Jenny Pérez Marrero
La gestión cultural requiere de una mayor inversión para desarrollar al territorio y a la sociedad en la que se aplica.
Gestionar los bienes que conforman el patrimonio cultural y natural exige tener resiliencia. Atrás quedaron las estrategias rígidas marcadas por una única hoja de ruta en los planes de gestión.
Esta es una de las principales conclusiones extraídas de la Conferencia Intercontinental “La Estrategia del Planeta, Gestión Cultural y Objetivos de Desarrollo Sostenible en el Marco de la Cooperación Internacional” celebrada en Chiclana de la Frontera a finales de 2021 y organizada por GECA (Profesionales de la Gestión Cultural de Andalucía), y a la que asistí como coordinadora del nuevo Máster en Gestión del Patrimonio Cultural y Natural de UNIR.
En la conferencia participó un panel de expertos internacionales en gestión del patrimonio cultural. Aportaron su experiencia reciente y nuevas estrategias para responder a problemas tan diversos como la gestión del patrimonio cultural durante la actual pandemia de Covid-19.
También se trataron la igualdad de género en la gestión cultural, los proyectos en zonas transfronterizas, la accesibilidad a la cultura o el concepto de los ecosistemas culturales, entre otros asuntos.
El derecho cultural, un derecho humano
La mayoría de los ponentes coincidieron con la idea expuesta por el doctor Alfons Martinell, director honorífico de la Cátedra Unesco de Políticas Culturales y Cooperación, sobre el derecho cultural como “un derecho humano, un derecho de la sociedad”.
Martinell reflexionó en esa línea sobre el papel actual de los gestores del patrimonio cultural y de cómo deben evaluar su trabajo para un futuro sostenible. Y destacó la importancia de elaborar proyectos inteligentes que dispongan de una evaluación continua de impactos.
Otra idea compartida por la mayoría de los ponentes fue que la cultura debe ser considerada fuente de desarrollo y que, por lo tanto, las instituciones deben invertir más en su crecimiento. Se citó textualmente que la cultura es una “precondición al desarrollo para la lucha contra la pobreza”. El sector cultural puede generar en determinados casos entre el 3 y el 5% del PIB de una región pese a recibir, insistimos, una inversión inferior a la necesaria.
Inversión e innovación
¿Es acaso una simple cuestión de inversión? Desde mi punto de vista, creo que la gestión del patrimonio cultural y natural debe considerar no solo un aumento de la inversión, sino también una diversificación innovadora hacia otras formas de financiación que se puedan compaginar con las tradicionales formas de inversión en el área.
Se trata de un continuo proceso de innovación y de avance, junto al apoyo de análisis técnicos cualitativos y cuantitativos, que responda además a un objetivo ponderable en el tiempo, al bienestar social y al desarrollo territorial.
Es necesario entonces formar continuamente a los profesionales del sector en los nuevos modelos de financiación, en innovación o en administración de recursos, entre otras cosas. Y ésta es una de las líneas de estudio del nuevo Máster en Gestión del Patrimonio Cultural y Natural de UNIR, dotado de un programa que busca nuevas sinergias entre diferentes áreas del conocimiento.
El objetivo de estos programas de formación es capacitar a los gestores para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible establecidos en la Agenda 2030.
Se parte del importante papel que juega la cultura en el desarrollo local, un factor que debe ser analizado desde diferentes perspectivas para alcanzar equilibrios y para responder correctamente a las necesidades culturales.
Muchos territorios cuentan con una riqueza cultural que se contrapone a su escaso desarrollo económico. Es ahí donde es necesario establecer estrategias que permitan el aprovechamiento sostenible de la identidad cultural como una potencia a explorar, explotar y exportar. Es decir, en una fuente de atracción de bienestar desde lo global hacia lo local.
La cultura como río, la gestión como puente
Coincido con la filosofía de “la cultura como un río, la gestión como un puente”. Un río en contaste cambio: “la cultura circula y no tiene fronteras en los tiempos actuales”, dijo Martinell. Es trabajo de la gestión construir puentes sólidos que conecten los elementos de los sistemas culturales, a veces inconexos, y ser conscientes de las repercusiones que tienen las decisiones a corto, medio y largo plazo.
Otro aspecto interesante: ¿el desarrollo es igual en todos los sitios? Depende del territorio. Es clave entonces un análisis espacial con visión empresarial, que importe conceptos y métodos desde lo medioambiental, y que aúne la conservación, la reinvención, las necesidades culturales de las próximas generaciones y la ética intergeneracional.
Desde el Máster de Gestión del Patrimonio Cultural y Natural de UNIR coincidimos con la idea de repensar las prácticas de gestión con nuevas formas de toma de decisiones, en las que se trabaje en base a un proyecto y a una evaluación; en las que se tomen decisiones técnicas, organizadas y planificadas. Y se actúe de forma inteligente, con análisis y reflexión, y siempre pensando en el futuro del territorio.
Apostamos entonces por ampliar aquellas capacidades individuales necesarias para impulsar estrategias de desarrollo del sector del patrimonio cultural y natural, que se transformarán finalmente en colectivas e institucionales.
