Carmen García de Leaniz
La familia es esencial para la salud mental, física, emocional y social de los hijos. Por eso es muy importante que los padres reciban formación y apoyo para desarrollar la confianza y las competencias necesarias. Descubre tus fortalezas y puntos de mejora.

“La familia es la primera célula esencial de la sociedad humana”, (papa Juan XXIII).
Cada vez son más las instituciones y las investigaciones científicas que demuestran la importancia que tiene la familia, para la salud mental, física, emocional y social de los hijos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como el “estado de bienestar psicológico que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad”.
Es esencial crecer en un ambiente familiar de aceptación, respeto, seguridad y afecto, unos elementos indispensables para favorecer la salud y el desarrollo integral de los niños, desplegando su potencial como persona.
Principios educativos de la familia
Conscientes del impacto de la familia en la salud mental de los niños, tanto la OMS, como Unicef, Naciones Unidas y el Consejo de la Unión Europea, señalan la importancia de que los padres y madres reciban formación y apoyo para desarrollar la confianza y las competencias necesarias para educar a sus hijos siguiendo unos principios educativos de parentalidad positiva.
Tras diversos estudios e investigaciones, se ha demostrado que fomentan el desarrollo socio-emocional adecuado, así como el bienestar físico y mental infantil (Rodrigo y Palacios, 1998). Estos principios son los siguientes:
- Amor incondicional: Generar vínculos afectivos cálidos para que tus hijos se sientan seguros, aceptados y queridos, incluso cuando “se portan mal”, de manera que puedan asentar las bases para desarrollar una sana autoestima, esencial para construir en el futuro, relaciones saludables.
- Responsabilidad: Establecer rutinas y hábitos en el día a día familiar para que aprendan normas, límites y valores indispensables para poder integrarse y ser aceptados socialmente.
- Sensibilidad: Validar sus emociones, sus experiencias y atender a sus necesidades físicas, psicológicas, emocionales y sociales. Esta validación, sentará las bases para que tus hijos reconozcan, comprendan y aprendan a gestionar sus emociones, cuidando su equilibrio emocional. Además, abrirá la puerta al desarrollo de la empatía, facilitando que validen las emociones de los demás, mostrando comprensión y sensibilidad hacia las necesidades de los que les rodean.
- Comunicación y confianza: Crear momentos y espacios de escucha y reflexión para que aprendan a “parar y reflexionar antes de hablar”, para que aprendan a expresarse desde el respeto a sí mismos y al otro; para que aprendan a escuchar y comprender, desarrollando la “flexibilidad de perspectiva”, que les facilitará abrirse a diferentes puntos de vista, ser más tolerantes y desarrollar su capacidad para dialogar y resolver conflictos con mayor facilidad.
- Motivación: Como padres, tenemos la responsabilidad de motivar, apoyar e inspirar seguridad en tus hijos en el proceso de aprendizaje, naturalizando los errores como parte del aprendizaje, reconociendo sus esfuerzos más allá de sus logros académicos, para desarrollar así la capacidad de “aprender a aprender” y la “capacidad de automotivación”, clave para lograr las metas personales y profesionales.
- Respeto: Educar sin castigos físicos ni psicológicos, ya que daña, no sólo su integridad física, sino que atenta contra su dignidad humana. Además, promueve “la repetición del modelo”, aumentando las probabilidades de que estos niños, futuros adultos, maltraten o sean maltratados, al crecer naturalizando este tipo de relaciones.
Fortalezas y objetivos de mejora
¿Cuáles de estos principios educativos seguís en vuestra familia? Examina en qué medida consideras cada uno de ellos como una fortaleza u objetivo de mejora en tu estilo educativo. También te reto a que reflexiones sobre tu grado de coherencia al integrarlos en el día a día familiar, valorando con honestidad y humildad, si es una fortaleza o un área de mejora las siguientes cuestiones:
- ¿En qué medida estás plenamente presente en los momentos que compartes con tu hijo/a (en vez de estar trabajando, mirando el móvil, ausente con preocupaciones, viendo la tele o haciendo otras tareas)?
- ¿En qué medida tienes muestras de cariño y cercanía con tu hijo/a (abrazos, besos, palabras cariñosas, sonrisas, caricias, etc)?
- ¿En qué medida estás disponible para atender las necesidades de tu hijo/a?
- ¿En qué medida muestras sensibilidad ante los estados emocionales de tu hijo/a, validando su emoción, sin restarle importancia o juzgarla?
- ¿En qué medida aplicas los límites con cariño y con firmeza, en vez de permitir que se los salten o imponerlos con amenazas, gritos o castigos físicos?
- ¿En qué medida motivas, apoyas en la organización e inspiras seguridad en tu hijo al afrontar los estudios, en vez de regañarle por lo que no hace o vaticinar un suspenso, un fracaso escolar, profesional/vital? (Ojo! “hacer los deberes a tu hijo”, no le ayuda a desarrollar su autoconfianza, sino que genera sentimiento de dependencia e incapacidad.
- ¿En qué medida generas en el día a día, momentos y espacios para hablar y compartir con confianza, contándole tus desafíos, alegrías y preocupaciones y escuchando las suyas?
- ¿En qué medida, cuando os enfadáis o tenéis un conflicto, buscas el momento para dialogar desde la calma y resolverlo, en vez de seguir como si nada ocurriera o dejar de hablar hasta que “se enfríe la situación” y “olviden las cosas”, sin hablarlas?
¿Te atreves a preguntarle a tu hijo/a u otras personas que te acompañan en su crianza qué nota te ponen en las cuestiones anteriores?
Siempre estamos a tiempo de elegir cultivar en nuestra familia el respeto, la seguridad y el amor incondicional, comenzando por uno mismo. Como padre/madre, puedes seguir creciendo como persona, puedes desarrollar tu inteligencia emocional para desarrollar la confianza y las competencias necesarias para educar cuidando tu salud mental y la de todos los miembros de tu familia.
- Facultad de Ciencias de la Salud