Román Rodríguez Curbelo
La gestión en enfermería es una salida profesional muy importante para defender la labor dentro de los ámbitos sanitarios, subraya el director del Máster en Dirección y Gestión de Unidades de Enfermería.
Organizar a las personas y los recursos para mejorar el rendimiento colectivo de cada una de las personas que lo componen requiere de formación, experiencia y, sobre todo, de una serie de habilidades personales imprescindibles. De liderazgo, en suma.
Esta forma de gestión refleja, además, un futuro asistencial que necesariamente pasa por centrarse en procesos antes que en disciplinas concretas, según Francisco José Duque.
El docente reconoce que a lo largo de sus años como académico en la universidad ha comprobado que los estudiantes no tienen muy en cuenta la gestión como parte de sus posibles funciones laborales al ejercer la enfermería.
“Y la realidad es que es un reto importante, un reconocimiento a una buena labor como enfermero asistencial. En mi caso, fue una satisfacción saber que contaban conmigo para guiar, motivar y dirigir a otros compañeros”, recuerda.
Formación, experiencia y personalidad
Resulta imprescindible para el puesto formación específica en torno a tareas gestoras y habilidades directivas: “Debe ser el único puesto relevante en cualquier organización al que se estaba accediendo sin haber tenido una formación básica previa. Esto, por suerte, está cambiando, aunque sea lentamente”, afirma Duque.
La responsabilidad de la gestión en enfermería requiere también de experiencia, aunque el experto matiza que ésta solo se adquiere accediendo precisamente al puesto. Ser un enfermero asistencial poco tiene que ver con ser gestor: no siempre el mejor profesional en un ámbito lo es en el otro.
De hecho, una de las premisas fundamentales al respecto, según Duque, es que el nuevo gestor comprenda que no debe seguir haciendo lo mismo que antes porque, entre otras razones, descuidará la perspectiva más global y de futuro que le permitiría mejorar las condiciones de trabajo de sus compañeros y la satisfacción de los pacientes.
“Si cree que ayuda más a su equipo colaborando en el trabajo asistencial como hacía antes, está muy equivocado”, sentencia Duque.
Pero, además de formación y experiencia, ¿qué habilidades personales son importantes para desempeñar una buena gestión en este ámbito? Tras 25 años como docente y profesional en la materia, ni siquiera Duque puede asegurar cuál es la más importante.
La idea es que esa persona responsable sepa bien qué quiere hacer en su unidad de enfermería y cómo llevarlo a cabo uniendo el propósito profesional y personal de todos los miembros del equipo, contando con ellos y facilitando su trabajo.
Al final, se trata de que esta figura profesional utilice su respeto e influencia para mejorar el rendimiento de todos.
Pero no solo eso. Porque otra de las labores de un supervisor es la de asegurar que la voz de todos los profesionales de la unidad se oiga allá donde se toman las decisiones, afirma Duque: “Cuanto más alto se está en el organigrama, más cerca se encuentra de esa capacidad de decisión”.
Gracias a estos gestores de enfermería, cualquier sugerencia de los trabajadores podrá así escucharse y razonarse, al menos, ante otros profesionales, equipos, pacientes y familiares.
Una posible mejora laboral
Aunque el aumento salarial no es considerable, Duque sí reconoce que, como gestor de unidades de enfermería, se puede ganar más dinero sin trabajar durante los fines de semana, festivos o turnos de noche, lo que redunda en una mejora de la conciliación familiar.
“Para un profesional formado y consciente del puesto que va a ocupar, el turno es mucho más estable y permite una mejor planificación de tu propia vida”, reconoce.
Pese a todo, Duque insiste en la formación: “La falta de formación para un puesto completamente distinto y con mucha responsabilidad puede provocar un efecto contrario en esa conciliación lograda con el cambio de ocupación”, avisa.
Organizaciones distintas
Las unidades de enfermería pueden tener organizaciones muy diferentes. Incluso en el mismo ámbito (primaria o especializada) pueden darse distintas formas de organizar las unidades de enfermería.
En los centros de salud, por ejemplo, no existen como tales, sino que disponen de sus enfermeros en función de la cartera de servicios que ofrezcan.
Los hospitales son más complejos. En ellos, lo habitual es que la organización se diseñe en función de las especialidades médicas, juntando las consultas con unidades transversales, como laboratorios, rayos o prevención. Duque cree que la gestión por procesos se abre camino en la sanidad del país.
“En mi hospital (el Clínico San Carlos) se iniciará en breve una configuración nueva de los mandos intermedios orientada a llevar unidades dentro de un mismo proceso. Así, el modelo actual recogería Hospitalización Médica, Hospitalización Quirúrgica, Servicios Centrales, Urgencias, Cuidados Intensivos y Quirófanos, por mencionar lo más conocido”, detalla.
Una organización orientada de esta manera pondría a una supervisora, por ejemplo, a cargo de la urgencia obstétrica, la unidad de alto riesgo, el paritorio y la planta de obstetricia.
Expertos en activo como Duque enseñan a los estudiantes del Máster en Gestión de Enfermería a elaborar modelos de gestión adaptados a los últimos cambios en los sistemas de salud, a dirigir y coordinar actividades de enfermería y a conocer diferentes modelos sanitarios a nivel nacional e internacional.
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