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Los pacientes con dislalia presentan dificultades para pronunciar fonemas de forma correcta. Sus causas son variadas: orgánicas, psicológicas, funcionales o ambientales.
Los logopedas contribuyen a tratar, prevenir e investigar sobre diferentes dificultades para comunicarse. Entre ellas se incluye la dislalia, un trastorno del habla, más común en niños, que afecta a la correcta pronunciación de los sonidos.
Para poder tratar este y otros trastornos del habla, cursa el Grado en Logopedia online de UNIR, cuyo plan de estudios es clave para que el estudiante aprenda a identificar trastornos vinculados a la comunicación y el lenguaje, logrando mejorar así la vida de los pacientes con los que trabaja.
¿Qué es la dislalia?
La dislalia es un trastorno del habla que se caracteriza por la dificultad o incapacidad para pronunciar de forma correcta fonemas (sonidos) o grupos de fonemas. El término proviene del griego y significa: “Anomalía en el habla”.
Este TSH (Trastorno de los Sonidos del Habla) hace que resulte difícil o inteligible el habla en diferentes grados, ya que existe una alteración en la producción articulatoria —es decir, en la fonética— y en la producción fonológica o uso funcional de los sonidos.
La dislalia es más común en niños en edad preescolar, aunque puede darse en adolescentes y adultos.
Este trastorno del habla se puede confundir con otras dificultades del aprendizaje, tales como la dislexia, la discalculia y la disgrafía. Sin embargo, estos últimos están relacionados con la lectura, la escritura y el cálculo matemático.
Síntomas de dislalia
La dislalia se manifiesta de diferentes formas:
- Sustitución: se produce cuando un sonido es sustituido o remplazado por otro. Por ejemplo: decir toche en lugar de coche.
- Omisión: ocurre cuando se omite o no se pronuncian ciertos sonidos. Por ejemplo: decir apá en lugar de papá.
- Distorsión: cuando se pronuncian de manera incorrecta algunos fonemas, aunque el sonido es similar al fonema que se quiere pronunciar. Por ejemplo: decir fate en lugar de elefante.
- Adición: se añaden sonidos extras a ciertas palabras. Por ejemplo: decir jueso en lugar de hueso.
- Habla ininteligible: es el caso más extremo; resulta muy complicado entender lo que esa persona dice por los múltiples errores que comete al hablar.
Tipos de dislalia
Existen diferentes tipos de dislalia, que se clasifican según la dificultad de articulación, los síntomas y las causas.
Según la dificultad de articulación
La dislalia orgánica o anatómica en la que se manifiestan problemas al pronunciar correctamente los sonidos debido a las anomalías físicas en los órganos del habla (lengua, paladar o labios). Son trastornos del lenguaje que se dividen en dos subtipos:
- Disglosia: Malformaciones en los órganos del habla, como labio leporino, paladar hendido, etc.
- Disartria: Incapacidad para articular palabras correctamente por problemas neurológicos que afectan el control muscular necesario para el habla.
Según los síntomas
Se diferencian cuatro subtipos de dislalia según sus síntomas:
- Simple: se articula erróneamente un fonema concreto.
- Múltiple: se articulan de manera errónea más de dos fonemas.
- Afín: existen problemas al pronunciar sonidos que comparten el mismo punto articulatorio.
- Generalizada: se articulan mal todos los fonemas provocando que el lenguaje sea inteligible.
Según la causas o etiología
En esta clasificación se diferencian dos tipos de dislalia:
- Evolutiva: causada por la falta de desarrollo de las estructuras de articulación. Es la más común en niños, que por su corta edad aún se están desarrollando y muestran problemas en la pronunciación. Generalmente, este tipo de dislalia desaparece antes de cumplir los cinco años.
- Funcional: se debe a problemas en la función de los órganos del habla, sin causas orgánicas o de anatomía subyacentes. Un ejemplo de esta tipología es el rotacismo o la dificultad de articular el sonido r en todas sus variantes.
Causas de la dislalia
La dislalia se debe a diferentes motivos:
- Causas orgánicas: existen anomalías físicas en los órganos del habla del paciente (en la lengua, los labios o el paladar) o problemas neurológicos.
- Causas psicológicas: como la sobreprotección y los traumas.
- Causas funcionales: dificultades en el desarrollo del lenguaje, malos hábitos de pronunciación o problemas en el aprendizaje.
- Causas ambientales: provocadas por el entorno, donde ha habido, por ejemplo, una falta clara de estimulación lingüística.
En cualquier caso, la intervención del experto es esencial para corregir y solucionar este trastorno. Así, el principal encargado de tratar la dislalia es el logopeda. Por su parte, el foniatra puede intervenir en el diagnóstico, pero no en la terapia del habla a la que necesita someterse el paciente.
En este punto, cabe destacar las diferencias entre foniatra y logopeda. El primero diagnostica y trata los problemas de fonación, así como los de dislalia causados por motivos orgánicos. Además, el foniatra puede prescribir medicamentos, una diferencia fundamental con el logopeda, que se encarga de la rehabilitación del paciente.
Tratamiento para la dislalia
De manera general, la dislalia se trata con la ayuda de un logopeda o terapeuta del habla, quien trabaja para mejorar la articulación y pronunciación del paciente mediante ejercicios específicos y técnicas de intervención personalizadas que se integran en la rehabilitación logopédica.
El tratamiento incluye ejercicios de articulación y pronunciación, tales como:
- Repetición de fonemas: poner en práctica sonidos en los que el paciente tenga dificultad para articularlos.
- Ejercicios linguales: se realizan movimientos con la lengua para mejorar la flexibilidad. Por ejemplo, tocar el paladar y los dientes.
- Lectura en voz alta: leer cuentos y repetir palabras lentamente para mejorar la precisión en la pronunciación.
- Juegos de imitación: copiar sonidos y gestos de un terapeuta o adulto para reforzar la correcta articulación.
Mediante las sesiones de trabajo, el logopeda tendrá como objetivo desarrollar las habilidades comunicativas y solucionar la dislalia, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida del paciente.