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El arte de la oratoria en política se presenta como un aliado, pues a través de esta puede lograr agradar y convencer al público al que dirige su mensaje.
Política y oratoria han ido de la mano desde la Grecia Clásica. Sin duda, ser un buen orador en política es fundamental para lograr transmitir los mensajes de una forma agradable y persuasiva. La palabra se presenta como una herramienta imprescindible y la oratoria es el arte que le ofrece la posibilidad de dominar su uso para elaborar un discurso claro y convincente, que genere confianza.
No se trata exclusivamente de persuadir a quien escucha, ese discurso ha de provocar emociones positivas, la audiencia debe disfrutar con lo que está escuchando y por supuesto, entenderlo. Para ello, la oratoria cuenta con toda una serie de técnicas relacionadas con la expresión que van desde la correcta vocalización, al lenguaje corporal o la inteligencia emocional.
Una vez entendida la oratoria como un instrumento del que puede servirse la política, cabe establecer las características con las que debe contar un buen orador político:
- Para empezar, debe perder el miedo escénico y controlar los nervios que le pueda producir la idea de tener que hablar en público. Puede conseguirlo recurriendo a diferentes técnicas y, sobre todo, a la práctica y al trabajo constante.
- Ha de aprender a manejar tanto la voz como la respiración. El tono que emplee, su pronunciación y la velocidad con la que hable influyen en el modo en el que el público recibe el mensaje. El ritmo y la entonación adecuados contribuyen a mantener la atención.
- El uso correcto del lenguaje es imprescindible. Hay que desterrar muletillas y expresiones que indiquen un uso demasiado coloquial. Tampoco conviene emplear tecnicismos y, si son necesarios, debe explicarse su significado en el caso de que crea que pueden generar dudas.
- Por un lado está la capacidad de síntesis con la que destacar las ideas clave del mensaje y, por otro, la facultad para el desarrollo de cualquier tema. Ambas deben convivir en armonía a la hora de elaborar y pronunciar un discurso.
- Además de cuidar el contenido del mensaje hay que prestar especial atención a la presencia. Un buen orador no necesariamente debe ser una persona atractiva, pero sí debe cuidar su aspecto físico y su forma de vestir.
- Es importante saber escuchar y estar atento a las reacciones del público para saber si vamos en la dirección adecuada o es necesario introducir algún cambio.
- El orador debe tener una buena memoria, no solo para aprenderse el discurso. Puede recurrir a ella para salvar cualquier imprevisto, lo que generará una mayor confianza, un político leyendo inspira muy poca credibilidad.
- Son importantes también determinadas habilidades sociales, como la asertividad a la hora de defender sus ideas respetando las de los demás o la empatía para ponerse en el lugar de quien lo escucha. También la iniciativa y la capacidad de comunicación.
Claves de la oratoria política
De entre los distintos tipos de oratoria, la política exige una serie de cuestiones particulares:
- Ha de contar con un mensaje estructurado a partir del cual elaborar el discurso. Ese mensaje supone la base.
- El orador debe dominar el tema sobre el que va a hablar para poder mantener un discurso fluido. Cualquier titubeo o señal de duda provocaría en la audiencia desconfianza y rechazo.
- Comenzar a hablar sin conocer antes a la audiencia es un gran error. La oratoria y el discurso político tienen sentido porque van dirigidos a un público. Por esa razón, si el fin último es la persuasión, es prioritario saber ante quién se va a hablar, así será mucho más sencillo estructurar el mensaje y decidir qué tono emplear para tratar de convencerlo.
- Ese público no solo estará pendiente del lenguaje verbal que se emplee. La oratoria obliga a trabajar el lenguaje corporal, que debe adaptarse a la audiencia y el mensaje. Una postura erguida transmite seguridad, habitualmente el orador político permanece de pie y quieto detrás de un atril, pero su presencia se multiplica si sabe moverse y emplear los gestos exactos con los que enfatizar sus palabras. La gestualidad permite imprimir dinamismo a la disertación y favorece la empatía del público.
- Aunque pueda parecer lo contrario, en política la oratoria deja poco espacio a la improvisación. Hay unas ideas y un discurso redactado con el que transmitirlas y siempre desde la convicción. Para convencer hay que estar convencido, o en su defecto, parecerlo y mostrarse muy firme.
- En caso de que se incluya un turno de preguntas, la preparación previa debe anticipar posibles cuestiones y, si se plantea alguna que el orador no sabe responder, la huida hacia adelante no es un opción, mejor reconocer las propias limitaciones que dar una respuesta falsa.
¿Cómo formarte para ser un buen orador político?
La oratoria aporta toda una serie de ventajas a la política, las cuales pueden resumirse en una: ser la mejor herramienta para persuadir y convencer al público. La tarea no es fácil, exige muchísima práctica para dominar ritmos, tonos, gestos y cualquier otro recurso que vaya a emplearse.
El arte de la oratoria, como muchos la definen, no es innato. Es cierto que requiere algunas habilidades relacionadas con la personalidad del orador, pero debe aprenderse. El Máster en Oratoria y Retórica online de UNIR es la única formación oficial de esta categoría centrada en la argumentación informativa y el pensamiento crítico. Está diseñado para dar respuesta a las necesidades de diferentes perfiles, desde el periodismo al derecho, la publicidad y, por supuesto, las ciencias políticas.
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