UNIR Revista
Desde UNIR analizamos una de las metodologías de aprendizaje en el ámbito de la psicología, el condicionamiento operante o instrumental, qué es y sus principales objetivos y funciones.
El condicionamiento operante o instrumental es el término que se emplea para referirse al método de aprendizaje que se produce a través de la asociación de refuerzos (recompensas) y castigos con una determinada conducta. De esta forma se lleva a cabo una asociación entre el comportamiento y la consecuencia de este.
El objetivo principal de esta disciplina es aumentar o disminuir la probabilidad de que una conducta se vuelva a repetir. Las acciones que obtengan una recompensa tenderán a realizarse de nuevo; las que obtengan un castigo dejarán de hacerse. Además, persigue también los siguientes objetivos:
- La adquisición. Conducta que se asocia al refuerzo positivo y/o al refuerzo negativo. Como consecuencia del refuerzo, la conducta cada vez se da más rápidamente y más veces.
- La extinción. Esta se centra en eliminar el reforzamiento de una conducta. Al suprimirla, la frecuencia de esta va decreciendo. No es un proceso inmediato sino gradual por lo que no puede esperarse que la conducta desaparezca al momento. Por este motivo es importante insistir en la aplicación de esta práctica para asegurar la eliminación de la conducta, ya que a veces puede darse el fenómeno de “recuperación espontánea”, donde una conducta que ya había desaparecido vuelve tras un corto período de tiempo.
Las bases del condicionamiento operante
El psicólogo estadounidense Burrhus Frederic Skinner (1904-1990) es considerado el padre del condicionamiento operante, aunque sus formulaciones están basadas en ideas que previamente plantearon autores como Iván Pávlov (1849-1936) y John B. Watson (1978-1958). Los pilares en los que se basa el condicionamiento operante son:
Respuesta instrumental u operante
Hace mención a cualquier tipo de comportamiento que induce a una consecuencia concreta que puede variar en función de esta conducta. Su nombre hace referencia a su utilidad para lograr un fin, de ahí lo de instrumental, y también a que actúa sobre el entorno, por ello lo denomina operante.
Consecuencia
Esta teoría defiende que una consecuencia es resultado de una respuesta, pudiendo ser esta, positiva o negativa para la persona. La consecuencia positiva se denomina refuerzo y la negativa, castigo. Cuando existen consecuencias positivas, aumentan las posibilidades de que se produzcan respuestas, mientras que en el caso de padecer castigos, disminuyen. Los expertos en condicionamiento operante insisten en clarificar que lo que se refuerza o castiga son conductas y no sujetos.
Reforzamiento
Es la denominación que se le otorga a las consecuencias de los comportamientos cuándo posibilitan que exista una mayor probabilidad de que vuelvan a repetirse. El reforzamiento puede ser tanto positivo como negativo. En caso de reforzamiento positivo se trata de una compensación por haber concluido una respuesta, mientras el negativo se refiere a la supresión de impulsos desagradables.
Castigo
Toda consecuencia de una conducta que disminuya las opciones de que se repita, es un castigo. Al igual que sucede con el reforzamiento, el castigo puede ser positivo o negativo. En el castigo positivo se aplica un estímulo repulsivo para que el individuo cese en la realización de una determinada conducta. En el caso del castigo negativo, el modo de proceder es retirar un estímulo deseado por el sujeto ante la materialización de un comportamiento. En un castigo positivo se trata de dar algo que no gusta al individuo para evitar una repetición de un comportamiento y en el castigo negativo lo que se hace es retirar algo positivo al sujeto que se ha comportado de una forma determinada.
Diferencia entre el condicionamiento clásico y el operante
Si el psicólogo estadounidense B.F. Skinner es la figura más representativa del condicionamiento operante, el autor principal del condicionamiento clásico es Iván Pávlov.
Condicionamiento clásico
Consiste en la asociación de un estímulo incondicionado, es decir, uno que por sí mismo ya propicia una respuesta, con un estímulo neutro, que por sí mismo no provoca esa respuesta. Así, cuando ambos estímulos se dan conjuntamente de forma reiterativa, el estímulo que no provocaba respuesta sí lo hará. Un ejemplo de este tipo de condicionamiento clásico es el comportamiento de los perros cuando ven el plato en el que habitualmente se les pone su comida. En un primer momento no lleva aparejada ninguna sensación, pero cuando se repite en el tiempo la presencia del plato con el momento de comer, los perros empezarán a experimentar la excitación propia que les produce la comida únicamente con ver el plato: habrán asociado al plato con su contenido habitual.
Condicionamiento operante
Defiende que si una conducta posee consecuencias positivas para quien la lleva a cabo será más probable que se repita y, por el contrario, si las consecuencias son negativas, la probabilidad será menor.
Así, la diferencia fundamental que existe entre el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante reside en que mientras el primero se centra en el aprendizaje de datos sobre un estímulo, el segundo supone aprender sobre las consecuencias de la respuesta.
Principales conductas operantes
Los métodos o conductas basadas en el condicionamiento operante son muy numerosas y dependiendo de si el objetivo es desarrollar conductas o eliminarlas se emplearán unas u otras. Estas son algunas de las más utilizadas:
Técnicas operantes para el desarrollo de conductas:
- Modelamiento. Se presenta un modelo o ejemplo conductual para que el individuo pueda imitarlo. A medida que el sujeto replica la acción se refuerzan los intentos correctos, fomentando así la adquisición de la conducta objetivo.
- Instigación. Consiste en proporcionar pistas o estímulos que incentiven al individuo a realizar la conducta deseada. Estas pistas pueden ser visuales, auditivas o táctiles, y se utilizan para aumentar la probabilidad de que se realice la conducta en cuestión.
- Desvanecimiento. Implica la disminución gradual de las ayudas o estímulos que facilitan la ejecución de la conducta deseada. Con el tiempo, el sujeto se acostumbra a ejecutar la conducta sin la necesidad de estímulos externos.
- Reforzamiento. Se presentan consecuencias agradables o deseadas después de la ejecución de la conducta deseada. Esto aumenta la probabilidad de que la conducta se repita en el futuro. Puede dividirse en refuerzo positivo (agregar algo agradable) y refuerzo negativo (eliminar algo desagradable).
- Encadenamiento. Implica la enseñanza de una secuencia de pasos o acciones individuales que conducen a la realización de una conducta más compleja. Cada paso se aprende y refuerza por separado antes de unirse en una secuencia coherente.
Técnicas operantes para la eliminación de conductas:
- Extinción. Consiste en dejar de ofrecer una recompensa a una determinada conducta, para que la respuesta deje de producirse. Al privar a la conducta de las consecuencias positivas que la mantienen, la probabilidad de que se repita disminuye con el tiempo.
- Castigo. Implica la presentación de consecuencias negativas después de la ejecución de una conducta no deseada, con el objetivo de reducir su frecuencia. Puede ser un castigo positivo (agregar algo desagradable) o un castigo negativo (eliminar algo agradable).
- Tiempo fuera. Se aísla temporalmente al individuo del entorno en el que se está manifestando la conducta no deseada. Al hacerlo, se reduce la posibilidad de recibir recompensas o atención por esa conducta.
- Sobrecorrección. Implica que el individuo debe corregir la conducta no deseada de manera excesiva o a través de acciones positivas que contrarresten el efecto de la conducta negativa. Esto puede ayudar a crear una conexión más clara entre la conducta y sus consecuencias.
Estas son solo algunas de las técnicas operantes utilizadas para el desarrollo y la eliminación de conductas en el condicionamiento operante. Cada técnica tiene su propio enfoque y aplicación dependiendo de la situación y los objetivos específicos de modificación del comportamiento. Por ello, los programas de estudio del Grado en Psicología incluyen formación al respecto.
Aplicación del condicionamiento operante
Según el comportamiento específico que se quiera trabajar, el objetivo a alcanzar será diferente y, por lo tanto, el cambio de conducta cumplirá una función diferente. Entre las prácticas más usuales de este método encontramos los siguientes:
- Moldeamiento de la conducta: consiste en un cambio gradual de una conducta a la conducta objetivo, la que se desea alcanzar. Para llevarlo a cabo se comienza por una respuesta parecida para que el paciente la modifique paulatinamente. Uno de los usos más comunes de esta técnica es en aquellas personas con diversidad funcional cognitiva y que no pueden comunicarse de forma verbal.
- Superar fobias: esta técnica también se emplea para superar o gestionar episodios traumáticos o fobias, mediante el refuerzo y el castigo ante las diferentes conductas.
- Adicciones: el condicionamiento operante juega un papel importante a la hora de superar la dependencia a drogas como el tabaco o el alcohol, ya que permite reconocer qué pensamientos son los que producen una determinada emoción y llevan al consumo.
El condicionamiento operante puede ser empleado en entornos experimentales con animales en laboratorios para ensayos clínicos, en el ámbito de la educación formal y familiar o también en el campo de la publicidad y el marketing.
Por ejemplo, en un ensayo clínico, cuando una rata de laboratorio presiona un botón azul, a cambio recibe comida como recompensa. Al contrario, cuando presiona el botón rojo recibe una leve descarga eléctrica. De esta forma, la rata aprende a presionar el botón azul y evitar el rojo.
Un ejemplo en el ámbito educativo de condicionamiento operante con refuerzo positivo sería el sistema de pegatinas o “estrellitas” cuando un alumno realiza bien una tarea.
Y en publicidad, lanzar ofertas de dos por uno o utilizar bonos de descuento que se consiguen tras alcanzar un determinado gasto de compra.