Alberto Pascual García
Javier Pozo, CIO de Universia y Santander Universidades, nos cuenta cómo adaptarse al constante cambio tecnológico de manera ágil y eficaz con una formación especializada única.
En un mundo tecnológico donde el ahora es el pasado, adaptarse a los continuos cambios a mayor velocidad es una clara estrategia en favor del éxito empresarial. No hay tiempo para hacer pruebas, el error forma parte de la evolución, y el objetivo es siempre el mismo: crear un producto de calidad que satisfaga al usuario y que a la vez nos aporte información sobre cómo mejorar de forma permanente. El final es el principio y vuelta a empezar en un bucle infinito en el que el proceso se retroalimenta y acelera cada vez más. Este es el espíritu de la metodología DevOps, un término en el que queremos profundizar de la mano de Javier Pozo, CIO de Universia.
Además de su papel dentro de Banco Santander, Pozo es el director de dos titulaciones en UNIR, el Programa Avanzado en DevOps & Cloud y el Programa Avanzado en Cloud Computing. Aprovechamos para conocer mejor de qué manera esta tecnología está transformando la cultura de las empresas.
Para quienes no estén familiarizados con el término DevOps, ¿cómo lo describirías?
Cuando empezamos el curso siempre les pregunto a mis estudiantes esa misma cuestión. Les doy cuatro opciones: ¿es una tecnología, una metodología, una cultura, un perfil profesional? Les hago trampa, porque es un poco todo, pero si tuviera que reducirlo a una frase, trabajar en DevOps es acelerar la velocidad de entrega y desarrollo de software.
El término proviene de la unión de los términos en inglés development (desarrollo) y operations (operaciones). Es un perfil que surge de la confluencia de dos áreas profesionales que estaban enfrentadas en el sector tecnológico: por un lado, la formada por aquellos que estaban desarrollando código, los programadores; y por otro, la de quienes se encargaban de la administración de sistemas, de la instalación de servidores, de la lectura e interpretación del tráfico… La transformación tecnológica de las empresas lo ha confirmado: ambos mundos debían confluir.
¿A qué se debe esa necesidad?
Mientras que los desarrolladores pretenden crear nuevas funcionalidades o modificar las ya existentes, los administradores de sistemas buscan una mayor fiabilidad y optimización, es decir, generar estabilidad. En un entorno de herramientas dispares, con objetivos y métricas diversas, la falta de colaboración y comunicación entre estas dos partes solía conllevar frustración y desconfianza.
Por ello, si pensamos en desarrollar más rápido, con mayor calidad, optimizando el coste y siendo más eficientes, es esencial contar con DevOps, una metodología de desarrollo de software donde se involucran estos dos perfiles. Además, hay que sumarle una mayor calidad y una excelencia cultural, gracias a una gestión mucho más ágil y eficiente.
¿Qué funciones lleva a cabo un especialista con un perfil DevOps?
Son expertos que tienen la misión en la empresa de conocer y acelerar todo el ciclo de desarrollo de software, desde que se genera una idea hasta que se lleva a cabo. Es decir, acompañar su camino desde su creación, su integración, su paso por un entorno de pruebas y de ahí a preproducción y a producción.
Se encargan de identificar la usabilidad y las incidencias del ciclo de vida del software. El símbolo que lo representa es un infinito horizontal (∞), pues el circuito de trabajo está en constante retroalimentación, no tiene un principio ni un fin. Es precisamente esta cultura de aprendizaje, la que nos permite ver en tiempo real lo que está sucediendo en producción, qué funcionalidades gustan más a los usuarios, que está fallando…
Los perfiles DevOps se encargan de que el circuito de producción del software se haga cada vez más rápido y en más ocasiones. No hace falta esperar semanas o meses para desplegar el código y comprobar su comportamiento, sino que está integrado dentro de la propia organización.
¿Cuáles son los beneficios de esta forma de trabajar conjunta y más acelerada?
En entornos tradicionales, cuando teníamos a muchos equipos trabajando a la vez sobre un mismo producto, a la hora de confluir y subir cambios a producción, necesitábamos muchos controles y chequeos para garantizar que las piezas se integraban correctamente. Esto impedía desplegar con velocidad.
Con la metodología DevOps, se hacen varias subidas “pequeñas” incluso en el mismo día. Son muchos los estudios que operar. De este modo, favorece un mayor valor para el usuario final, porque habilitamos antes el activo en producción y también antes podemos preguntar al usuario si el producto es de su agrado. Las herramientas DevOps permiten que se mida e incremente esa velocidad.
¿Podrías ponernos un ejemplo práctico que nos ayude a entender este proceso?
Tradicionalmente, un desarrollador involucrado en un proyecto trabajaba por separado su código, el cual se unía al desarrollado por el resto de su equipo antes de ser entregado. Era entonces cuando se revisaba y probaba de manera manual, lo cual retrasaba la entrega. Por último, antes de la subida a producción, se testaba su uso y en ese momento se detectaban nuevas incidencias.
Ahora, los desarrolladores, gracias a las herramientas DevOps van compartiendo el código creado en el momento, subiéndolo a repositorios donde se agrupan en un entorno integrado de pruebas. Este paso ya optimiza mucho los tiempos. Luego, de manera automática, se pasa a preproducción compartiendo el código casi en tiempo real. De ahí, la importancia de tener un despliegue continuo de varios trabajos a la vez.
¿Qué tipo de herramientas se usan dentro de los programas que diriges?
En UNIR, tocamos todas las herramientas que abarcan todo el circuito de despliegue: desde las que permiten guardar el software de una organización; las que te ayudan a consolidarlo, compilarlo y ejecutarlo; y las que te posibilitan moverlo entre los diferentes entornos creados (de desarrollo, de pruebas, en PRE, en PRO).
Las herramientas DevOps permiten en cada una de estas transiciones integrar pruebas de calidad y controles de seguridad a través de automatizaciones. Ya una vez que estemos en producción utilizamos sistemas de alertado y de monitorización, que permiten entender qué sucede y cómo se comporta el producto.
¿Qué papel juega la nube en todo este proceso?
Veníamos de trabajar en entornos donde los sistemas estaban en centros de datos, bien propios de la organización o alquilados a un tercero. Lo que permiten las tecnologías cloud es olvidarnos de todo lo que tiene que ver con la configuración del hardware, la gestión de un centro de datos, la electricidad, la seguridad, el tener a una persona que vigila…
Ahora, todo esto se ofrece como servicio. Amazon Web Services o Azure, por ejemplo, te permiten levantar tu propio servidor en la nube con un entorno web o de comandos en cuestión de minutos, pudiendo centrarte como organización en lo que tiene más valor para tu modelo de negocio.
De hecho, trabajáis con Azure y con Amazon Web Services.
Son los dos grandes proveedores de cloud y quienes dominan el mercado. Son las dos tecnologías de referencia y tienen muchas similitudes, pero a la hora de implementarlas hay que conocer sus particularidades. Por ello, tenemos todo el curso organizado de una forma práctica en torno a las dos tecnologías, para que los estudiantes sean capaces de aprender a desplegar todas estas herramientas en ambos entornos cloud.
Tanto es así, que en las últimas ediciones hemos incorporado la posibilidad de que los alumnos puedan presentarse a certificaciones específicas de los niveles iniciales en ambas tecnologías.
¿Cómo puedo elegir el título que mejor encaja en mi perfil profesional?
Nuestro Programa Avanzado en Cloud Computing está centrado en las infraestructuras de Amazon Web Services y Azure, pensando en habilitar sistemas para desplegar cualquier tipo de aplicaciones y herramientas, desde sistemas web o data lakes, a sistemas de inteligencia artificial o internet de las cosas. Está más ligado a la computación, las redes, la seguridad, los entornos productivos, el escalado, las infraestructuras como código, la optimización de recursos y la eficiencia en costes.
El perfil profesional de quien se decante por el Programa Avanzado en DevOps está más centrado en la automatización, es más cercano al desarrollo y se enfoca en el ciclo de vida del software, así como en la calidad y la seguridad.
¿Qué profesionales han mostrado un mayor interés por este tipo de formación?
Es muy dispar. Hay un 30% o un 40% que viene del mundo del desarrollo web, otro 20% o 30% de administración de sistemas, otro tanto viene del mundo de las operaciones, pero también tenemos directores de organizaciones, responsables de finanzas… Hay un poco de todo.
Esto nos ha permitido nivelar las prácticas, ya que hay personas que se sienten más preparadas en la parte del desarrollo de software, pero la de administración de sistemas les cuesta un poco más o al contrario. En todo caso, lo que buscamos es que las prácticas estén muy dirigidas en todo momento por el claustro para que los estudiantes puedan aprender a su ritmo.
¿Cuál es la experiencia una vez acaban sus estudios?
Queremos que las personas que estudien alguno de los dos programas, salgan preparadas para trabajar en este tipo de entornos. Tenemos casos de éxito donde esto ya está sucediendo al encontrar en estos cursos la palanca para hacer un cambio profesional.
Hay que pensar que, actualmente, entre un 10% y un 15% de las empresas todavía no ha adoptado la tecnología cloud, y el resto estamos sumergidas en procesos para sacarles aún un mayor partido. Así que es un buen momento para reubicarse en el mercado laboral por el dinamismo que existe en este campo. Requiere un esfuerzo, pero es una inversión en uno mismo para el presente y, por supuesto, para el futuro.
