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Cambio climático y desarrollo sostenible: dos factores que se retroalimentan

La variable social del desarrollo sostenible también se ve afectada por el cambio climático, pero a la vez la sociedad tiene un papel muy importante en la lucha frente al cambio climático. Cada día tomamos miles de decisiones pequeñas que conllevan grandes consecuencias. Se debe motivar a la sociedad a través de una fiscalidad que premie las buenas prácticas ambientales.

El pasado mes de septiembre tuvo lugar una mesa redonda donde se trató un tema tan importante y de tanta actualidad como es el cambio climático y cómo el cambio climático está afectando al desarrollo sostenible.

Nos acompañaron en la mesa redonda Carlos García Suarez, director en Solar & Biomass Business Typsa Group, que cuenta con 30 años de experiencia internacional en el área de la consultoría e ingeniería, en concreto en el campo de energías renovables y de medio ambiente, y Valentín Alfaya, director Corporativo de Prevención, Calidad y Medio Ambiente del Grupo Ferrovial y también presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde.

En la definición del concepto de desarrollo sostenible (aquel que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras) queda patente la necesidad de alcanzar un equilibrio entre la variable social, económica y ambiental para que pueda darse este crecimiento sostenible.

El cambio climático es un factor que lleva estudiándose por parte del grupo Intergubernamental de Expertos frente al Cambio Climático de Naciones Unidas (Grupo IPCC) desde el año 1988. Hasta la fecha los cinco estudios realizados por este grupo de expertos han venido a confirmar que el cambio climático está causado por las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) producidos por la actividad humana. Y por desgracia ya estamos viviendo en primera persona los efectos descritos en estos trabajos, como consecuencia del cambio climático: inundaciones, tormentas y elevación del nivel del mar en zonas costeras de poca altitud e islas; inundaciones tierra adentro en grandes zonas urbanas; interrupción de las redes de infraestructura debido a fenómenos meteorológicos extremos; mortalidad y morbilidad durante los períodos de calor extremo; inseguridad alimentaria y colapso de las cadenas de producción alimentaria; acceso insuficiente al agua potable y falta de agua de riego para la agricultura; pérdida de los ecosistemas marinos y costeros, de su biodiversidad y de los servicios que proporcionan y por último, pérdida de los ecosistemas terrestres y de aguas continentales, de su biodiversidad y de los servicios que proporcionan.

El cambio climático está causado por las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI) producidos por la actividad humana.

Estos problemas que ya nos están afectando de una manera directa, tienen una repercusión, como es evidente en las tres componentes del desarrollo sostenible, en la variable ecológica o ambiental, en la económica y en la social. Y todo ello está interrelacionado. Un ejemplo en la componente ambiental lo tenemos en la zona norte del país, donde ha cambiado el régimen de precipitaciones lo que ha llevado a una disminución del polen que afecta a la alimentación de las abejas, las cuales se ven forzadas a sustituir las proteínas que les proporciona el polen alimentándose de sus propias crías. Esto repercute directamente en la producción de la miel, en su calidad y por tanto en el rendimiento económico de la explotación apícola. Los apicultores de la zona, conscientes del problema, han llevado a cabo una estrategia de adaptación frente a este problema originado por la disminución de precipitaciones en la zona, que es el alimentar a sus propias colmenas con polen. Este es un ejemplo, pero se podrían poner muchísimos más.

En la zona norte de España ha cambiado el régimen de precipitaciones, lo que ha llevado a una disminución del polen que afecta a la alimentación de las abejas… Esto repercute directamente en la producción de la miel.

Dentro de la componente económica del desarrollo sostenible y como objetivo de cumplimiento del Acuerdo de París en la reducción de las emisiones de CO2, Carlos García señala a las energías renovables como una realidad incontestable desde el punto de vista tecnológico e incluso económico, ya que es más barato producir con energía solar o eólica que con energías basadas en el carbón. De hecho, las inversiones a nivel mundial se están enfocando claramente en el campo de las renovables, invirtiéndose del orden de 300 mil millones de euros en activos renovables. Esto es así porque se tiene el desarrollo tecnológico para ello y porque además el factor económico acompaña, ya que en 10 años se ha reducido el precio de producción en un factor de 10, así un megavatio solar ha pasado de costar 7 millones de euros a 700 mil y aún no se ha tocado fondo, señala el experto. Europa no es ajena a esta corriente y la ventaja que existe en el viejo continente es que se tiene la infraestructura de producción de energía con los sistemas clásicos y sólo tenemos que adaptarlo a un sistema basado en energías renovables. Nuestro experto señala como todo esto hace prever que en un periodo de 30 a 40 años tendremos un mundo basado al 100% en energías renovables, con la mejora ambiental que eso conlleva en la reducción de GEI.

La ventaja en Europa es que se tiene la infraestructura de producción de energía con los sistemas clásicos y sólo tenemos que adaptarlo a un sistema basado en energías renovables.

Desde el punto de vista empresarial Valentín Alfaya pone de manifiesto la importancia del papel que juegan las empresas para lograr ese “cambio disruptivo” en nuestro modelo de vida, tanto económico como social, que permita pasar de producir 6 toneladas de CO2 por persona y año que se está dando actualmente en España a 1,7 si queremos cumplir con el pacto de  París y no superar los 2ºC a finales de siglo, cosa que, de lo contrario, sería devastadora para la vida en nuestro planeta. Por eso señala Valentín, es fundamental un marco estable de colaboración público-privada que permita a las empresas invertir en proyectos que lleven a una economía baja en carbono. Yendo más allá, nuestro experto quiere poner de manifiesto cómo las grandes empresas deben responder ya a los retos del cambio climático adaptando su estrategia de negocio a dar soluciones para generar productos y servicios que permitan dar una solución al cambio climático. Así, se estima que será necesario invertir a partir del año 2020 del orden de 1 trillón de dólares anual en tecnologías limpias que incluyan el vector enérgico y el vector agua, si se quiere lograr el Acuerdo de París. Pero además, señala Valentín la gran importancia que en la consecución de estos objetivos tendrán las ciudades. Vamos a un modelo en el que en el año 50 habrá más personas en las grandes ciudades que en todo el mundo en a comienzos del siglo XXI. Y el sector financiero va a tener una importancia fundamental en este sentido, ya se está empezando a dejar de financiar todo lo que implique un proyecto alto en carbono. El sector financiero ya empieza a percibir estos proyectos como de alto riesgo y deja de financiarlos.

Ya se está empezando a dejar de financiar todo lo que implique mucho carbono. El sector financiero ya empieza a percibir estos proyectos como de alto riesgo y deja de financiarlos.

Ambos expertos coinciden en la necesidad de un marco jurídico estable que permita desarrollar esa actividad empresarial pionera, baja en carbono, que nuestro planeta y nuestra sociedad necesita. ¿Responde la nueva ley de cambio climático y transición energética a ese marco de consenso donde se encuentre el sector público y el privado anteriormente comentado? Valentín Alfaya, tiene la esperanza que así sea, desde el momento en el que incluso antes de escribirse el anteproyecto de la ley ya se ha pedido la participación ciudadana, de las empresas, de expertos de diferentes ámbitos, para que cada uno aporte su punto de vista al profundo cambio que nuestro modelo económico y energético necesita. Por este motivo también las expectativas son muy altas con dicha ley y Valentín sostiene que la fiscalidad tiene que ayudar en este sentido gravando al que contamina y desgravando al que descontamina.

La variable social del desarrollo sostenible también se ve afectada por el cambio climático, pero a la vez la sociedad tiene un papel muy importante en la lucha frente al cambio climático. Cada día tomamos miles de decisiones pequeñas que conllevan grandes consecuencias. Se debe motivar a la sociedad a través de una fiscalidad que premie las buenas prácticas ambientales, se debe motivar para comprar productos sostenibles a través de un precio justo, se debe educar a nuestros hijos en sostenibilidad ambiental. La lucha contra el cambio climático debe servir como oportunidad para solucionar los desequilibrios sociales que vivimos donde los pobres no sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos.

(La sesión completa de esta openclass se puede ver pinchando en el enlace de arriba, sobre la foto)

 

Dolores Cima. Coordinadora Académica del Máster en Gestión Ambiental y Energética en las Organizaciones.

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