Román Rodríguez Curbelo
Sebastián Herrera, exalumno chileno del Máster en Musicoterapia en UNIR, cuenta cómo con el posgrado perfeccionó sus competencias como terapeuta.
Tras estudiar Terapia Ocupacional en su Chile natal, Sebastián Herrera descubrió el valor de la música en los procesos de intervención cuando trataba a pacientes con patologías de salud mental graves o en estados agudos y crónicos en el centro de día del Hospital Base Valdivia.
Herrera se percató entonces de hasta qué punto la música motivaba a los pacientes en sus procesos terapéuticos, generaba vínculos saludables y aumentaba la socialización. Y decidió cambiar de empleo.
Ahora, a sus 27 años, contribuye como terapeuta en el Centro de Salud de la Universidad Austral de Chile a mejorar la experiencia de los estudiantes a través de su trabajo, y dirige talleres grupales de socialización y de organización diaria, entre otras labores.
“Las posibilidades de perfeccionamiento académico durante la pandemia eran tan escasas como inciertas. Pensaba que la educación no estaba preparada aún para una modalidad híbrida u online. Pero encontré a UNIR. Comencé a investigarla, y junto a conversaciones y recomendaciones varias, me pareció una entidad educativa de calidad y segura, que además tiene una experiencia de la educación en línea que ha funcionado bastante bien”, dice Herrera.
Se matriculó así en el máster en Musicoterapia de UNIR. Fue una “grata experiencia” desde el principio por el permanente acompañamiento de un tutor personal que le hizo sentirse valorado como alumno, y por la “altísima cualificación” del claustro de profesores y su fomento de la investigación en el área.
“Valoro especialmente la creación de la revista “Mi sostenido”, una publicación de acceso abierto del máster que se enfoca en el desarrollo de la investigación en musicoterapia y enfatiza en los procesos de aprendizaje de los estudiantes”, reconoce el exalumno de UNIR.
El poder transformador de la música
El director académico del máster, David Gamella, subraya que las salidas profesionales del posgrado incluyen líneas de investigación “sólidas” en torno a la musicoterapia con las que divulgar sus fundamentos como disciplina basada en evidencias de ámbitos nacional e internacional o realizar proyectos de intervención en el área, adaptados siempre a los diferentes contextos sociales, educativos y clínicos.
“La capacidad de la música para transformar y actuar sobre nuestra condición humana es indiscutible”, afirma Gamella. Y su utilidad terapéutica, innegable: la musicoterapia se incluye así en el grupo de las artes creativo-terapéuticas, como la danzaterapia, el arteterapia o el psicodrama.
El docente defiende que esta disciplina la ejerzan profesionales cualificados. El máster de UNIR desarrolla competencias de todo tipo (musicales, sobre todo, pero también sociales, emocionales, o expresivas, entre otras) y para cualquier ámbito, como el educativo, el sanitario o el social.
Un terapeuta musical puede trabajar en centros de integración, de educación especial, en escuelas de música e infantiles, y en centros escolares más generales. También en centros de menores o de acogida, en instituciones penitenciarias, en residencias o en centros de día de personas mayores o con alguna discapacidad.
O, como Sebastián Herrera, en servicios hospitalarios. Al chileno le apasionan las terapias complementarias y artístico-creativas. Se ha formado en mindfulness y psicodrama para enriquecer sus intervenciones y es instructor de prácticas curriculares y profesionales de la escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Austral.
Nuevos aportes académicos en Musicoterapia
Herrera cuenta que el máster de UNIR ha resultado un “grandísimo aporte” desde muchos puntos de vista. Aprendió las bases epistemológicas de la musicoterapia, sus métodos y áreas de intervención; diseñó proyectos, investigó y reafirmó su ética en torno a la materia.
“Ha sido un desafío trabajar junto a personas de todo el mundo, con distintas realidades, perspectivas y profesiones. Antes que un límite, esta característica fue una oportunidad para generar conocimientos de manera bastante recíproca y enriquecedora”, recuerda.
Este especialista quiere trasladar todo lo aprendido a su realidad local. Comenzó ese proceso durante el posgrado tras una rápida gestión de UNIR con la Escuela de Música “Casamúsica”. Allí pudo aplicar los conocimientos adquiridos en las clases a través de procesos terapéuticos diversos.
“Ahora estoy construyendo nuevos proyectos de musicoterapia en el área de la salud mental, sobre todo enfocados en la población universitaria. Espero tener pronto grandes noticias al respecto”, afirma.
En esta línea, David Gamella cree que es necesario una preparación continua a diferentes niveles para disponer de las mejores cualidades terapéuticas y humanas para los pacientes. “Más allá de la práctica con personas, en musicoterapia es imprescindible mostrar las evidencias del trabajo realizado. Y para ello es necesario contar con un gran número de publicaciones al respecto”, explica.
“Por lo tanto, es muy importante tener en cuenta a lo largo del posgrado que la formación nos orienta tanto a la participación en congresos especializados para trasladar los resultados del trabajo realizado, como el comienzo de un doctorado en musicoterapia”, añade el director académico.
El máster en Musicoterapia de UNIR te capacitará para contribuir a su desarrollo como profesión y como disciplina de gran importancia en la sociedad, además de la posibilidad de aportar nuevas vías de investigación.