Las pruebas de software permiten controlar la calidad y funcionalidad de cualquier producto que se desarrolle; son la mejor garantía de que este no presenta fallos y se comporta adecuadamente.
Al igual que sucede en cualquier otro sector del mercado, los desarrolladores de software trabajan para ofrecer los mejores resultados en cuanto a calidad. Se trata de un ámbito en el que la competencia cada día es mayor y lo mismo sucede con el grado de exigencia por parte del consumidor o usuario. Así que es necesario garantizar que el producto cumple con todos los requisitos definidos por el cliente. Surge entonces la necesidad de aplicar las pruebas de software con las que garantizar que este se encuentra libre de fallos.
Las pruebas de software son el mejor método para confirmar la funcionalidad del producto que se está desarrollando. Deben aplicarse en todas las fases del desarrollo, desde el inicio del proyecto hasta el final, de manera que puedan descubrirse fallos aislados en un primer momento o detectar un comportamiento erróneo al final. Estas pruebas sirven, por ejemplo, para descubrir fallos en el diseño y la arquitectura del software, en la seguridad o en la escalabilidad.
Lo que se lleva a cabo durante estas pruebas es una evaluación minuciosa para verificar la funcionalidad de un determinado producto, es decir, comprobar que funciona tal y como debería hacerlo. Esto aporta varios beneficios que incluyen la solución de errores en una fase temprana, con lo que el esfuerzo para buscar una solución es menor. También se reducen gastos y hay un aumento del rendimiento.
Principales tipos de pruebas de software
Existen diferentes tipos de pruebas de software. Cada una tiene sus propias particularidades y, por lo tanto, aplicaciones distintas dependiendo de cuál sea el objetivo.
Pruebas unitarias o unit testing
Comprueban que cada una de las piezas o unidades más pequeñas del software en el que se está trabajando funcione correctamente. Estas pruebas se aplican de manera individual y son las primeras que deben realizarse durante todo el proceso de desarrollo.
Para ello, es necesario aislar esas unidades, que pueden ser fragmentos de código, para verificar su comportamiento. Al trabajar con unidades tan pequeñas es posible testear el proyecto por partes, sin necesidad de que esté terminado. Son muy rápidas y facilitan la comprobación de la legibilidad del código.
Entre sus ventajas está el ahorro de tiempo y de dinero, ya que permiten detectar errores al principio y evitar seguir avanzando arrastrando ese fallo que va a condicionar el resto del proyecto.
Pruebas de integración
Cualquier aplicación de software está formada por varios elementos que deben encajar a la perfección. El objetivo de estas pruebas es comprobar que los diferentes componentes operan bien juntos. En ocasiones sucede que un módulo que funcionaba perfectamente de manera aislada, una vez que se integra con el resto provoca algún tipo de fallo en el sistema, por lo que es necesario supervisar esa integración para obtener los mejores resultados.
Es un proceso más complejo y debe realizarse después de las pruebas unitarias.
Pruebas funcionales
Lo que se comprueba son las funciones del software creado para establecer la usabilidad y las características de cara al mercado. Son consideradas pruebas de caja negra o black-box testing porque lo que se verifica es el comportamiento del sistema, si todo funciona tal y como está establecido en el documento Software Requirement Specification (SRS).
Las pruebas unitarias y de regresión son pruebas funcionales.
Pruebas de aceptación
Antes de comenzar a trabajar, el equipo responsable del proyecto debe definir cuáles son los criterios de aceptación. Por otra parte, si durante la fase de desarrollo se toma cualquier decisión que añada o disminuya criterios, también debe dejarse constancia.
Durante las pruebas unitarias y de integración se realizarán las pruebas de aceptación para corroborar que todo el sistema funciona según lo esperado.
Pruebas de rendimiento
Se trata de chequear la respuesta del software ante cargas de trabajo diferentes y en condiciones reales. Sirven para definir cuestiones como la estabilidad o la velocidad de una aplicación de software y están directamente relacionadas con la experiencia del usuario y la tasa de conversión.
Las pruebas de carga, de resistencia, estrés, volumen, picos y escalabilidad son consideradas pruebas de rendimiento.
Pruebas de estrés
Antes de dar por finalizado el proceso de desarrollo de una software es necesario comprobar cuánta tensión puede soportar antes de que se produzca algún error. Para ello, se envía mucha más información de lo habitual para comprobar en qué punto se satura el sistema.
Pruebas de regresión
En ocasiones, el desarrollador decide modificar alguna funcionalidad en el sistema. Este tipo de pruebas tienen como objetivo comprobar que los cambios en un componente del software no provocan reacciones no deseadas o fallos en otros elementos no modificados. No tendría sentido introducir una nueva función si esto va a tener consecuencias negativas sobre el resto.
Pruebas de humo
Son pruebas funcionales que ayudan a determinar si el conjunto del software funciona bien y si está preparado para ser sometido a pruebas más exhaustivas. Están pensadas para garantizar la funcionalidad principal, así que si no se superan no se avanza ni se programa ninguna prueba más compleja. Hay que volver al punto de inicio.
Hay más tipos de pruebas de software, las cuales se abordan en profundidad en el Máster en Full Stack Developer de UNIR, tanto desde un punto de vista funcional como de sus objetivos.
Las pruebas de software contribuyen a aumentar la confianza de los usuarios, ya que el producto que se les presenta ofrece la garantía de haber sido testeado en todas las etapas de su desarrollo. Resolver un fallo durante el desarrollo siempre es menos costoso que tener que asumirlo una vez que el software está ya en el mercado, lo cual implicaría una pérdida de prestigio para cualquier marca.
