UNIR Revista
El uso de protocolos sanitarios mejora la calidad en la asistencia sanitaria, reduce el número de procedimientos innecesarios y aporta mayor protección legal a los profesionales de la salud.
La actualización es una cuestión fundamental en sanidad ya que de lo contrario la práctica clínica puede verse deteriorada y conllevar una toma de decisiones erróneas o desfasadas que impliquen una atención sanitaria deficitaria y de poca calidad. Para ello, fundamentar las recomendaciones y la práctica profesional en la evidencia científica se hace más que necesario, de ahí la necesidad de saber cómo hacer un protocolo sanitario.
La atención sanitaria, ya antes de la pandemia del COVID-19, sufre una presión que va en aumento. Debe controlar costes, ser eficaz en los cuidados, velar por la salud y seguridad de los pacientes…muchas veces sin los medios ni personal suficientes. Los profesionales sanitarios deben tomar decisiones constantemente a partir de sus conocimientos y experiencia o a través de las indicaciones de otros colegas.
Ante esta situación, los protocolos sanitarios representan una importante herramienta para los profesionales en su desempeño diario y frente a esa presión asistencial antes citada. Es más, los entornos de trabajo saludables que cuentan con protocolos sanitarios redundan en beneficios financieros para las instituciones, ven disminuida la pérdida de su productividad, reducen los costes de la atención sanitaria, así como los gastos derivados de los sucesos adversos para el paciente.
No obstante, para que los protocolos sanitarios y guías de buenas prácticas funcionen es necesario que los profesionales estén respaldados por procesos de planificación adecuados, además de contar con los recursos y medios necesarios para su implementación.
Fases de desarrollo de un protocolo sanitario
Los protocolos sanitarios incluyen un conjunto de actividades o procedimientos relacionados con un determinado proceso asistencial. Están consensuados entre los profesionales y adaptados al entorno, así como a los medios disponibles. Lo idóneo es que sean constantemente revisados.
Así, y una vez definido el tema a protocolizar, se establecen las siguientes fases sobre cómo hacer un protocolo sanitario:
Fase de preparación
Se establece una estructura definida y todos los conocimientos necesarios sobre el problema de salud a protocolizar, atendiendo a la magnitud del mismo, así como a su repercusión en la comunidad.
Fase de elaboración
Se redacta un documento con todos los datos y conocimientos recopilados sobre el tema a tratar; conviene que sea un texto breve, que incluya solo la información imprescindible y que esté adaptado al medio al que va dirigido.
Fase de análisis crítico
El documento se somete a una discusión entre profesionales que lo vayan a llevar a la práctica, y a los usuarios si procediera, y posteriormente el texto se modificará de acuerdo a las conclusiones del análisis.
Fase de difusión e implantación
Se difunde entre todo el personal implicado en el mismo y se fija fecha de puesta en marcha
Fase de evaluación
En ella se establece la periodicidad con la que deberá ser analizado el cumplimiento del mismo para garantizar su utilidad.
La importancia de establecer un protocolo sanitario
Los protocolos sanitarios son documentos de trabajo encaminados a facilitar la intervención clínica, proporcionar a los usuarios una atención de calidad y orientar la toma de decisiones correctas. Son directrices que ayudan a sistematizar los procesos asistenciales ante la variabilidad de indicaciones médicas y quirúrgicas en la práctica clínica.
A su vez, promueven una adecuada utilización de los recursos y tecnologías durante el proceso asistencial, reducen el número de procedimientos innecesarios en la atención sanitaria y aportan una mayor protección legal a los profesionales de la salud en su desempeño diario.
Otro los beneficios de los protocolos es que reduce la variabilidad en la práctica clínica al unificar criterios entre profesionales, a la par que ayuda a los pacientes a estar mejor informados durante el proceso asistencial.
Son, además, herramientas que contribuyen a tomar decisiones en momentos de incertidumbre porque contribuyen a normalizar la práctica y son fuente de información para los profesionales sanitarios, a la vez que facilitan una mejor atención al personal de nueva incorporación.
Legislación sobre protocolos sanitarios
En la normativa española, los protocolos sanitarios están contemplados en la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS), por la que durante la práctica asistencial “se tenderá a la unificación de los criterios de actuación, que estarán basados en la evidencia científica y en los medios disponibles y soportados en guías y protocolos de práctica clínica y asistencial”.
Establece, asimismo, que “los protocolos deberán ser utilizados de forma orientativa, como guía de decisión para todos los profesionales de un equipo, y serán regularmente actualizados con la participación de aquellos que los deben aplicar”.
Por otro lado, y en el área de la Prevención de Riesgos Laborales, citar el Real Decreto 843/2011, de 17 de junio, por el que se establecen los criterios básicos sobre la organización de recursos para desarrollar la actividad sanitaria de los servicios de prevención. Esta norma fija que el Ministerio de Sanidad, en coordinación con las comunidades autónomas, y oídas las sociedades científicas y los agentes sociales, deberá elaborar y mantener actualizada una guía básica y general de orientación de las actividades de vigilancia de la salud para la prevención de riesgos laborales, que incluirá los criterios de buena práctica profesional de calidad de la actividad sanitaria en prevención de riesgos laborales, así como, guías y protocolos de vigilancia específica de la salud de los trabajadores.
Para la elaboración de los protocolos sanitarios pueden ser útiles también los principios directores de los Protocolos de la Asociación Médica Canadiense (Guidelines for Canadian Clinical Practice Guidelines, Ontario, 1994), que se describen como “principios para orientar el proceso de elaboración de protocolos clínicos”.
Con todo ello, los protocolos sanitarios proporcionan una inestimable información a los investigadores y expertos. Facilitan el trabajo clínico, elaborado mediante una síntesis de información que detalla los pasos a seguir ante un problema asistencial específico. Están consensuados entre los profesionales, con carácter de acuerdo a cumplir, y se adaptan al entorno y a los medios disponibles. Configurar un buen protocolo no es sencillo y requiere de información especializada como la que ofrece el Máster en Seguridad del Paciente online de UNIR.
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