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La disociación en psicología implica una desconexión entre la mente de una persona y la realidad.
La disociación en psicología comprende un conjunto de trastornos disociativos que se caracterizan por una desconexión o falta de continuidad en la identidad y las vivencias de las personas que los sufren. La persona afectada escapa de la realidad de forma involuntaria, lo cual puede suponer un problema y un peligro para su correcto desarrollo y actividad diaria.
Estamos hablando de un fenómeno muy conocido y estudiado, por lo que es muy importante que las personas que sufran algún tipo de trastorno disociativo acudan a un psicólogo para recibir el tratamiento más adecuado en cada caso.
En el caso de percibir que una persona está experimentando un episodio de disociación grave, se debe recurrir a atención médica. En ese sentido, lo más recomendable es acudir a urgencias o, en el caso de no ser posible, solicitar esta ayuda médica por teléfono.
¿Qué provoca la disociación?
Existen distintas causas que pueden dar origen a los trastornos disociativos. En general, la disociación en psicología suele estar vinculada a un suceso traumático. Es muy común que los trastornos disociativos surjan como consecuencia de un entorno doméstico peligroso o aterrador, una situación en la que el menor sufra abusos emocionales, físicos o sexuales, o de un evento traumático, como una guerra o una catástrofe natural.
Los trastornos disociativos son más habituales en niños, ya que, al encontrarse todavía en una fase de formación, su mente tiene mayor facilidad para disociar que la de un adulto. Sin embargo, los trastornos disociativos pueden aparecer a cualquier edad, por lo que es importante estar atentos en el caso de que aparezcan algunos síntomas asociados con este problema. Sobre todo, después de un acontecimiento traumático.
¿Cómo se siente la disociación?
Una persona que sufre disociación psicológica siente desconexión con los eventos o recuerdos disociados. Esto significa que experimenta dichos recuerdos como si no le hubieran pasado a su propia persona, es decir, como si los contemplara y juzgara como si fuera un observador exterior.
En muchos casos, esta disociación psicológica va acompañada de amnesia, que tiende a manifestarse, sobre todo, en los eventos y recuerdos relacionados con los episodios traumáticos vinculados al trastorno disociativo.
Los síntomas de los trastornos disociativos varían dependiendo del tipo de disociación que la persona sufra. No obstante, algunos de los síntomas más habituales son los siguientes:
- Amnesia o pérdida de memoria.
- Sentimiento confuso o difícil de definir de la propia identidad.
- Sensación de distanciamiento entre sus propias vivencias y emociones.
- Dificultad para gestionar correctamente situaciones de estrés.
- Percepción distorsionada de la realidad inmediata (como si lo que viviera no fuera real).
- Otros problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y, en los casos más extremos, pensamiento y comportamientos suicidas.
¿Cómo dejar de estar disociado?
La disociación en psicología se puede tratar de diversas formas. Lo más habitual es que se realice una combinación de psicoterapia y uso de fármacos. En cualquier caso, cada paciente debe ser evaluado de forma individual por un psicólogo formado con un Máster en Psicología General Sanitaria. Después de esta evaluación es cuando se determina cuál es el tratamiento más adecuado para seguir en cada caso.
Más allá de los episodios agudos de disociación, una persona que presente síntomas que puedan concordar con la disociación psicológica debería acudir a un profesional para que se le realice una evaluación personalizada y, si es necesario, iniciar el tratamiento pertinente en cada caso.