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Las anemias hemolíticas autoinmunes son trastornos mediante los cuales se producen autoanticuerpos que destruyen glóbulos rojos, lo que provoca malestar corporal e incluso fiebre y vómitos.
La sangre es un fluido vital que se encarga de transportar oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo. Un trastorno sanguíneo o un mal funcionamiento de este proceso puede causar enfermedades o problemas crónicos o agudos. La anemia hemolítica autoinmune (AHAI) es un trastorno en el que se producen autoanticuerpos que atacan los glóbulos rojos, acortando y disminuyendo su supervivencia.
La anemia es la disminución de los glóbulos rojos en la sangre y las causas que la provocan pueden ser derivadas de otras enfermedades, trastornos hereditarios, efectos secundarios de algún medicamento e, incluso, la carencia de algún nutriente en la dieta. En concreto, las anemias hemolíticas autoinmunes pueden manifestarse a cualquier edad y afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es en este último grupo donde existe un predominio de casos (hasta un 60 por ciento).
Los anticuerpos que se producen en las AHAI reaccionan a diferentes temperaturas, lo que permite que se clasifiquen en cuatro tipos:
- Anemia hemolítica por anticuerpos calientes (IgG), cuando es una inmunoglobulina G.
- Anemia hemolítica por anticuerpos fríos (IgM), cuando la inmunoglobulina es M.
- Anemia por anticuerpos bifásicos, los cuales se pueden unir al glóbulo rojo a temperaturas bajas, de hasta 4ºC, y provocar la desaparición de estos glóbulos o hematíes.
- AHAI de tipo mixto, donde aparecen anticuerpos de tipo caliente como fríos, los cuales son los responsables del cuadro hemolítico.
Síntomas de la anemia hemolítica autoinmune
Este tipo de anemias se manifiestan de determinadas formas:
- Color oscuro de la orina. A veces puede notarse una tonalidad inusual en la orina.
- Ictericia. En ocasiones, la acumulación excesiva de bilirrubina en el cuerpo produce un tono amarillento en la piel y en la parte blanca del ojo (esclerótica).
- Dolores musculares y de cabeza. La anemia hemolítica autoinmune puede ocasionar este tipo de molestias corporales.
- Náuseas o vómitos. El malestar corporal es generalizado provocando también ganas de vomitar.
- Fatiga y debilidad inusual. La sensación de estar cansado, tener malestar general y hasta posibles taquicardias.
- Disnea o dificultad respiratoria. Este problema también puede manifestarse a través de la falta de aire o dificultad para respirar.
En los lactantes los síntomas frecuentes suelen ser: fiebre, vómitos o problemas para ingerir alimentos.
Diagnóstico de la anemia hemolítica autoinmune
El diagnóstico de las anemias hemolíticas autoinmunes se basa en el estudio correcto de estas manifestaciones clínicas para determinar si finalmente se padece esta enfermedad. Para llevarlo a cabo, se tiene que realizar una historia clínica completa y un examen físico exhaustivo, que busca evidencias clínicas donde se intuya signos de hemólisis o destrucción de glóbulos rojos.
Las pruebas diagnósticas que se aplican para detectar este tipo de anemias son:
Citometría hemática.
Con este estudio sanguíneo se puede medir la cantidad de hemoglobina presente en los glóbulos rojos, esta proteína es la encargada de conducir el oxígeno por todo el cuerpo. A través de esta prueba se detecta la anemia.
Prueba de Coombs.
Es una de las más eficaces para diagnosticar las anemias hemolíticas autoinmunes porque detecta los anticuerpos fijos sobre los eritrocitos o glóbulos rojos. En este test es fundamental determinar a qué antígeno del glóbulo rojo está dirigido el anticuerpo para encontrar con más facilidad un donante compatible en la transfusión del enfermo.
Para realizar un buen diagnóstico es clave contar con la formación adecuada. En este caso, el Máster en Oncología Pediátrica y Hematología de UNIR aporta el conocimiento necesario al titulado en medicina pediátrica para tomar las decisiones correctas en el ámbito de la hematología pediátrica cuando los trastornos sanguíneos afectan a los pacientes más pequeños.
Tratamiento de la anemia hemolítica autoinmune
Los especialistas en hematología aplican el tratamiento adecuado una vez se ha realizado un diagnóstico correcto. Es decir, el tratamiento depende del diagnóstico que se realice.
Para la anemia por anticuerpo caliente se aplica un tratamiento con corticosteroides; además, se pueden aplicar otros tratamientos con inmunosupresores. Para la anemia por anticuerpo frío, se evitan los corticosteroides y la esplenectomía o extirpación del bazo.
Cuando el paciente no responde al tratamiento tal y como se espera o en los casos en los que se dé una anemia muy grave, puede ser necesaria una transfusión. Pero esta terapia puede complicarse debido a la presencia de autoanticuerpos, que pueden atacar los glóbulos rojos del donante.