UNIR Revista
Entre las capacidades que debe tener un buen CEO o Director de Marketing están el liderazgo, saber trabajar en equipo, delegar, empoderar y tener capacidad de diálogo.
El éxito de un proyecto empresarial, un negocio, una marca, un producto o un servicio depende, en gran medida, de la capacidad de liderazgo de la persona que esté al frente del mismo. Contar con las habilidades directivas adecuadas es fundamental para ser más eficiente y que cada miembro de un equipo tenga claro cuáles son sus funciones, y saber gestionar posibles contratiempos.
Las habilidades directivas se pueden definir como aquellas competencias, capacidades y conocimientos que necesita tener tanto un director ejecutivo, CEO (por sus siglas en inglés de chief executive officer) o miembro de la alta dirección, como los máximos y diferentes responsables de los equipos y/o departamentos que integran una empresa, como el de marketing, recursos humanos, ventas, logística, etc.
No existe un listado estricto a la hora de determinar las habilidades empresariales. Sin embargo, entre las principales destacan:
Liderazgo
No se debe interpretar como mandar. Un buen líder debe tener la capacidad de gestionar equipos, motivarlos, guiarlos… De él depende crear el ambiente idóneo de trabajo para que se lleven a cabo los proyectos, que todas las personas se sientan partícipes y, por lo tanto, lograr que sean lo más eficientes posible.
¿Entre las aptitudes básicas? Ser empático, organizado y mantener una actitud de escucha. El liderazgo también implica saber aprovechar los diferentes talentos y capacidades de las personas que dependen de nosotros. Es decir: se trata más bien de lograr que los demás sigan los valores, principios y la misión de la organización, de acuerdo con su cultura organizacional.
Comunicación interpersonal
No basta con tener buenas ideas, sino expresarlas con corrección, ser persuasivo, lograr captar la atención de los demás y ser capaz de desenvolverse en diferentes contextos, de manera que la comunicación fluya de abajo a arriba, pero también en sentido horizontal y en diagonal dentro de la organización.
Un buen director sabrá dirigirse tanto a una audiencia pequeña—como sus colaboradores más próximos—como a grandes auditorios, como una asamblea de accionistas. Para ello, hay que tener en cuenta que no solo importa el lenguaje verbal, sino también el corporal, el tono de voz, la claridad al hablar, etc. Se trata, en definitiva, de demostrar dominio de las situaciones ante las audiencias respectivas.
Negociación
Un buen directivo debe tener la capacidad de negociar, lo que implica saber ceder y, al mismo tiempo, defender sus proyectos e ideas para lograr las mejores condiciones para su equipo, vender su marca y/o lograr los mejores contratos.
Un buen negociador será resolutivo, flexible, contará con confianza en sí mismo, escuchará y se adaptará a diferentes circunstancias, manteniendo distintos estilos de negociación tras evaluar y diagnosticar de forma estratégica cuál es la postura más conveniente en cada caso
Trabajo en equipo
Una cuestión fundamental, no siempre fácil y que requiere de coordinación es la del trabajo en equipo, que implica resolver controversias, delegar, planificar y marcar claramente cuáles son los objetivos y definir qué se espera de cada persona.
El trabajo en equipo permite ser más eficiente, complementar perfiles con capacidades diferentes, aprovechar todas las habilidades de los colaboradores y, por lo tanto, ofrecer un mejor servicio/producto. Un buen director debe garantizar que la comunicación sea clara y fluida entre todo el equipo y que todos sientan que cumplen una función importante.
Toma de decisiones y resolución de problemas
En la ejecución de un proyecto, el lanzamiento de un nuevo producto o servicio, marca, etc. pueden surgir conflictos y contratiempos que, si no se gestionan de forma adecuada, acabarán agravándose y poniendo en peligro el cumplimiento de objetivos.
Por eso, entre las habilidades directivas también debe figurar saber tomar decisiones—en tiempo y forma, fijar los objetivos y la estrategia a seguir y aprender a delegar tras evaluar las competencias y habilidades de los colaboradores. Lograr su compromiso y engagement es esencial para alcanzar el éxito y para que los seguidores reconozcan la capacidad de liderazgo de su responsable máximo y/o directo. Además, hay que tener en cuenta que del CEO o directores de departamento también dependen gestiones como—entre otras—afrontar crisis en una empresa, comunicar despidos o informar sobre cambios de sede.
Saber delegar
Relacionada con la cuestión anterior, se ha mencionado anteriormente que la persona que asume una función directiva tiene que confiar en su equipo y, por lo tanto, delegar tareas para llevar a cabo los proyectos en función de las capacidades de cada recurso humano. Tener el control de todo, participar en cada decisión o fase y no confiar en las opiniones de los seguidores o subordinados a su cargo no es una buena estrategia para ser eficientes y, además, suele derivar en una sobrecarga de trabajo.
Inteligencia emocional y social
En su día a día, un director ejecutivo debe gestionar, negociar y dialogar con diferentes equipos, otros CEOs, clientes, empleados, socios, accionistas, etc. Por eso, necesita una buena base y formación que va mucho más allá de la académica y la experiencia profesional, y en la que juegan un papel fundamental la inteligencia social, emocional y el carisma.
¿Qué implica esto? En pocas palabras: tener una serie de habilidades a nivel personal que redundará a nivel colectivo, como la empatía, capacidad de escucha, confianza en uno mismo, la asertividad y paciencia en situaciones de estrés. Si el líder de un proyecto pierde los nervios con facilidad, tiene malas contestaciones o impone sus ideas sin explicación o de manera impositiva, difícilmente tendrá la confianza del resto del equipo ni su figura será un modelo de referencia.
Contar con estas habilidades directivas y estratégicas al mismo tiempo resulta fundamental para convertirse en un buen líder que tome decisiones operativas y eficaces. Lograrlo no es una cuestión innata ni de magia sino que, en esencia, se aprende y desarrolla con la formación adecuada: lo puedes comprobar con el Máster en Marketing Estratégico online de UNIR.