UNIR Revista
La fobia escolar representa un trastorno en el que el menor presenta ansiedad ante la sola idea de acudir al colegio. Es importante una intervención precoz para evitar daños psicológicos futuros.
La fobia escolar es la incapacidad de un menor de acudir al colegio a consecuencia de un miedo irracional a alguna cuestión relacionada con la situación escolar, como puede ser un profesor o una determinada asignatura. En muchos casos no es capaz de concretar el motivo. En estos casos, el simple hecho de pensar que debe acudir al colegio le produce una angustia anticipatoria, muy marcada justo la tarde anterior, con un aumento de los síntomas al anochecer, o bien, justo antes de ir a la escuela.
Entre los síntomas asociados a la fobia escolar están la angustia, los vómitos, las náuseas, la diarrea, los dolores de cabeza o los pinchazos en el abdomen. Esto hace que el menor trate por todos los medios de evitar acudir al colegio. Esta patología afecta por igual a niños y niñas y se da con mayor frecuencia en la adolescencia temprana, aunque puede ocurrir en cualquier periodo de escolarización.
De acuerdo con el protocolo de fobia escolar de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil, elaborado en colaboración con la Asociación Española de Pediatría, en ocasiones se ha considerado que el síndrome de fobia escolar es la excusa para aquellos niños que no cumplen con su obligación legal de ir al colegio, y que al mismo tiempo tienen un trastorno emocional o afectivo.
Criterios diagnósticos de la fobia escolar
Los menores con este síntoma constituyen un grupo muy heterogéneo. Es por ello, por lo que se han establecido los siguientes criterios diagnósticos (King, 1995):
- Ausencia de características disociales como robos, mentiras o destructividad; esto lo diferenciaría del absentismo escolar voluntario, que con frecuencia se relaciona con conductas disociales.
- Grave trastorno emocional, que incluye excesivo temor, explosiones de mal humor, o quejas de estar enfermo en relación con la perspectiva de acudir al colegio.
- Dificultad grave para ir a la escuela, que en ocasiones produce periodos prolongados de absentismo escolar, y donde los padres parecen razonablemente preocupados por asegurar la asistencia escolar (a diferencia de situaciones de negligencia).
- El niño permanece en casa con conocimiento de los familiares cuando debería estar en el colegio; un aspecto que lo distinguiría de conductas como “hacer novillos”, en las que los padres no son conocedores de la situación.
Importantes repercusiones en el desarrollo del menor
La fobia escolar representa un cuadro clínico con importantes repercusiones en el funcionamiento vital de los niños, ya que afecta enormemente a su desarrollo personal y al periodo de escolarización. Es por ello por lo que el citado protocolo destaca la importancia de un abordaje en las fases precoces del trastorno, ya que si el síndrome avanza y el absentismo escolar se prolonga se hace cada vez más difícil el tratamiento.
Así, el protocolo marca las pistas para detectar en primer lugar los signos y síntomas de la fobia escolar, siendo estos al principio graduales, más en adolescentes, y con protestas poco intensas sobre la asistencia al colegio, y con alguna falta esporádica por otros motivos conocidos por los padres, que terminan en una negativa total de ir al colegio.
En cambio, habitualmente los síntomas son más bruscos entre los más pequeños. Los síntomas al principio señalados (vómitos, náuseas, ansiedad…etc) suelen desaparecer una vez el menor se encuentra en el colegio, pero vuelven a aparecer en las horas previas de acudir de nuevo a la escuela.
El tratamiento de la fobia escolar
El tratamiento de la fobia escolar consta de varias fases:
- El primer objetivo es el asesoramiento a las familias para que estos no permitan el absentismo del menor, y donde se logre la vuelta a clase lo antes posible, puesto que si acude de forma regular suelen desaparecer los síntomas.
- Después se trabaja en la colaboración del paciente, no siempre fácil pero sí muy importante, que se suele conseguir tras sesiones individuales de asesoramiento con el niño, ofreciéndole la posibilidad de decidir cómo hacer el retorno a la escuela.
- Las técnicas de modificación de conducta son otra parte esencial del “plan”, donde la relajación, el abordaje cognitivo de pensamientos irracionales, la utilización de técnicas de resolución de problemas o la exposición a los estímulos que le producen fobia, son algunos de los métodos que se emplean.
- En última instancia, el protocolo cita el tratamiento farmacológico, especialmente en las primeras fases de retorno a la escuela y siempre y cuando no hayan sido útiles las medidas anteriores; si bien recalca la institución que “no está demostrada la eficacia de los antidepresivos en la fobia escolar”.
Diferencias entre la fobia escolar y la angustia por separación
Uno de los aspectos a tener en cuenta es que no es lo mismo la angustia por separación de los padres que pueden presentar algunos menores a la hora de ir al colegio que la fobia escolar. En ocasiones se han considerado a ambas como el mismo trastorno y se cree que ambos fenómenos pueden darse de forma combinada en el menor, pero también pueden surgir de forma aislada.
Eso sí, la ansiedad de separación no está presente en todos los niños que tienen fobia escolar, al tiempo que hay menores que sí la presentan y aún así son capaces de acudir a la escuela.
Por otro lado, la fobia escolar es más frecuente a partir de la adolescencia —esto es, desde los 12 años—, mientras que la ansiedad por separación se da en edades más tempranas.
Para saber detectar, diagnosticar y tratar la fobia escolar, la formación de psicólogos y psiquiatras es imprescindible. El Máster en Psicología Infanto-Juvenil online de UNIR representa una importante herramienta a la hora de adquirir diferentes conocimientos a nivel teórico, técnico y procedimental que facilitan el desempeño profesional en el ámbito de la intervención psicológica en niños y adolescentes.
La fobia escolar es un trastorno de ansiedad frecuente en los menores, que de ninguna de las maneras quieren acudir a la escuela y que, de no tratarse a tiempo, puede repercutir en el largo plazo en su salud mental.