UNIR Revista
La moda sostenible o slow fashion apuesta por un consumo responsable de la ropa primando la calidad y perdurabilidad de las prendas, así como el respeto por los derechos laborales. En UNIR desgranamos sus principales características.
Su gran consumo de agua (1,5 billones de toneladas al año), así como los desechos y residuos (más de 92 toneladas al año), convierten al sector textil en la segunda industria más contaminante del planeta, según un estudio de la Universidad de Aalto, Finlandia. Frente a la fast fashion predominante de los últimos años en el sector de la moda ha surgido un movimiento contrapuesto: la moda sostenible o slow fashion, que apuesta por un consumo responsable de la ropa, fabricar prendas de calidad para que duren y producirla siendo respetuosos con el planeta y los derechos de los trabajadores.
Comprar ropa cada mes (o semana), tener en el armario más de 100 prendas, ponerse un vestido solo una o dos veces… la moda low cost se ha instalado en nuestra sociedad con unas consecuencias nefastas para el planeta. De hecho, es una de las más contaminantes tanto por su consumo de agua como emisiones de CO2 —especialmente en la producción de poliéster— y residuos. Cada vez se produce más ropa y, paralelamente, su uso medio se reduce. Ante esta situación en los últimos años ha aparecido una tendencia que busca justo lo contrario.
El término slow fashion se acuñó en 2007 de la mano de la diseñadora, profesora y escritora inglesa Kate Fletcher. En su origen tuvo poca repercusión pero, poco a poco, sus conceptos y principios de cómo enfocar el mundo de la moda se van asentando.
Características de la moda sostenible
El consumo responsable, respetuoso con el medio y los derechos de los trabajadores es la base del slow fashion. Así, entre las características de la moda sostenible destacan:
Origen de la materia prima
Los materiales que se usan para confeccionar la ropa tienen un gran impacto ambiental. El poliéster, por ejemplo, es una fibra sintética en la que se usa petróleo para su fabricación mientras que para producir algodón se requieren grandes cantidades de agua. Las alternativas más respetuosas incluyen el cáñamo, la lana, el bambú y el algodón orgánicos u optar por reciclar nailon y poliéster.
Sostenibilidad
Además del tipo de materia prima, se aplica a la propia filosofía de las firmas. No es necesario lanzar nuevas colecciones continuamente, sino hacerlo solo en función de las estaciones del año —o incluso menos— ni producciones masivas. Además, se tienen muy en cuenta los residuos que se generan procurando que la huella de carbono sea la menor posible.
Calidad y durabilidad
Frente a la moda de usar y tirar, el slow fashion apuesta por prendas de calidad y atemporales que duren más. Para ello se recomienda combinar las piezas clásicas con prendas especiales y con personalidad.
Kilómetro 0
Al igual que ocurre con los alimentos, consumir productos de proximidad redunda en su sostenibilidad al reducir el impacto ambiental del transporte. Sin embargo, el porcentaje de empresas textiles que tienen sus centros de producción en países en subdesarrollo sigue siendo tendencia. Frente a ello, las firmas que apuestan por el slow fashion confeccionan sus prendas en mercados locales.
Condiciones laborales
Una prenda no será realmente sostenible si para su fabricación no se han respetado los derechos humanos y laborales de las personas que las fabrican; es decir, sus horarios, descansos y un salario digno.
Precios
Relacionado con la cuestión anterior. La fast slow es sinónimo de low cost en gran parte por el tipo de materiales utilizados, el lugar donde se confecciona la ropa y la producción en masa. La moda sostenible aboga por unos precios justos que, a priori, son más elevados pero que a la larga son más económicos. No se trata de consumir mucho y barato sino poco pero de calidad y, por lo tanto, ropa más duradera.
Reciclaje
Puede hacerse tanto a nivel individual como empresarial donando la ropa, reconvirtiéndola en otra prenda, intercambiándola con amigos y familiares… Existen varias marcas que solo utilizan prendas usadas para realizar sus colecciones e, incluso, residuos procedentes de otros sectores como basura tirada al mar.
El slow fashion apuesta por repensar el sector de la moda y la producción masiva de ropa, calzado y complementos de usar y tirar. En definitiva, un consumo más consciente en el que prime la calidad, la perdurabilidad y la sostenibilidad, el cual necesita profesionales con la formación adecuada tanto para la confección de las prendas como para comunicar esa filosofía. El Máster en Marketing y Comunicación de Moda de UNIR te dará las herramientas para conseguirlo.