Diego Caldentey
El 33% de las chicas y el 29% de los chicos de entre 14 y 18 años son fumadores en España. El 12,5% de los adolescentes en esa franja de edad fuma a diario.
31 de mayo, Día Mundial Sin Tabaco
El 33% de las chicas y el 29% de los chicos de entre 14 y 18 años son fumadores en España. El 12,5% de los adolescentes en esa franja de edad fuma a diario, según datos del Ministerio de Sanidad. La cifra coloca al país al frente de la UE como nación donde los jóvenes comienzan antes a fumar. Este jueves 31 de mayo se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco. Los especialistas en adicciones reconocen que queda un arduo trabajo por delante para intentar reducir los preocupantes niveles de fumadores españoles ‘prematuros’. El tabaco también es la puerta de entrada de nuestros jóvenes a otros problemas, sociales o sanitarios. A ese fenómeno se le conoce ‘The Gateway Effect’. Entre los primeros, diversas investigaciones coinciden en que contribuye al fracaso escolar. Un estudio de los investigadores Beatriz Corbí y Miguel Ángel Pérez (2013) tuvo como objetivo analizar la relación entre el consumo de tabaco y el sexo, el absentismo escolar y la repetición de curso. La muestra incluyó a 688 adolescentes de 3º y 4º de ESO (con una edad media de 15 años y un rango de edad de entre 14-18 años). Los investigadores concluyeron que consumían tabaco más mujeres que hombres, que los consumidores faltaban más a clase y que los alumnos que no habían repetido curso fumaban significativamente menos que los que habían repetido dos o más cursos. Como bien explica Teresa Sánchez, psicóloga sanitaria experta en adicciones y docente del Máster en Psicología General Sanitaria de UNIR, “ni la psicoeducación o las campañas públicas por sí mismas resultan suficientes a la hora de prevenir” este hábito nocivo en un colectivo clave: los adolescentes.
Atacar el problema de raíz permitiría disminuir —entre otras cuestiones— los riesgos posteriores de padecer enfermedades coronarias, una de las principales causas de muerte en el mundo. No en vano, la consigna de este año escogida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para conmemorar el Día Sin Tabaco es ‘Tabaco y cardiopatías’.
Tres niveles para atacar la adicción
“La intervención psicológica en las adicciones necesita para su éxito que el joven se encuentre, como mínimo, en la etapa de contemplación. Es decir, que comience a albergar cierta conciencia de la enfermedad y se proponga cambiar en los próximos seis meses”, destaca Sánchez, quien posa su mirada en tres niveles para combatir el problema desde su ‘base’: el individual, el familiar y el escolar.
La adicción al tabaco contribuye al fracaso escolar, según investigaciones como la de Corbí y Pérez. Los consumidores faltan más a clase que los que no fuman. Asimismo, quienes nunca repitieron curso fuman mucho menos que aquellos repetidores de dos o más cursos.
“La comunicación asertiva, clara y directa entre padres e hijos es el pilar fundamental. La familia forma parte del proceso terapéutico”, subraya, antes de agregar: “Es importante prestar atención a diversos factores que nos pueden alertar de una dependencia al tabaco y que el adolescente también puede identificar para mejorar su conciencia de enfermedad. Uno de los más claros es la pérdida de control”. Si se comparan las cifras de consumidores de tabaco de hace 30 años con la actualidad (en los 80 hasta se podía fumar dentro de los hospitales y no era extraño ver médicos haciéndolo mientras atendían en su consulta), hay un significativo menor número de fumadores en España. Principalmente, pasivos, porque la Ley antitabaco en lugares cerrados puso un freno evidente. Los espacios libres de humo a su vez causan menos ingresos hospitalarios. A pesar de ello, en el último lustro el alto porcentaje de menores fumadores se mantiene prácticamente estable en nuestro país. Así lo indican los últimos estudios de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). ¿Por qué entonces hemos llegado a ese punto de estancamiento, principalmente en la juventud?
Al respecto, la experta de UNIR destaca: “Existen campañas de prevención primaria para poblaciones escolares de riesgo, donde generalmente se les informa sobre la nicotina, pero los estudios demuestran que debemos entrenar en una comunicación asertiva y habilidades sociales a edades tempranas antes de que comience el consumo, para soportar la presión procedente del grupo de pares del chaval que corre riegos de convertirse en fumador. En muchas ocasiones suele ser una de las causas más importante de la iniciación al hábito”.
El 33% de las chicas y el 29% de los chicos de entre 14 y 18 años son fumadores en España. El 12,5% de los adolescentes en esa franja de edad fuma a diario, según datos del Ministerio de Sanidad.
En ese contexto, la función del psicólogo sanitario se torna vital cuando los padres de jóvenes fumadores con altos niveles de dependencia a la nicotina requieren la ayuda profesional. En menor medida, a veces son los propios jóvenes quienes la solicitan. ¿Qué ocurre cuando van a la consulta? “La entrevista motivacional es el instrumento principal que los psicólogos utilizan para ayudar a promover este cambio y es necesario que los psicólogos sanitarios desarrollen habilidades de diálogo abierto y no confrontación, tratando de provocar un cambio de comportamiento (dejar de fumar) en el adicto, y resolver ambivalencias”, subraya la docente.
Cuatro mil sustancias nocivas
La combustión del tabaco y el humo generado contiene cerca de 4.000 sustancias nocivas (alquitrán, monóxido de carbono, arsénico, amoníaco…). En los cuatro minutos que una persona tarda (de media) en terminar un cigarro, habrá acumulado 10 miligramos de alquitrán y otros de monóxido de carbono en su organismo. La nicotina es la tercera sustancia más adictiva del planeta, después de la heroína y la cocaína.
“Ni la psicoeducación o las campañas públicas por sí mismas resultan suficientes a la hora de prevenir la adicción al tabaco en adolescentes. La clave para enfrentar la situación pasa por tres niveles: el individual, el familiar y el escolar”.
Entre los problemas directos para la salud, la nicotina es la ‘lanzadera’ hacia otras adicciones. Los adolescentes fumadores tienen más riesgo de consumir otras sustancias, legales como alcohol, e ilegales como el cannabis, cocaína o estupefacientes de diseño. El Máster en Psicología General Sanitaria de UNIR permite precisamente a los profesionales intervenir en la mejora de la salud de las personas que presentan abuso o dependencia de estas drogas. “Se estudia cuáles son las herramientas necesarias para prevenir el consumo en grupos de alto riesgo, e intervenir a nivel terciario cuando el trastorno por consumo ya lleva un tiempo instaurado”, concluye la profesora.