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La evaluación neuropsicológica puede llevarse a cabo en un contexto clínico, médico-legal y/o de investigación.
La evaluación neuropsicológica es el proceso por el cual se determina el estado cognitivo y afectivo-conductual de un sujeto, empleando modelos teóricos, test, entrevistas, cuestionarios y escalas psicológicas. Este tipo de evaluación no solo se realiza con personas que padecen alguna enfermedad o daño neurológico, sino que también se utiliza en contextos con personas que padecen trastornos o patologías psiquiátricas.
Dentro de la evaluación, realizada de forma habitual por un psicólogo con formación especializada en Neuropsicología: se exploran las funciones cognitivas (atención, memoria, lenguaje…), se incluye el nivel de autonomía del sujeto en la vida cotidiana y, según el caso a tratar, se valoran posibles cambios afectivos, conductuales y de personalidad.
Una adecuada evaluación es clave para una acertada posterior intervención con tratamiento y rehabilitación neuropsicológica enfocada a déficits neuropsicológicos.
Las causas más habituales de déficit neuropsicológico son:
- El envejecimiento.
- El deterioro cognitivo.
- Diversas enfermedades neurodegenerativas: demencia, Alzheimer, afasia, Parkinson…
- Daño cerebral adquirido: traumatismos craneoencefálicos, tumores en el cerebro, enfermedades cerebrovasculares.
- Trastornos cerebrales como la epilepsia.
- Trastornos psicológicos y/o enfermedades psiquiátricas.
Los objetivos de la evaluación neuropsicológica
El principal objetivo de estas evaluaciones se centra cada vez más en las necesidades de tratamiento de aquellas personas afectadas por diferentes alteraciones en las funciones cerebrales superiores. Entre los diferentes objetivos que busca la evaluación neuropsicológica destacan:
- Identificar las consecuencias de los déficits neuropsicológicos, así como el estado del funcionamiento cognitivo, emocional, conductual y funcional.
- Determinar los perfiles clínicos de las diferentes patologías.
- Fijar un programa de rehabilitación personalizado, a la vez que se establece un diagnóstico diferencial y conciso.
- Hacer un seguimiento del progreso del paciente y la eficacia del tratamiento.
- Peritaje y/o valoración médico-legal.
- Contribución a la evaluación de cambios evolutivos en el estado cognitivo.
- Investigación, fundamentalmente clínica, con contrastación y/o verificación de hipótesis entre las relaciones conducta y cerebro.
- Valorar los efectos de una cirugía y de tratamientos farmacológicos en ciertos casos.
- Redactar informes periciales o programas de rehabilitación neuropsicológica.
Procedimiento de la evaluación neuropsicológica
El proceso de evaluación incluye la exploración, el diagnóstico y el plan de acción del tratamiento, permitiendo diseñar un perfil de capacidades afectadas para establecer la línea base que ayudará a comparar la evolución y éxito de la intervención.
En el proceso deben considerarse una serie de aspectos, los cuales tendrán una gran relevancia en el proceso de rehabilitación:
- El empleo de métodos de evaluación y observación cualitativos y cuantitativos, como pruebas y/o tests.
- Conseguir información de personas significativas para el usuario (historia personal, origen del problema, patrones de conducta…).
- La observación de la persona en otros ambientes y entornos.
- El estudio de las normas de ejecución durante la realización de pruebas, tratamiento y posibles síntomas.
- La elaboración de informes detallando los resultados y datos obtenidos.
Los componentes esenciales de la exploración neuropsicológica son:
- El estudio sistemático como base principal.
- La historia clínica o anamnesis.
- La observación y la aplicación de pruebas necesarias.
- La flexibilidad, profesionalidad y experiencia del examinador.
Antes de seleccionar los instrumentos de evaluación a emplear, se debe establecer una serie de criterios fundamentales que han de tenerse en cuenta, distinguiéndose en dos grupos: criterios mayores y criterios menores. Los primeros abarcan la ética, fiabilidad, validez y sensibilidad de la práctica clínica, mientras que en los segundos resaltan la viabilidad de administración, la validación de las pruebas y su aplicación.
Una vez realizada la evaluación, se siguen tres fases generalizadas para llevar a cabo una intervención de manera adecuada:
- Evaluación neuropsicológica.
- Definición de objetivos y plan de tratamiento.
- Rehabilitación neuropsicológica y seguimiento.
- Y, por último, valoración de los resultados.