Pedro Fuentes Rueda
La realidad como fuente de inspiración es algo que todo guionista conoce. Quien tiene el deseo de contar historias siempre está atento a ella con el objetivo de encontrar temas, personajes, sucesos que puedan funcionar como detonantes de un guion. Pero la realidad siempre hay que adaptarla.
Paula y Marc tenían planeado pasar unos días de vacaciones disfrutando de la naturaleza y paseando con su Kayak por el pantano de Susqueda, en Girona. Desgraciadamente, algo se torció: al parecer fueron testigos de un hecho que no debían. Acabaron asesinados de un disparo cada uno y sus cuerpos y su coche hundidos en el pantano. Tras varios meses de búsqueda por parte de la policía, de interrogatorios, de revisar una y otra vez las cámaras de la zona, un hombre, que ya tenía antecedentes por haber matado a su mujer veinte años antes, es detenido como sospechoso.
Estos dramáticos hechos son los que estamos leyendo y escuchando de forma reiterada, en periódicos y cadenas de televisión, en los últimos días. Pero ¿por qué los mencionamos aquí, en un blog de guion? Porque como guionistas, sabemos que un suceso así, podría ser perfectamente el comienzo de una historia. Evidentemente, la prudencia y el respeto a las familias obliga a esperar que el tiempo pase y se aclaren todos los flecos de la investigación, pero es probable que, de aquí a un tiempo, se produzca una ficción que narre el crimen de Susqueda.
La realidad como fuente de inspiración es algo que todo guionista conoce, una capacidad que desarrollan los alumnos del Máster Universitario en Creación de Guiones Audiovisuales de Unir. Quien tiene el deseo de contar historias siempre está atento a ella con el objetivo de encontrar temas, personajes, sucesos que puedan funcionar como detonantes de un guion. El problema es que la realidad siempre hay que adaptarla, no se puede trasladar tal cual. Para que una historia funcione hace falta un punto de vista, hay que acotar los acontecimientos, los hechos se han de estructurar para dirigir la emoción del espectador y ahí es donde nace la labor del guionista. La realidad supera a la ficción, claro que sí. La realidad no necesita justificarse, ordenarse, ni entenderse. En el mundo real, las cosas pueden ocurrir porque sí, pero en los relatos, las reglas son otras.
La realidad como fuente de inspiración es algo que todo guionista conoce. Quien tiene el deseo de contar historias siempre está atento a ella con el objetivo de encontrar temas, personajes, sucesos que puedan funcionar como detonantes de un guion”
Aprovechando este tema, vamos a hacer un repaso de algunos conocidos crímenes de la historia que han sido base para grandes obras audiovisuales. Veamos también cómo se han construido y qué forma y recursos han utilizado para ser contados.
La huella del crimen
Esta serie es una de las más famosas de la historia de la televisión en España. Rodada en cine, tuvo tres temporadas de episodios independientes y en cada uno de ellos se contaba un caso famoso de la historia del crimen. Comenzó a emitirse en 1985 y contó historias como El Crimen de la calle Fuencarral, El crimen de los Marqueses de Urquijo o El secuestro de Anabel Segura. El punto de vista adoptado en la mayoría de estos episodios era el del asesino, seguíamos sus andanzas, el por qué llegaba a hacer lo que hacía y cómo era atrapado o no.
La cumbre de la serie llegó en forma de largometraje. La película Amantes fue dirigida por Vicente Aranda en 1991 y sus protagonistas fueron Victoria Abril, Maribel Verdú y Jorge Sanz. En principio iba a ser un episodio más, pero el material tenía tantas posibilidades que acabó siendo estrenada en cines. Este film contó de forma magistral un triángulo amoroso y cómo éste acabó con el asesinato del personaje protagonizado por Maribel Verdú. La escena en la que se cuenta esta muerte, es de lo mejor de la historia del cine español.
Todo el dinero del mundo
Viajemos ahora desde un clásico como La huella del crimen al cine más actual. Ahora mismo en cartelera podemos encontrar esta película dirigida por Ridley Scott. Cuenta el secuestro en 1973 del nieto de John Paul Getty, uno de los hombres más ricos del mundo. Lo interesante en este caso es que la protagonista, y por tanto el conflicto narrado, es el de la madre del secuestrado y su desesperado esfuerzo porque su suegro pague el rescate de su hijo.
Mindhunter
Esta serie de Netflix, de la que David Fincher es uno de sus creadores, cuenta la historia de un grupo de investigadores del FBI que se dedican a entrevistar a asesinos en serie encerrados en las cárceles de Estados Unidos. Todos ellos son asesinos que existieron en la realidad, pero en esta serie no vemos ni los asesinatos, ni las investigaciones que les llevaron a prisión. El ángulo elegido es el de este grupo cuasi-académico en cuyo ánimo está el sentar las bases de nuevos procedimientos de investigación y de indagación de la psique humana. Es una serie pausada y atípica pero original en su planteamiento y apasionante en su desarrollo.
Fargo
Al comienzo tanto de la película, como de todos los episodios de la serie, un cartel reza lo siguiente: “Esta es una historia verdadera. Los acontecimientos descritos en esta película ocurrieron en Minnesota en el año XXXX. A petición de los supervivientes, los nombres han sido cambiados. Por respeto a los muertos, el resto se ha relatado tal y como ocurrió.” Pues bien, este cartel es mentira: ni el largo ni la serie están basados en hechos reales. Todo es una vuelta de tuerca al género que estamos repasando y que los estadounidenses definen como True story movies.
A los efectos de este repaso, nos da igual que Fargo esté basado o no en hechos reales, lo importante para nosotros es la adopción de la comedia como tono para contar unos hechos terribles. El uso de lo cómico permite que el espectador coja distancia sobre los hechos que se relatan. Lo aterrador es cómo vamos reconociendo comportamientos muy humanos en seres que nos han causado la risa en un principio. Como las buenas comedias, Fargo nos apela a nosotros mismos y nos muestra un espejo deformado en el que quién más, quien menos, acaba sintiéndose reconocido.
The People v. O. J. Simpson: American Crime Story
Esta serie cuenta el crimen que supuestamente cometió el jugador de fútbol O.J. Simpson y en el que, según todos los indicios, mató a su mujer. En este caso, el énfasis se traslada al juicio. La protagonista es la fiscal del caso y la tensión se genera con su enfrentamiento contra el potente equipo de abogados del jugador. Es una serie que repasa de forma minuciosa todo lo que ocurrió en la realidad y que incluso calca planos de la emisión del juicio que se hizo en la televisión.
Casi al mismo tiempo que la serie de televisión, se produjeron cinco episodios de documental, tan interesantes como la ficción y que se enmarcaron dentro de una especie de nuevo género: las series documentales.
Series documentales
Para acabar con este repaso, veamos cómo algunos grandes crímenes también han sido contados en formato documental y más en concreto como serie. Además de la ya mencionada, son muy famosas las series Making a murderer y The Jinx. Esta última tiene la particularidad de que sirvió para esclarecer un caso que llevaba casi 20 años sin resolver.
Este género, al que también se denomina como True crime, acaba de entrar con fuerza en España. Estos documentales cuentan las historias de forma muy cinematográfica, dramatizando secuencias y con un uso expresivo tanto de la música como del montaje. La primera de estas series ha sido Muerte en León, producida por Movistar+, y cuenta el asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León a manos de dos mujeres, madre e hija.
La televisión generalista también ha apreciado que este puede ser un formato a explotar y ya se ha emitido en Antena 3 Lo que la verdad esconde: el caso Asunta, que cuenta el asesinato de la niña Asunta Basterra, presuntamente a manos de sus padres. La misma productora que ha hecho esta serie, Bambú, está ahora mismo produciendo otra serie documental para Netflix, en este caso sobre los crímenes de Alcàsser.