UNIR Revista
El papel de la enfermera en los cuidados paliativos debe ser el procurar una mayor calidad de vida del enfermo terminal, siempre respetando su voluntad.
La sociedad actual está cada vez más envejecida. Las personas cada vez vivimos más años y, paralelamente, la ciencia avanza tanto que se han conseguido cronificar muchísimas enfermedades, de forma que cada vez es más indispensable el cuidado a los pacientes y el preservar su calidad de vida. Es precisamente aquí donde el papel de la enfermería en cuidados paliativos está cobrando cada vez más relevancia.
Según el International Council of Nursing, la enfermería abarca aquellos “cuidados autónomos y colaborativos de los pacientes de todas las edades, las familias, grupos y comunidades, enfermos y sanos en cualquier situación”. Asimismo, destaca que la enfermería incluye la promoción de la salud, la prevención de las enfermedades, y el cuidado de la persona enferma, dependiente, o moribunda.
¿Qué son los cuidados paliativos?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define los cuidados paliativos como “el cuidado activo total de los enfermos cuya enfermedad no responde al tratamiento curativo”. A su vez, la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) los describe como “un tipo especial de cuidados diseñados para proporcionar bienestar o confort y soporte a los pacientes y a sus familias en las fases finales de una enfermedad terminal”.
En los años 60, Cicely Saunders y Elisabet Kübler-Ross definieron por primera vez el modelo de cuidados paliativos que hoy manejamos como “aquellos cuidados que se dispensan a los enfermos en fase terminal”, es decir, cuando ya es irremediable su curación, fijando como principal objetivo el confort del paciente y preservar al máximo su calidad de vida, siendo el enfermo el verdadero protagonista.
Características de la atención en paliativos
Los cuidados paliativos en un principio se centraron en las personas con cáncer avanzado, si bien en este campo se han ido incorporando cada vez más enfermedades –en muchos casos irreversibles y con un pronóstico de vida limitado– donde la misión de la enfermera debe ser el velar por los cuidados de los pacientes y de sus familias, y que estos gocen de la mejor calidad de vida posible, dentro de sus posibilidades.
Otra de las funciones de la enfermería dentro de los cuidados paliativos debe ser el avisar o dar la señal de alarma de que un paciente es susceptible de ser derivado a esa red de cuidados paliativos y que tantos beneficios puede aportar en su situación.
Asimismo, es misión de la enfermería en cuidados paliativos el aliviar los síntomas para los enfermos terminales y sus familias. Para ello, durante la práctica asistencial es idóneo el diseño e implementación de un plan individualizado de cuidados para cubrir todas aquellas necesidades, no solo físicas sino también psíquicas e incluso espirituales, que pueda tener tanto el paciente como sus allegados.
La relación con la familia del paciente
El papel de la enfermería en los cuidados paliativos va más allá de la mera atención al paciente, pues muchas veces realiza el papel de intermediario entre las familias y los profesionales sanitarios, ya que suele ser el perfil más próximo a ambos.
La situación muchas veces de enfermedad avanzada, que posiciona al enfermo en una situación irreversible, puede provocar en las familias un profundo estrés y alterar su vida diaria ante la alta demanda de cuidados. Por ello, la enfermera también se encarga de velar por los intereses y cuidados de las propias familias. Se trata de un pilar fundamental en el cuidado integral del enfermo por lo que si se logra ese vínculo repercutirá en cuidados de mayor calidad hacia el enfermo.
Por todo ello, los cuidados paliativos en enfermería conllevan una adecuada formación por parte del profesional sanitario, con postgrados como el Máster en Gestión de Enfermería de UNIR, así como una gran implicación de las enfermeras, con el objetivo de evitar un desgaste profesional y lograr los mejores cuidados para los pacientes y sus familias
