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A pesar de ser disciplinas diferentes, música y danza comparten elementos comunes y, sobre todo, complementarios entre sí. Ambas son inherentes a la actividad sociocultural humana.
La historia de la humanidad está repleta de acontecimientos que marcaron un antes y un después en el desarrollo de nuestra especie. La capacidad creativa, el ingenio y, sobre todo, la adaptación al medio inherente al proceso evolutivo del género homo desembocaron en la adopción de prácticas culturales que se han mantenido hasta nuestros días. En ellas, los seres humanos reflejan las inquietudes, las experiencias, los anhelos y las emociones que están insertos en lo más profundo de su naturaleza. Como ejemplo de estas expresiones culturales, la música y la danza forman parte de las disciplinas artísticas más importantes del mundo por su valor estético y contemplativo. Y es que junto a la literatura, la arquitectura, la escultura, la pintura y el cine conforman lo que, desde el siglo XX, se ha considerado como las siete bellas artes.
A pesar de que son disciplinas diferentes, que se apoyan y se fundamentan en la existencia de profesionales especializados, así como en técnicas y metodologías de trabajo bien definidas, lo cierto es que la música y la danza comparten elementos que son comunes y, sobre todo, complementarios entre sí. Algunos de estos son los siguientes:
- El ritmo. En la música se refiere a la concatenación temporal de los sonidos y silencios que tienen una duración específica con el objetivo de crear un patrón o una melodía rítmica. En la danza, el ritmo se evidencia a través de los movimientos corporales de los bailarines que siguen patrones rítmicos establecidos por la música. Así, los bailarines emplean el ritmo para marcar el tempo, la cadencia y las variaciones en sus movimientos que les permite adoptar una sincronización en consonancia con la melodía. Esto, a su vez, añade expresividad y dinamismo a las coreografías.
- El compás. En la música, el compás es una medida de tiempo que sirve para organizar los sonidos en unidades regulares. Se representa mediante una fracción que indica el número de tiempos por compás y la duración de cada tiempo expresado en las notas musicales de un pentagrama. En la danza, los diferentes compases influyen en la adopción de movimientos con un estilo y un ritmo determinados. Es decir, los acentos se señalan en los movimientos corporales, marcándose uno sobre otros.
- El tempo. En las ciencias musicales, el tempo ajusta la velocidad a la que se ejecuta una pieza, lo que influye, a su vez, en los movimientos y en el tipo de combinaciones que se efectúan durante la coreografía. Un tempo rápido puede resultar en movimientos enérgicos y dinámicos, mientras que un tempo lento puede desencadenar movimientos más suaves y fluidos. En ambos casos, se persigue transmitir un mensaje emocional diferente según el grado de rapidez o lentitud que se emplee.
- Los matices. Los matices incluyen las variaciones en la interpretación de los movimientos. Estos añaden profundidad, expresividad y riqueza emocional en la coreografía en función de la velocidad o la amplitud de los movimientos de los bailarines.
¿Por qué es importante la música en la danza?
A la hora de practicar y estudiar danza se ha de tener en cuenta que la música es una parte esencial de esta disciplina. Como se ha indicado anteriormente, ambas materias comparten una serie de características que interactúan para lograr una sintonía que, en cierta medida, perfecciona la naturaleza de las composiciones escénicas.
Aunque la música y la danza no sean elementos consustanciales, el hecho es que la primera proporciona un ritmo y una secuencia temporal que guía o ayuda a sincronizar los movimientos de los bailarines y a efectuarlos en armonía con la melodía.
Asimismo, la combinación de la música con la danza permite transmitir emociones de forma mucho más profunda y conmovedora. Esto, a su vez, fomenta la capacidad creativa de los profesionales que interpretan la coreografía y ayuda a crear una experiencia artística muy completa.
La relación entre música y danza a lo largo de la historia
Tanto la historia de la danza como la de la música no presentan unos límites cronológicos bien definidos. Se podría decir que ambas disciplinas son inherentes a la actividad sociocultural desplegada por el hombre anatómicamente moderno desde su aparición hace más de 40.000 años. A continuación, se van a describir unos breves apuntes sobre su evolución a través de los principales periodos de los que se compone la historia:
Prehistoria
Los registros arqueológicos ofrecen vestigios sobre diversos aspectos y conductas sociales que incluían rituales. Estos, muy posiblemente, respondían a las inquietudes del medio natural en el que vivían. Asimismo, es muy probable que nuestros ancestros participasen en danzas que, junto al empleo de utensilios de sílex, de marfil o de astas de cérvidos, estuvieran acompañadas de sonidos musicales de diversa índole. Todo ello era el resultado del pensamiento abstracto que nuestros ancestros desarrollaron y que estuvo, a su vez, íntimamente relacionado con la aparición del arte rupestre.
Antigüedad
Con la aparición de los primeros testimonios escritos se evidencian más este tipo de prácticas entre las sociedades humanas. En este sentido, la civilización grecorromana consideraba que la música y la danza eran el resultado de la intervención divina en el porvenir de la humanidad.
Por este motivo, no resulta extraño que ambas disciplinas tuvieran una deidad propia: Euterpe, musa de la música y Terpsícore, musa de la danza. Tanto la música como la danza se encontraban de forma simultánea en actos religiosos destinados a honrar a las numerosas deidades de los que se componía el panteón de los antiguos griegos y romanos; y, posteriormente, en actos civiles, principalmente en uniones matrimoniales o en representaciones teatrales o de carácter deportivo.
Edad Media
Durante el medievo, la religión monoteísta encabezada por la Iglesia utilizó la música para extender el mensaje y la palabra de Dios a lo largo de toda la Cristiandad.
De forma paralela a la corriente sagrada que preconizaba el estamento eclesiástico, apareció una música profana o secular capitaneada por los juglares y trovadores que se encargaban de transmitir historias populares de forma oral. Esta actividad estaba acompañada de danzas y composiciones musicales que, a su vez, estaban presentes en la mayoría de las cortes reales europeas.
Edad Moderna
La importancia de la música y la danza cobran un sentido nuevo en esta etapa. Si ambas disciplinas, incluso durante el Renacimiento, eran consideradas como meros complementos de la actividad sociocultural, durante el Barroco se persigue convertirlas en el centro de atención de las nuevas composiciones escénicas: las óperas. En sus representaciones se unen múltiples aspectos que conforman una auténtica macroespiral oratoria que se sirve de la música, el ballet, la danza, el vestuario, el maquillaje y de la decoración para ofrecer al espectador una experiencia única.
Edad Contemporánea
Música y danza padecieron en los albores de la segunda mitad del siglo XX una revolución desde el punto de vista social. Frente a la concepción elitista que imperó durante los siglos XVIII y XIX, ahora se caracterizan por una fuerte inclusión de la sociedad, que demanda unas tipologías muy concretas como consecuencia de la irrupción de la sociedad de consumo y la tecnología.
Así, junto a las influyentes tendencias contraculturales y reivindicativas de los años 50, 60, 70 y 80, aparecieron nuevas modalidades como el jazz, el rock o la música electrónica. Por otro lado, la danza rompió con las estructuras o normas rígidas herederas de la tradición clásica para ofrecer un impulso que exaltaba la libertad creativa de los bailarines, sobre todo a través de la danza contemporánea. En paralelo, surgieron nuevos estilos como el claqué, el tango, los bailes latinos o el flamenco.
Para profundizar más, el Ministerio de Cultura y Deporte tiene a su disposición un portal informático, el Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música, en el que están disponibles múltiples recursos y fondos documentales para consultar en línea.
En definitiva, la música y la danza son disciplinas diferentes, pero complementarias. Ambas son producto de la capacidad creativa inherente a los seres humanos, que las han empleado para manifestar y transmitir sus emociones a lo largo de la historia. A este respecto, la música y la danza despiertan en las personas los sentimientos más profundos de su ser, lo que también ayuda a comprender los aspectos culturales y estéticos de los que se compone una sociedad.