UNIR Revista
Los traductores jurados (u oficiales) son aquellos que están acreditados para otorgar validez legal al contenido traducido de un documento a otra lengua.
Un traductor jurado u oficial es aquella persona que, una vez obtenido el título de traductor-intérprete jurado por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y de Cooperación, se encarga de realizar traducciones de documentos y de acreditar la veracidad de los mismos.
Este profesional es el que mediante su firma y sello autentica el contenido de un documento y aporta validez legal a la traducción de cualquier documento en otra lengua como pueden ser: contratos, testamentos, acuerdos empresariales, certificados de nacimiento, poderes notariales, certificados de matrimonio, patentes y certificados académicos, entre otros.
Así, el traductor oficial es la única figura que puede realizar traducciones juradas en España, teniendo todas sus traducciones un carácter oficial ante organismos públicos.
¿Cuál es el objetivo de una traducción jurada?
Al actuar como una especie de notario —toda vez que da fe pública de la veracidad del documento que ha traducido—, el traductor aporta el carácter oficial necesario ante las autoridades y organismos públicos de España a un documento extranjero.
De esta forma, el traductor tiene como objetivo primordial el de proporcionar a un documento —público o privado— el mismo valor que pudiera tener el documento en su país de origen.
¿Qué funciones realiza un traductor jurado?
Básicamente, la función de un traductor oficial es dotar de legalidad y validez a cualquier clase de documento, en especial de las ramas económicas, jurídicas y financieras que se encuentran en otro idioma, teniendo que garantizar la veracidad y exactitud respecto al documento original.
A día de hoy la figura del traductor oficial se ha convertido en una profesión destacada, en gran parte debido al libre mercado y a la globalización de las empresas, lo cual aumenta la demanda de servicios de traducciones juradas. En este sentido, y teniendo en cuenta la responsabilidad que tiene el traductor jurado, es pertinente conocer cuáles son las funciones que realiza y las que no.
A pesar de que la labor más común que lleva a cabo un traductor es la de realizar el proceso de traducir y certificar documentos, también puede certificar que la traducción realizada por un tercero es correcta. De igual forma, están autorizados para actuar de intérpretes en eventos oficiales donde participen personas que no hablen ni comprendan alguna de las lenguas que se van a utilizar.
Además, algunas otras de las funciones que realiza un traductor jurado están relacionadas con la traducción de:
- Apostillas.
- Documentos administrativos.
- Títulos legales.
- Documentos comerciales.
- Documentos para notarías.
Todo esto siempre apegado a la protección de la confidencialidad de los documentos y cumpliendo, en lo que le corresponda, con la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD).
Por su parte, existen labores y funciones que un traductor jurado no puede realizar, como:
- Eliminar parte del texto de un documento, sin importar lo extenso que pueda llegar a ser el original.
- Añadir partes al texto, aun cuando pueda estar anotado en el original por el cliente. En este sentido, el traductor deberá dejar esto debidamente citado.
- Cambiar el formato y orden del texto recibido.
- Realizar la legalización y/o compulsa de documentos, función propia de los notarios y funcionarios públicos autorizados.
- Ofrecer servicios para los que no esté autorizado, como el de asesoría legal.
¿Cómo llegar a ser traductor jurado u oficial?
Si se desea trabajar profesionalmente como traductor, el camino más acertado pasa por realizar estudios de grado con los que obtener una formación universitaria que permita familiarizarse con las actividades propias de la profesión. En este sentido, el Grado en Traducción e Interpretación online de UNIR aporta los conocimientos y herramientas digitales para el ejercicio profesional de la traducción y la interpretación, y una base privilegiada para poder acceder a la profesión de traducción oficial, a través de unos exámenes que suelen ser difíciles y rigurosos.
En lo que respecta a la profesión de traductor-intérprete jurado en España, la misma está regulada por el capítulo II del Reglamento de la Oficina de Interpretación de Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, según el Real Decreto 2002/2009, de 23 de diciembre, y en la actualidad, solo se puede acceder a través del examen que convoca dicha oficina.
Para participar en los exámenes que otorgan el título existen unos requisitos que todo postulante debe cumplir como:
- Ser mayor de edad.
- Tener la nacionalidad española o la de un estado miembro de la UE o del Espacio Económico Europeo o de Suiza.
Además, en el caso de ser español o extranjero y no poseer el título oficial de traductor habrá que tener alguna titulación como:
- Graduado.
- Licenciado.
- Ingeniero técnico.
- Diplomado.
- Arquitecto técnico.
El referido examen oficial, según la última convocatoria, consta de estos tres ejercicios:
- Un primer ejercicio, en castellano, con 50 preguntas tipo test de carácter gramatical y terminológico. Si se obtiene la calificación de apto se podrá pasar a la siguiente prueba.
- El segundo ejercicio está formado por tres pruebas, cada una de ellas eliminatoria. En la primera hay que traducir al castellano un texto de tipo literario, periodístico o ensayístico. En la segunda uno de carácter general y en la última uno jurídico o económico.
- La tercera prueba es de tipo oral.
Convertirse en un traductor-intérprete jurado es un proceso que requiere de mucha persistencia, pero, una vez conseguido, otorga la exclusividad de ser la figura máxima que da fe pública de un idioma en el país.
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