impactantes.
Como fotoperiodista y videógrafo independiente Francesco Pistilli ha trabajado en más de 20 países del mundo. Sus trabajos han sido publicados en medios internacionales como TIME, National Geographic y BBC y en 2018 fue galardonado con un premio World Press Photo por ‘Lives in Limbo’, una imagen que muestra a refugiados en un almacén abandonado de Belgrado, Serbia. El italiano colabora como docente en el Máster de Fotografía Artística y Narrativa Visual de UNIR, donde enseña a los alumnos a contar historias a través de imágenes únicas e impactantes.
Se dice que ‘una imagen vale más de mil palabras’, ¿cómo se logra transmitir una historia a través de una única fotografía?
Una sola fotografía puede contar una historia cuando en ella se condensan varios niveles de lectura que implican: tanto nuestra percepción estrictamente visual como la intelectual y emocional.
Háblanos de las fuentes de inspiración de un fotógrafo ¿Uno nace o se hace con esa habilidad de captar la realidad a través de una lente?
Creo que la fotografía, al igual que otras disciplinas de la comunicación visual y el arte, es una suma de nuestro bagaje cultural acumulado durante nuestra evolución personal y nuestra forma de ver e interpretar el mundo. Está claro que esta síntesis sólo es posible con un estudio en profundidad de muchos temas. El objetivo del fotógrafo debe ser crear un lenguaje propio y original que condense todos estos estímulos. Personalmente, me inspiran el arte figurativo (clásico y contemporáneo)y el cine.
¿Cómo se aborda el reto de equilibrar técnica y storytelling visual?
La técnica es lo primero que aprende un fotógrafo, fundamental pero no imprescindible.
Contar historias es nuestra forma de poner las técnicas que aprendemos al servicio de la narración.
Es un equilibrio que se consigue mediante la experimentación, el estudio y la investigación. Siempre hay que tener hambre de cultura.
¿De qué manera enseñáis a los alumnos a encontrar su propia ‘voz’?
En primer lugar, invitando a los alumnos a leer y ver mucho material importante para la formación, pero sobre todo pidiéndoles que experimenten con pequeños ejercicios prácticos.
¿Qué tipo de prácticas les planteas en el máster?
Les animaré a no centrar su atención en la foto única y perfecta, sino en la producción de series de imágenes que tengan la fuerza de contar y representar conceptos simples con intensidad y creatividad.
¿Cómo valoras el impacto tecnológico en la fotografía del siglo XXI? ¿Qué se ha ganado y se ha perdido por el camino?
La era digital ha cambiado mucho el proceso de producción y consumo de imágenes. Por un lado, ha ampliado las posibilidades creativas como nunca antes, y por otro, ha hecho del profesionalismo un concepto mucho más ambiguo. Se produce mucho más material, todo es mucho más utilizable gracias a los espacios de las redes sociales, pero estamos perdiendo el estudio y la investigación que primero distinguía a los profesionales realmente preparados para comunicar con imágenes, de los aficionados.
Por último, ¿qué destacarías del programa de estudios?
Creo que la parte del máster relacionada con la composición, la percepción y la luz, es la unidad más importante en la formación de un creador de imágenes.