Lucía Alonso Virgós
El Máster en Diseño Industrial de UNIR ofrece a sus estudiantes el Curso de Branding y Gestión de Proyectos Digitales con el que sumergirse en todas las fases de creación de un producto.
No existe una definición única de creatividad, y tampoco se limita a ninguna actividad o campo de estudio. Puede considerarse que es la capacidad de generar nuevas ideas, conceptos o productos, o incluso nuevas formas de conformar productos. Y también puede considerarse que es la voluntad de experimentar y probar cosas nuevas.
En ambos casos, creatividad consiste en hacer algo (ya sea crear o experimentar) de manera distinta a lo que hasta el momento se hacía.
La creatividad no está reñida con la técnica. Los diseñadores industriales son un buen ejemplo de ello. No solo buscan ofrecer trabajos creativos, atractivos y estimulantes, sino que también asumen desafíos y tratan de superar los límites en su trabajo, lo que a su vez genera ideas nuevas e innovadoras.
Creativos para ser únicos
El diseño de un producto, a día de hoy, no tiene sentido si no va acompañado de una experiencia de uso agradable y sin una estética que lo distinga de otros productos similares.
Su compromiso implica una combinación de varios subcampos, como diseño, ingeniería, desarrollo de prototipos y pruebas, a fin de ofrecer un producto que satisfaga las necesidades de los consumidores y cumpla con todos los estándares regulatorios aplicables.
Y de cada uno de estos subcampos se extraen datos que ayudan a crear diseños únicos, que destaquen del resto gracias a su innovación. Así que un diseñador industrial puede ser técnico y creativo al mismo tiempo, aunque su creatividad se vea acotada por los requisitos técnicos.
Dicho de otro modo, el diseño industrial es un trabajo de selección, análisis, diseño y fabricación de productos funcionales, que también pueden ser atractivos. De hecho, la tendencia inclina al diseño industrial hacia la innovación.
En los últimos años, se ha vuelto cada vez más popular la idea de diseño como una forma de ofrecer al mercado productos únicos. Esto está siendo así en casi todas las industrias, incluidos los sectores automotriz, aeroespacial y minorista.
Y estos sectores son innovadores en la forma, pero también en la función, aplicando nuevas tecnologías y nuevos materiales, y siendo cada vez más conscientes del impacto en el medio ambiente.
Esto está conduciendo al uso de materiales más ecológicos y a procesos más sostenibles, así como a un mayor énfasis en el diseño para la reciclabilidad. Además, la tendencia hacia la digitalización también influye, mediante cada vez más productos diseñados para ser controlados a través de medios digitales.
Un mayor abanico para el diseño industrial
En cualquier caso, cualquiera que sea el enfoque innovador, es importante recordar que el trabajo de diseño industrial con personalidad creativa suele dar resultados más exclusivos, ya sea centrándose en la creación de diseños únicos de productos, que evoquen tendencias, o en la creación de diseños únicos de marca, que evoquen una personalidad global que pueda cubrir un amplio grupo de productos.
Y es aquí a donde queremos llegar: a la apertura del abanico para el diseñador industrial, quien ahora puede ayudar también a crear una marca para una empresa. Es decir, puede ofrecer productos únicos, memorables y atractivos, que aumenten la popularidad de la empresa y generen más negocios.
El abanico profesional para un diseñador industrial se abre.
Puede diseñar su envase o embalaje, o ayudar con el diseño del logotipo y la creación de un sitio web que destaque del resto y atraiga a nuevos clientes. O incluso diseñar el espacio físico en el que habita la marca, reflejando sus valores fundamentales. Y todos estos elementos, en armonía y con coherencia, permitirán que exista una conexión emocional más fuerte con los clientes potenciales.
Marcas y productos
Hay una frase que dice Naomi Klein en su libro No Logo: “Las empresas de éxito deben producir ante todo marcas y no productos“. Una frase demasiado controvertida en este caso, pero creo sin duda que el diseño diferencia productos similares. Y no solamente el diseño, los colores, los materiales de mayor o menor calidad, sino también los valores.
Pero para poder abrir este abanico, el diseñador necesita tener aptitudes, conocimientos y destrezas en innovación. Existen cuatro factores fundamentales que intervienen en la innovación.
Uno es la personalidad, es decir, aquel conjunto de características que hacen único a cada individuo. Algunas personas son más creativas, tienen un pensamiento holístico que implícitamente les capacita para ser innovadores.
Este perfil suele ver un panorama general del problema, y es capaz de situarse en diferentes perspectivas generando nuevas ideas que lo solucionen.
Otras personas son más analíticas. Pero no por ser más analíticas pueden ser menos innovadoras. De hecho, el análisis del paso a paso puede ayudar a generar nuevas ideas desglosando un problema de manera ordenada.
El resto de factores son la educación, el entorno y la experiencia. Los englobamos en un mismo párrafo, dado que pueden resumirse en factores adquiridos, no innatos. Está en nuestras manos nutrir todos aquellos factores que puedan adquirirse y que definan y especialicen nuestro perfil.
Porque somos más útiles siendo versátiles, pero con conocimiento y disciplina.
Por este motivo, el Máster en Diseño Industrial de UNIR ha impulsado con el Área de Diseño, de manera opcional, un Curso Avanzado de Branding y Gestión de Proyectos Digitales que ayude a los estudiantes más pasionales a sumergirse en todas las fases en las que participe su producto.
Brinda así la oportunidad no solo de diseñar dicho productos, sino también de comprender mejor las necesidades y preferencias de los clientes. Y de formar parte en la creación de todos los elementos visuales que atraerán a sus clientes potenciales y que le darán una ventaja competitiva comercializando y promocionando de una manera efectiva.