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El diagnóstico de Asperger se realiza de forma más precisa en los últimos años, pero aún no están claras las claves para detectar con certeza este síndrome.

¿Qué es el Síndrome de Asperger?
Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el Síndrome de Asperger se corresponde con un grado de Trastorno del Espectro Autista (TEA) de nivel 1; ya no se considera como un trastorno no categorial, sino dimensional, donde las personas tienen algunos síntomas en distinta medida. Dado que no hay una afectación significativa del lenguaje ni del desarrollo cognitivo general, el diagnóstico de Asperger o TEA nivel 1 a menudo ha resultado complicado. Además, sigue sin estar del todo clara su etiología.
El diagnóstico de Asperger requiere la evaluación de varios aspectos del desarrollo, la comunicación y el comportamiento. Así pues, se basa en la observación clínica y la aplicación de diversas herramientas estandarizadas. Los profesionales involucrados en el diagnóstico e intervención deben contar con formaciones específicas como el Máster en Neuropsicología online de UNIR, además de con un alto grado de experiencia tanto en la evaluación como en la intervención terapéutica.
¿Qué es el Asperger? Se trata de un trastorno del desarrollo y, al igual que en el resto de trastornos del espectro autista, encontramos características similares. Los principales síntomas del Asperger son:
- Dificultades en las habilidades sociales.
- Dificultad para establecer relaciones con iguales.
- Problemas en el uso del lenguaje con fines comunicativos.
- Una gama limitada de intereses.
- Presencia de comportamientos repetitivos y perseverantes.
- Afectación o disminución de reciprocidad social o emocional.
Lo más común es detectar el síndrome de Asperger alrededor de los 4-6 años de edad, aunque si el trastorno es muy leve, posiblemente no se detecte hasta la adolescencia o adultez. El diagnóstico del síndrome de Asperger pueden realizarlo los psicólogos, psiquiatras, neurólogos, y también pediatras y neuropediatras. Es importante señalar que nos encontramos ante un síndrome sobre el que muchas veces se han realizado diagnósticos equivocados.
Hay que remarcar, también, que el diagnóstico de TEA nivel 1 no puede realizarse exclusivamente en la escuela, ya que requiere una evaluación clínica especializada. Sin embargo, el entorno escolar juega un papel fundamental en la detección temprana y proporciona información relevante para el diagnóstico.
Más allá de quién lo realice, contar con un diagnóstico precoz del síndrome de Asperger es vital para el desarrollo y la evolución del paciente, pues la detección e intervención temprana permiten proporcionar las herramientas y recursos necesarios para que la persona afectada pueda desarrollar su vida de la mejor manera posible.
El proceso de evaluación
El diagnóstico de Asperger no es sencillo y, generalmente, suele ser un proceso largo. Es fundamental que los profesionales profundicen y conozcan diferentes aspectos de la vida de la persona e indaguen en cada uno de sus síntomas. El proceso de evaluación se puede dividir en dos fases:
Fase de screening
Se trata de una fase previa al diagnóstico en la cual se recopila información sobre el desarrollo del lenguaje, la interacción social, las habilidades motoras y los intereses restringidos. También se revisan los antecedentes familiares, si la persona tiene dificultades en la escuela y patrones de comportamiento destacados.
Al realizar pruebas de screening, se obtiene una información que permite descartar que el paciente tenga Asperger o, por el contrario, se indica que existe la posibilidad de presentar el síndrome.
Un ejemplo de prueba que se puede aplicar en esta primera fase es el cuestionario M-CHAT, sobre comportamientos del niño que deben contestar sus padres.
Entrevistas y pruebas diagnósticas
Si la prueba de screening presenta indicios de que la persona puede tener síndrome de Asperger, se pasa a realizar una exploración especializada. En esta segunda fase, es común la realización de entrevistas, observaciones directas y pruebas diagnósticas específicas. Se presta especial atención a las habilidades sociales y comunicativas de la persona, analizando su capacidad para interpretar expresiones faciales, lenguaje corporal y normas sociales.
Entre las pruebas utilizadas por parte de los profesionales, se encuentran cuestionarios y baterías de pruebas como el ADOS-II, BAS y ADI-R.
Por otro lado, se realiza una evaluación diferencial para descartar condiciones con síntomas similares, como TDAH, Ansiedad, Trastornos del Lenguaje o Altas Capacidades.
Con toda la información recogida, se elabora un informe y, en los casos en los que se confirma el diagnóstico, se presentan los pasos a seguir y las orientaciones para elegir el tipo de terapia más adecuada para el paciente.
Destacar que, aunque los criterios para el diagnóstico son siempre los mismos, el proceso diagnóstico puede variar según la edad. Esto es así porque en la infancia los síntomas pueden confundirse con otras condiciones, mientras que en la adolescencia resulta más evidente por encontrarse la persona con mayores exigencias sociales. Ya de adulto la cosa se complica un poco más, pues las personas tienden a desarrollar estrategias compensatorias que hacen que sea más difícil el diagnóstico de Asperger.
Por último, detectar TEA nivel 1 antes de los 3 años es muy complicado, pues los síntomas de Asperger pueden ser muy sutiles y difíciles de distinguir. Por destacar algunos: poco contacto visual, preferencia por jugar solo, poca gesticulación, etc. Aunque todo esto puede deberse, sencillamente, a diferencias en el desarrollo, siempre se puede pedir una evaluación especializada con tal de tener una intervención temprana, en caso de ser necesaria.
¿Cómo ayuda la escuela en el diagnóstico?
Los profesores pueden dar la señal de alerta al notar dificultades en la interacción social, rigidez en las rutinas, falta de comprensión de normas implícitas o hiperfocalización en ciertos temas. También pueden ver que el niño evita el contacto visual o tiene síntomas de ansiedad en determinadas situaciones con ruidos o luces.
Una vez detectados esos primeros síntomas de asperger, puede ser el orientador escolar o el psicopedagogo el que realice alguna prueba, como cuestionarios o escalas de observación, para evaluar habilidades sociales, atención y desarrollo del lenguaje.
Si estos profesionales detectan indicios de TEA, se informa a la familia para que el niño sea evaluado por un especialista en trastornos del neurodesarrollo, el cual hará el diagnóstico definitivo.
¿Cómo saber si soy Asperger?
Aunque lo habitual es que el diagnóstico de Asperger se realice en las primeras etapas de vida, cada vez es más común encontrar casos que no son diagnosticados hasta la vida adulta. Estas personas observan que algunas de sus características se asemejan a la literatura leída sobre los trastornos del espectro autista y deciden acudir a un profesional.
En ese sentido, también en adultos cobra mucha relevancia la correcta formación de los profesionales. La mayor parte de las pruebas diagnósticas están diseñadas para población infantil, lo cual conlleva que, en muchas ocasiones, el diagnóstico en adultos sea complicado y se produzcan muchos errores.
El síndrome de Asperger en adultos presenta rasgos diferentes y, para entenderlo, hay que prestar atención a la experiencia vital acumulada por la persona. Hablamos de alguien que durante muchos años ha convivido con unas características particulares, sin ser consciente de que estas se debían a un trastorno.
Además, muchas personas con Asperger han optimizado sus características positivas. Por ejemplo, hay muchos casos donde la capacidad de sistematización y las habilidades intelectuales han reportado un progreso laboral en áreas de ingeniería o informática. No obstante, es habitual que cuando el diagnóstico llega en la adultez, haya que realizar una reorganización de la vida del paciente.
¿Tener Asperger implica tener un grado de discapacidad?
Una persona con síndrome de Asperger puede ser reconocida con un grado de discapacidad, pero esto dependerá de las dificultades que tenga en la vida diaria y cómo le impacten. Si bien es cierto que el Asperger corresponde a un TEA de nivel 1, este puede afectar significativamente a la autonomía, la educación, el empleo y la vida social.
En España, el Real Decreto 1971/1999 establece los criterios de valoración de discapacidad y otorga un porcentaje en función de la limitación que la persona tenga en diferentes áreas de su vida. Se considera que una persona tiene discapacidad cuando tiene un porcentaje igual o superior al 33 %, lo que le permite acceder a ciertos beneficios con tal de contar con igualdad de oportunidades (a nivel laboral, académico o fiscal).
En definitiva, aunque ahora se recoge bajo la denominación más amplia de Trastorno del Espectro Autista, la denominación de Asperger sigue vigente en la sociedad y en el terreno clínico. Su diagnóstico sigue siendo complicado, debido a las enormes similitudes con otros trastornos similares. Por ello, resulta clave que los profesionales cuenten con la mejor formación posible y con la experiencia que aporta el trabajo de campo con casos concretos.