Francisco Oleo
La directora del Área de Salud de Emooti, el centro sanitario del Grupo Proeduca que atiende las necesidades educativas, psicológicas y funcionales del desarrollo infantojuvenil y adulto, hace una radiografía del bienestar emocional en nuestro país. Su conclusión es esperanzadora.
Hay una imagen recurrente en el cine hollywoodiense, esa escena del diván en la que el protagonista no para de hablar solo mientras su psiquiatra toma notas, que siempre fue un momento extraño y en cierto modo absurdo para casi todos.
Mientras en otros países acudir al psicólogo o al psiquiatra es algo que está absolutamente normalizado desde hace décadas, en España siempre ha dado cierto reparo reconocer que necesitabas la ayuda de un profesional si tenías problemas mentales. Prácticamente no se contemplaba, pero llegó la pandemia y lo cambió todo.
Según el estudio sobre “La situación de la salud mental en España”, elaborado por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña, más de 12 millones de españoles, un 26,2% de los mayores de 18 años, reconocen que acuden al psicólogo o al psiquiatra por problemas de salud mental. Cerca de la mitad de la población dice haber padecido ataques de ansiedad o pánico (47,2%) y un 42,1% haber sufrido depresión en algún momento de su vida.
Más de 12 millones de españoles, un 26,2% de los mayores de 18 años, reconocen que acuden al psicólogo o al psiquiatra por problemas de salud mental.
La única parte positiva que ha tenido la irrupción del Covid 19, junto con el desarrollo de nuevas vacunas, es que ha puesto el bienestar emocional entre nuestras principales preocupaciones. Un concepto que se puede resumir en ser feliz, un modo vital al que aspiramos todos.
La mochila que nos mantiene bien
“Hoy estamos en un proceso de cambio continuo a nivel emocional que afecta a muchas esferas de nuestra vida como adultos, pero también en el ámbito infantojuvenil. Tenemos que lidiar a diario con situaciones a veces agradables y en otras ocasiones desagradables. Por eso, como siempre les explico a mis pacientes y a sus familias, lo importante es cargar la mochila que llevamos cada uno a nuestra espalda con herramientas emocionales. A veces se trata de ser más flexible, de aprender a escuchar, a callar o tratar de dejar de darle vueltas a las cosas. Todo eso se va cargando en nuestra mochila para después abrirla e ir sacándolo cuando pasamos por situaciones de dificultad en la vida”, afirma Susana Pellico. La directora del Área de Salud Emooti, logopeda de profesión, destaca que “la misión del profesional es ayudar y acompañar en ese camino, al paciente y a su entorno”.
Emooti es un centro sanitario con un enfoque interdisciplinar que atiende todas las necesidades educativas, psicológicas y funcionales del desarrollo infantojuvenil y adulto. Practica terapias presenciales y en línea, cuenta con profesionales especializados y aplica una metodología propia centrada en la persona. Se creó hace 11 años y está autorizado por la Comunidad de Madrid. Hoy pertenece al Grupo educativo Proeduca y tiene a UNIR como socio estratégico en investigación y transferencia.
Ansiedad, problemas de alimentación y sobreinformación
Ante el fuerte aumento de la preocupación social por el bienestar emocional y la salud mental en estos últimos años, en parte por la mala gestión que hacemos de la ansiedad, de los problemas de alimentación, de la sobreinformación que nos invade y su fácil acceso… el diagnóstico de esta experta es que “vivimos una situación complicada, especialmente en niños y adolescentes, y no hay una sola causa, sino muchas y que aparecen a la vez. Antes existía seguramente más autosuficiencia. Intentábamos resolverlo más de puertas a dentro y sufríamos más en el silencio. Ahora, afortunadamente, esto ha cambiado desde la pandemia”, reconoce.
Es importante saber manejar estas situaciones y ver cuándo debe existir una preocupación. Por eso los padres debemos estar acostumbrados a formarnos para afrontar estos problemas.
Pellico revela que este cambio se nota en que los padres e incluso en los jóvenes, que tienen un mayor vocabulario emocional que en el pasado. “Ahora prestamos más atención en casa y entonces vemos cosas que antes no apreciábamos, lo cual es positivo. Es importante saber manejar estas situaciones y ver cuándo debe existir una preocupación. Por eso los padres también debemos estar acostumbrados a formarnos para afrontar estos problemas”.
Los adultos todavía son reticentes a la hora de pedir ayuda para sí mismos.
Pero todavía nos queda camino por recorrer. “Los adultos también deben pedir ayuda, porque todavía existe cierta reticencia y, a veces, tenemos que estar muy mal para solicitarla. Por eso cuando viene a la consulta un paciente adulto lo primero que hago es darle la enhorabuena. Le digo: lo importante es que has llegado hasta aquí”. Después toca ser constante, ponerte en manos de un especialista y confiar.
Los adultos también deben pedir ayuda, porque todavía existe cierta reticencia y, a veces, tenemos que estar muy mal para solicitarla.
Todavía existe mucho infradiagnóstico, según la directora de Salud de Emooti. “Son datos estadísticos. Muchos niños y adultos con TDAH no han sido diagnosticados todavía, y aunque ahora vemos mucho volumen de casos, seguimos quedándonos cortos”.
Para muchos, el ritmo y el estilo de vida que llevamos tiene parte de culpa en lo que está pasando en relación con un aumento de las afecciones mentales. Y el uso extensivo que hacen los jóvenes de las nuevas tecnologías, también. Pellico cree que en esto confluyen dos cuestiones.
Por un lado, opina que “los avances que estamos viviendo han generado unas investigaciones y un conocimiento que nos permiten saber cuándo se produce una alarma. Nos sirven para entender mejor ese malestar emocional”.
El problema no es la tecnología, es su uso
Según esta especialista, “la tecnología en sí misma no es mala, ese no debe ser el mensaje, aunque si es verdad que se ha producido un desarrollo demasiado rápido y para el que, a lo mejor, no estábamos preparados. Por eso la formación y el acompañamiento respecto a su uso es muy importante, sobre todo con los niños y los jóvenes. La tecnología te da un acceso casi ilimitado a la información, que puede a veces convertirse en desinformación o deformación, como ocurre con el acceso al porno o en relación con las autolesiones, por ejemplo. Debemos aprender a poner límites y saber cómo acompañar”.
Por otro lado, pone de relieve que también ha cambiado mucho el modelo de sociedad y de familia. “La evolución trae sus cosas buenas y sus cosas malas, y seguramente ahora advertimos una presencia menor en casa de muchos padres porque es muy difícil conciliar. Existen nuevos retos para los que los padres no nos hemos formado, ni tampoco el entorno educativo. Es importante que seamos conscientes de esto, y pienso que, más que preocuparnos, debemos ocuparnos y poner los medios”.
“Siempre se ha dicho en relación con nuestros hijos que más vale calidad que cantidad. Si pasabas poco tiempo con tus hijos, un rato el fin de semana, pues se trataba de aprovecharlo al máximo, y yo no estoy para nada de acuerdo con esa afirmación.
Padres de carne y hueso, no superhéroes
¿Que estar y cuidar de tus hijos es difícil para los padres? Desde luego. Hay trabajos que, por su casuística, hacen muy complicado mantener esa presencia, lo que a veces nos obliga a tomar la decisión de tener que negarnos algunas cosas, ya sea un crecimiento profesional, algo vocacional que me llena, para sacrificarlo por la familia. En determinadas ocasiones es una decisión obligada, porque es tan importante que haya cantidad y calidad. Es un tema recurrente en nuestras consultas y ahí cada uno tiene que saber qué puede dar y qué no, pero es una reflexión que hay que hacer”, comenta.
Los padres no somos superhéroes, no tenemos por qué llegar a todo. Muchos vienen a la consulta con ansiedad porque no llegan en el trabajo ni en casa.
Susana Pellico reconoce que la solución no es fácil: “Los padres no somos superhéroes, no tenemos por qué llegar a todo. Muchos vienen a la consulta con ansiedad porque no llegan en el trabajo, en casa. No hay horas suficientes, ni descanso. Bueno, pues entonces vamos a tomar decisiones conscientes sobre aquello con lo que estoy cómodo y con lo que no. Ver cómo puedo cuidar mejor de mí mismo y también de esos espacios con los que disfruto, y así podré aportar más y mejor a mi familia”.
Vamos por el buen camino, pero todavía este será largo y no exento de dificultades. Por eso es clave dejarse ayudar y acudir a un especialista ante los primeros signos de alarma. Una intervención previa de la que es parte fundamental la familia, pero también los colegios.
Aunque el paciente normalmente llega con una necesidad, nosotros lo tratamos desde diferentes ámbitos. Somos interdisciplinares, es la característica que más nos define.
“Nuestro objetivo es generar bienestar social, algo muy bonito a priori, pero que luego hay que aterrizar”, afirma Pellico, que sitúa “la mirada completa” que practica Emooti a través de sus profesionales, como el principal elemento diferencial respecto a otros centros. “Aunque el paciente normalmente llega con una necesidad, nosotros lo tratamos desde diferentes ámbitos: la emoción, la parte cognitiva, la elaboración del lenguaje… Somos interdisciplinares, es la característica que más nos define”.
Emooti está especializado en psicología sanitaria y atiende en todo lo referente a la ansiedad, las emociones y toda la parte de psicoeducación cuando los pacientes son infantojuveniles. También abordan la conducta, la neuropsicología, la parte cognitiva, la capacidad de atención, la memoria, la función ejecutiva, la logopedia y todo lo que tiene que ver con el lenguaje, la lectoescritura, la articulación y la terapia ocupacional.
Según esta experta, “en el ámbito infantojuvenil, la terapia ocupacional aporta mucho porque va muy de la mano de la neuropsicología. No se trata solamente del desarrollo motor, sino también de toda la parte de autonomía e integración sensorial”.
Dos referentes en psiquiatría
Para completar es mirada circular sobre sus pacientes, también han integrado recientemente el Área de Psiquiatría. De ella se ocupa el doctor Hilario Blasco Fontecilla, un reconocido psiquiatra en el universo de infantojuvenil, especialmente en el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que ha publicado numerosos libros relacionados con el TDAH. El doctor Bernal, que es también el director médico de Emooti, ha desarrollado una amplia carrera en Hospital Puerta de Hierro de Madrid y ha llevado a cabo numerosas investigaciones.
Otra destacada psiquiatra, Lucía Gallego Deike, del Hospital Clínico de Madrid, cuenta con una formación muy amplia sobre todo en adultos, en patología general, dual y compleja. Es la directora clínica del Servicio de Atención a Familias (SAF), un proyecto innovador de Emooti que busca acercar la formación y las terapias psicológicas a los centros educativos, facilitando a los docentes, alumnos y familias el acceso a la ayuda y apoyo que necesiten.
“Ambos son fundamentales para cualquier diagnóstico”, subraya Pellico al explicar que “esta interdisciplinaridad nos da una visión completa, especialmente en el mundo infantojuvenil, gracias a la cual, donde se aprecia un malestar emocional, nosotros vemos cuestiones relacionadas con el desarrollo cognitivo o con el perfil sensorial”.
En el ámbito infantojuvenil, un logopeda o un psicólogo pueden hacer una hipótesis de diagnóstico. Por ejemplo, si un niño cumple los criterios para desarrollar un TDAH. Pero el informe siempre lo tiene que hacer un médico (psiquiatra o neurólogo) en paralelo.
Llegados a este punto, Susana Pellico aclara cuándo es necesario ir al psicólogo y cuándo al psiquiatra: “Son especialistas normalmente complementarios. El psiquiatra entra en juego con adultos cuando vemos que el paciente tiene un sufrimiento muy importante y es bueno que el médico lo vea, le prescriba una medicación y haga un seguimiento. En el ámbito infantojuvenil, un logopeda o un psicólogo pueden hacer una hipótesis de diagnóstico. Por ejemplo, si un niño cumple los criterios para desarrollar un TDAH. Pero el informe siempre lo tiene que hacer un médico (psiquiatra o neurólogo) en paralelo. En nuestro caso, como parte del equipo integrado de profesionales”, explica.
Cuando viene un paciente, ya sea adulto o niño, podemos tener una consulta semanal con él y, una vez al mes, por ejemplo, realizar una sesión de trabajo con la familia y cada tres meses con el colegio.
En Emooti son integradores por definición. No trabajan solo con el paciente, sobre todo si son niños o jóvenes, sino con ellos, sus familias y sus colegios. Un trabajo que no es nada fácil en la práctica. “Nuestra intervención no se concibe sin ese trabajo completo. Es decir, cuando viene un paciente, ya sea adulto o niño, podemos tener una consulta semanal con él y, una vez al mes, por ejemplo, realizar una sesión de trabajo con la familia y cada tres meses con el colegio. Hablamos con los familiares, con el orientador, con el profesor, que son claves, porque al final el niño donde más tiempo pasa es en casa y en el colegio. Y compartimos el trabajo y vemos de qué manera lo pueden ayudar por su parte. Les damos herramientas para que prueben y, si no funcionan, se las cambiamos. Porque si solamente nos quedásemos con el ratito que el adulto o el niño viene a la consulta no sería suficiente”, explica.
El Servicio de Atención a Familias (SAF) de Emooti acerca la formación y las terapias psicológicas a los colegios.
Una mirada completa: pacientes, familias y colegios
Hasta el momento, este centro avanzado de bienestar emocional ha atendido a más de 1.300 pacientes. Parte importante de crecimiento en el que están inmersos tiene que ver con el SAF, que están integrando en los colegios con la validación de la clínica. En estos momentos ya colaboran con 20 centros educativos.
“Atendemos a nuestros pacientes desde esa mirada completa, porque la mirada emocional de un solo psicólogo no va a solucionar el problema. Hacemos unas valoraciones clínicas muy completas con la ayuda de las últimas tecnologías disponibles en el mercado. Hoy existe una gran preocupación por la salud mental y damos formación a los alumnos, a los padres y a los profesores. Queremos atender a esos profesores orientadores que muchas veces están desbordados y necesitan ayuda. A veces, tienen que atender antes a un chaval deprimido que darle la clase de matemáticas. Y ahí entramos nosotros. En este caso, el objetivo no es tanto resolver un problema como prevenirlo. A través de la formación y el acompañamiento conseguimos detectar signos de alerta y les proporcionamos las herramientas necesarias. Porque los docentes ya tienen suficiente con atender la carga lectiva”, subraya.
Hoy existe una gran preocupación por la salud mental y damos formación a los alumnos, a los padres y a los profesores. Queremos atender a esos profesores orientadores que muchas veces están desbordados y necesitan ayuda.
Emooti trabaja con niños y jóvenes, y también con adultos, en una proporción que se sitúa en un 70/30 a favor de los primeros en estos momentos. “Llegamos mucho a esas edades en las que hay que es necesario hacer un primer diagnóstico: niños que no van bien y no se sabe bien por qué, o con esos otros que llevan mucho tiempo dando vueltas por diferentes centros. También con niños desde muy pequeñitos, incluso los hemos tenido con un poco menos de un año, pero también nos llegan muchos jóvenes de 10 años y adultos, terapia de pareja y familia”, desvela.
Con la especialidad de terapia ocupacional, esta clínica trabaja toda la base de la pirámide del desarrollo, porque cuando esta no es sólida es cuando empieza a haber problemas. Niños muy pequeños que en los que comienzan a verse dificultades motoras, que padecen descoordinación o les falta tono. “Ahí es cuando el terapeuta ocupacional trabaja toda la parte de estimulación motora, la autonomía e integración sensorial, que al final influye mucho en todo ese desarrollo de las primeras edades del ser humano”, comenta.
Emooti está registrado como centro psicosocial de la Comunidad de Madrid y, por lo tanto, acepta los cheques de ayuda económica que da la CAM a personas en situación de dependencia que precisan atención y cuidado profesional. Básicamente, se trata de que cuándo un niño o un adulto generan una dependencia como consecuencia de sus dificultades de salud, pueden acceder a esta ayuda psicosocial que se llama cheque servicio y que puede variar entre los 300 y los 700 euros.
Pegados a la potente formación sanitaria de UNIR
Cómo parte del Grupo Proeduca, Emooti ha establecido una relación total con UNIR, “que tiene mucho peso en un amplio espectro de conocimientos, pero es especialmente potente en la formación sanitaria. Por eso somos un centro de formación de la universidad y gracias a Proeduca estamos en pleno proceso de crecimiento. Llevamos a cabo una importante labor de investigación y transferencia dirigida por el doctor Hilario Blasco Fontecilla. Porque nuestro objetivo es que todo lo que hagamos en Emooti tenga una base científica y un impacto social”.
Emooti aborda la asistencia al paciente y la formación a los futuros profesionales con una mirada 360 de la salud mental.
La clínica es habilitante en el Máster en Psicología General Sanitaria, que deben hacer todos los psicólogos una vez que terminan el grado. Son centro de prácticas y por sus instalaciones pasan profesionales que están cursando cualquiera de las especialidades que imparte UNIR relacionadas con estas materias, como el Máster en Neuropsicología Clínica. “Intentamos, como suele decirse, que la persona de prácticas toque pacientes, que no solo venga a ampliar su formación teórica, sino que sean coterapeutas. Pero como puede haber pacientes que no se sientan cómodos con esta práctica, siempre la decisión última tiene que ser suya, o de los padres, en el caso de los menores. Si bien tengo que decir que, por suerte, la mayoría sí participa de forma activa”, concluye.