Román Rodríguez Curbelo
Jesús María Aranaz, director del Máster en Gestión de Seguridad Clínica del Paciente de UNIR, habla sobre la formación de los profesionales sanitarios en seguridad del paciente, una cuestión clave en el presente y el futuro del sistema sanitario.
La cultura de la seguridad en el mundo sanitario, un sistema de protección a los pacientes y a quienes curan y cuidan, afronta un futuro más organizado desde que en las últimas décadas, y especialmente con la pandemia, la conciencia en torno a esta disciplina le otorga el valor que merece.
Evitar riesgos y minimizar daños se revela así como un aspecto fundamental en salud, especialmente desde que, paradójicamente, la ciencia se sofistica y encuentra mejores métodos y remedios, pero también conlleva más riesgos.
La formación en este ámbito de los profesionales sanitarios supone, pues, el mayor reto. UNIR dispone del primer máster 100% online en esta materia. Sus aulas virtuales cuentan ya 11 ediciones y 655 alumnos egresados. Jesús María Aranaz, catedrático de Ciencias de la Salud, Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario Ramón y Cajal y eminencia en la materia, nos da las claves de esta formación única y cada vez más necesaria.
¿Cuál es la realidad de la formación en seguridad del paciente en España?
Francamente, muy mejorable. Podemos decir que la universidad no mira a la sociedad, ni tan siquiera a las necesidades expresadas por organizaciones profesionales. De hecho, si revisamos el programa de medicina, que incluye 37 competencias generales y 159 específicas, tan sólo una, la competencia específica 52, contempla la evaluación de la calidad asistencial y la seguridad del paciente. La enseñanza de esta materia en los grados de Ciencias de la Salud es testimonial, y siempre vinculada al interés particular que pueda tener algún profesor, casi siempre vinculado al Departamento de Salud Pública.
Apreciamos una extraordinaria disonancia con las necesidades expresadas por las organizaciones profesionales. El proyecto de profesionalismo médico (MPP) fue una empresa conjunta entre la Junta Estadounidense de Medicina Interna/Colegio Estadounidense de Médicos – Sociedad Estadounidense de Medicina Interna y la Federación Europea de Medicina Interna (ABIM/ACP-ASIM y EFIM). El grupo de trabajo estuvo compuesto por seis miembros de cada organización que se reunieron periódicamente entre 1999 y 2001 para formular el Physician’s Charter.
El resultado fue publicado conjuntamente en tres revistas de alto impacto, Annals of Internal Medicine, The Lancet y European Journal of Internal Medicine, con el título: “Profesionalismo médico en el nuevo milenio: una carta del médico”. Cuando manifiesta las cualidades que ha de tener el médico del tercer milenio, las resume en: competencia profesional, es decir, saber y saber hacer (conocimientos y habilidades); honestidad en el ejercicio profesional; garantía de confidencialidad en todo momento, y compromiso con la calidad asistencial y con la Seguridad del paciente.
La pregunta es: ¿cómo se puede estar comprometido (actitud) en algo que no ha sido contemplado entre las competencias profesionales que otorga la universidad? Habría que tener en cuenta que la seguridad del trabajador de la salud y la seguridad del paciente son dominios de práctica inseparablemente interconectados. No en vano, el riesgo de la práctica clínica es bidireccional.
Además, una serie de factores ha impedido hasta ahora la educación sobre la seguridad del paciente. Entre ellos, la falta de familiaridad de los educadores o formadores con la enseñanza de la seguridad del paciente como una nueva área de conocimiento y aprendizaje, la renuencia de las instituciones académicas a enseñar conocimientos fuera de las disciplinas clínicas a los estudiantes de ciencias de la salud, así como el fracaso de la educación para seguir el ritmo de los avances tecnológicos y del sistema para una atención segura.
En posgrado, contamos con la oferta, acreditada por ANECA, del Máster Oficial en Gestión de Seguridad Clínica del Paciente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), el primer máster 100% online en esta temática que cuenta con una experiencia de 11 ediciones, 655 alumnos egresados y 150 más en formación en estos momentos. El máster, que siguió en su diseño todo lo recomendado por la “Guía curricular multiprofesional” en seguridad del paciente de la OMS, contempla asimismo las recomendaciones más actualizadas para alcanzar tanto los siete objetivos como las 35 estrategias del Plan de Acción Mundial para la Seguridad del Paciente 2021-2030. Al observar las mejores prácticas dentro de la atención médica y otras profesiones e industrias de alto riesgo, está claro que se necesitan nuevos enfoques, incluidos los interprofesionales y multidisciplinarios, si se quiere que la educación y la capacitación desempeñen el papel completo que deben cumplir en la mejora de la seguridad del paciente.
Se necesitan nuevos enfoques si se quiere que la educación y la capacitación mejoren la seguridad del paciente
En este contexto, la simulación real no puede faltar en un programa de formación especializada en seguridad del paciente. El Máster de UNIR incorpora esta tecnología en forma de talleres virtuales, que permiten al estudiante recordar el 90% de lo que hace, de acuerdo con el cono de Edgar Dale,
También le capacita para analizar, crear y evaluar, incorporando en sus modalidades de enseñanza el “estudio de casos”, en el que el aprendizaje se alcanza mediante el análisis de casos reales o simulados. Tratamos asimismo el “aprendizaje basado en problemas”, en el que los estudiantes llevan a cabo un proceso de investigación, análisis y reflexión que culmina con la respuesta a una pregunta realizada por el profesor. Y el “aprendizaje cooperativo”, en el que hay un enfoque interactivo de organización del trabajo en el aula, en el cual los estudiantes son responsables de su aprendizaje y del de sus compañeros, en una estrategia de corresponsabilidad para alcanzar metas e incentivos grupales.
Desde que apareciera la Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente de la OMS hace 18 años, ¿cómo ha cambiado la seguridad del paciente en estos años?
Han pasado 20 años desde que la 55.ª Asamblea Mundial de la Salud adoptara una resolución, instando a los Estados miembros a prestar la mayor atención posible al problema de la seguridad del paciente y a establecer y fortalecer los sistemas basados en la evidencia para mejorar la seguridad del paciente y la calidad de la atención médica.
En octubre de 2004 se estrenó la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente como una asociación de trabajo entre la OMS y expertos externos, líderes de atención médica y organismos profesionales. Esta iniciativa fue un paso muy importante en la lucha por mejorar la seguridad de la atención sanitaria en todos los Estados miembros. Trabajando en asociación con la OMS, la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente asumió este papel y rápidamente se inició un ambicioso programa de trabajo, ampliamente respaldado, que podemos sintetizar en tres grandes desafíos.
El primer desafío mundial por la seguridad del paciente tuvo que ver, en 2005, con las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria: “Una atención limpia es una atención más segura”. Este tema se convirtió en un elemento clave de los primeros trabajos de la OMS, al que siguió dos años más tarde el segundo desafío mundial por la seguridad del paciente: “La cirugía segura salva vidas”. Ambos retos globales tenían como objetivo obtener un compromiso mundial y generar acciones para reducir las infecciones y los riesgos asociados a la atención de la salud.
En 2017 aparece el tercer desafío: “Reducir los daños causados por los medicamentos”. Pretende subsanar las deficiencias en los sistemas de salud que llevan a errores de medicación y, como consecuencia de ellos, a daños graves. En la iniciativa se establece cómo mejorar la prescripción, distribución y consumo de los medicamentos, y se llama la atención de los pacientes sobre los riesgos asociados a un uso inapropiado de estos.
La última aportación de esta etapa es el Día Mundial de la Seguridad del Paciente, establecido por la Asamblea Mundial de la Salud en 2019. Se celebra el 17 de septiembre de cada año para dar a conocer este tema en todo el mundo, fomentar la colaboración de la población para que la atención de salud sea más segura y promover las acciones mundiales encaminadas a prevenir y reducir los daños causados a los usuarios. Cada año se selecciona un tema distinto para destacar un aspecto prioritario de la seguridad del paciente en torno al cual se necesita actuar para que la asistencia de salud no cause daños evitables y para alcanzar la cobertura sanitaria internacional.
¿Hay margen de mejora en la seguridad del paciente?
Sin duda, como decía Cyril Chantler, la medicina en el pasado solía ser simple, poco efectiva, pero relativamente segura. Hoy en día es compleja, muy efectiva, pero potencialmente peligrosa para los pacientes. De hecho, la carga de la (in)seguridad del paciente sigue ofreciendo cifras de vértigo. En el terreno sanitario, cabe esperar que un 10% de pacientes sufra un evento adverso (EA) cuando reciba asistencia en el hospital y que se produzcan alrededor de 134 millones de EA al año, que provocarán 2,6 millones de muertes (el 60% en países con ingresos bajos y medios). Como novedad, se ha observado que la mitad de la carga mundial de morbilidad derivada del daño al paciente se origina en la Atención Primaria.
El coste social de los eventos adversos asociados a la asistencia sanitaria varía entre 1 y 2 billones de dólares por año, y en los países de altos ingresos, el 15% del gasto hospitalario se puede atribuir a fallos en la seguridad. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud británico pagó 1.630 millones de libras esterlinas en costes de litigios relacionados con fallos en la seguridad del paciente entre 2017 y 2018. Un enfoque de capital humano sugiere que eliminar el daño podría impulsar el crecimiento económico mundial en más de un 0,7 % anual.
¿Cómo se proyecta la seguridad del paciente para la próxima década?
La 74ª Asamblea Mundial de la Salud puso en marcha en mayo de 2021 la «Acción mundial sobre la seguridad del paciente: 2021-2030» para priorizar la seguridad del paciente como paso fundamental en la construcción, diseño, funcionamiento y evaluación del rendimiento de los sistemas sanitarios a nivel mundial.
El Plan de Acción Mundial para la Seguridad del Paciente 2021-2030 (PAMSP) proporciona la orientación necesaria para que los gobiernos de los países, las organizaciones y asociaciones, los centros sanitarios y la secretaría de la OMS puedan poner en marcha dicha resolución en ese marco temporal. El plan está estructurado en siete objetivos estratégicos, con cinco acciones por objetivo:
- Objetivo 1: Políticas para eliminar el daño evitable en la atención médica.
- Objetivo 2: Sistemas de alta confiabilidad.
- Objetivo 3: Seguridad de los procesos clínicos.
- Objetivo 4: Involucrar al paciente y su familia.
- Objetivo 5: Educación, habilidades y seguridad de los trabajadores de la salud.
- Objetivo 6: Información, investigación y gestión de riesgos.
- Objetivo 7: Sinergias, solidaridad y alianzas multisectoriales.
Aporta una definición de seguridad del paciente novedosa y acorde a los avances logrados en estas dos décadas previas, introduciendo el término de cultura de seguridad en el cuerpo de la definición: “La seguridad del paciente en las organizaciones sanitarias se entiende como un conjunto de actividades coordinadas que facilitan una cultura y unos comportamientos seguros entre los profesionales y que se apoya en unas tecnologías y entornos en los que se aplican procedimientos que disminuyen los riesgos de forma constante y sostenible, reduciendo daños evitables y haciendo menos probable el error. Y en caso de que este se produzca, los sistemas estarán preparados para disminuir también el impacto del daño”.
También introduce propuestas muy sugerentes en el quinto objetivo que invitan a un análisis más detallado y a una reflexión sosegada.
¿Qué es exactamente la “cultura de la seguridad” en las organizaciones sanitarias?
Una definición informal de cultura es “la forma en que hacemos las cosas aquí, cuando nadie está mirando”. Una definición más académica sería: “Un patrón integrado de comportamiento individual y organizativo, basado en creencias y valores compartidos, que busca reducir al mínimo el daño que podría sufrir el paciente como consecuencia de la atención sanitaria”. Implica por tanto a los profesionales, a los pacientes, pero también a la organización concreta y al sistema general en que se enmarca, y sus tres elementos nucleares son la formación, la información y la comunicación, con un nexo que los une: el lenguaje oral y no verbal.
En consecuencia, la cultura no debe ser reactiva ni culpabilizadora, sino más bien proactiva y responsable. Para ello se ha adoptado el término de “cultura justa”, aquella que reconoce la complejidad de las situaciones y que, si bien la mayoría de los fallos en la seguridad del paciente son el resultado de sistemas débiles, hay una minoría de situaciones en las que un individuo debe rendir cuentas como, por ejemplo, cuando ha habido un comportamiento imprudente o mala conducta intencional.
¿Qué aporta el Plan de Acción Mundial de Seguridad del Paciente 2021-2030 a la formación de los profesionales sanitarios?
El objetivo estratégico 5, sobre la educación, las habilidades y la seguridad de los trabajadores de la salud, se plantea inspirar, educar, capacitar y proteger a los profesionales para que contribuyan al diseño y la prestación de sistemas de atención seguros. Esto implica la necesidad de extender la formación en seguridad del paciente a los grados de Ciencias de la Salud, a los posgrados, a la formación especializada de médicos (MIR), enfermeros (EIR), químicos (QIR), biólogos (BIR), psicólogos (PIR) y físicos (FIR), y, por supuesto, a la formación continuada. Para alcanzar esta meta, hay que avanzar en cinco estrategias:
- Estrategia 1: Incorporar la seguridad del paciente en los planes de estudios de pregrado y posgrado de los profesionales de la salud y en el desarrollo profesional continuo, con especial énfasis en el aprendizaje interprofesional.
- Estrategia 2: Identificar y establecer colaboraciones con centros de excelencia en educación y formación en seguridad del paciente.
- Estrategia 3: Asegurar que las competencias básicas de seguridad del paciente sean parte de los requisitos reglamentarios para los profesionales de la salud.
- Estrategia 4: Vincular el compromiso con la seguridad del paciente y con los sistemas de evaluación de profesionales y gestores sanitarios.
- Estrategia 5: Diseñar entornos y prácticas de atención para proporcionar condiciones de trabajo seguras para todo el personal.
El Máster en Gestión de la Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de UNIR asegura la capacitación indispensable para asegurar el ejercicio de unas prácticas clínicas seguras.
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