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El hemograma es un conjunto de pruebas de laboratorio médico realizadas a la sangre de adultos y menores para obtener información sobre el número, composición y proporciones de los elementos figurados en ella.
Un hemograma puede detectar, monitorizar o diagnosticar enfermedades como la anemia, leucemia, cánceres, trastornos hemorrágicos e infecciones, así como nos permite valorar el estado de salud general de un adulto o niño. En el caso de los hemogramas en niños, su realización tiene particularidades dadas las complicaciones que conlleva una extracción de sangre en un menor, a quienes generalmente asusta este procedimiento.
Un hemograma completo sirve de guía al médico para conocer la cantidad total de las diferentes células sanguíneas. En él se evalúan, entre otros parámetros, las tres principales series hemáticas:
- Los glóbulos blancos, los cuales ayudan a combatir las infecciones (serie blanca): recuento total de leucocitos, fórmula leucocitaria, desviación a la izquierda de la fórmula leucocitaria…
- Los glóbulos rojos, encargados de distribuir oxígeno a las distintas partes del cuerpo (serie roja): número de hematíes, concentración de hemoglobina, porcentaje de hematocritos, volumen corpuscular medio, hemoglobina corpuscular media, concentración de hemoglobina corpuscular media, amplitud de la distribución eritrocitaria, etc.
- Las plaquetas, fundamentales para la coagulación de la sangre y así detener los sangrados; su recuento es similar a los adultos salvo en el periodo neonatal: volumen plaquetar medio, paquetocrito, amplitud de distribución plaquetaria, índice de masa plaquetaria.
¿Cuándo se solicita el hemograma?
Los pediatras o médicos especialistas suelen solicitar un hemograma si existe la sospecha de una enfermedad hematológica o infecciosa, ante la presentación de una determinada historia clínica que lo justifique, o bien para controlar la respuesta a un determinado tratamiento que se esté realizando sobre el menor.
También puede realizarse a modo de prueba de cribado, como parte de una revisión médica ordinaria, o bien en el caso de que el menor no se encuentre bien o presente infecciones de repetición. Se deben utilizar de forma racional y selectiva, siempre pensando en el beneficio del niño.
Valores normales en los hemogramas de niños
En un hemograma los valores normales en niños difieren de los que son propios de los adultos, al mismo tiempo que estos variarán en función del sexo y de la edad. En el caso de que existan discrepancias con los parámetros analíticos, será necesario repetir el análisis de sangre, o bien derivar al paciente a un hematólogo pediátrico.
En numerosas ocasiones, las alteraciones observadas en el hemograma se deben a patologías habituales de carácter leve. No obstante, es primordial saber identificar aquellos pacientes con signos de alarma y que necesitan ser derivados al oncólogo o a un hematólogo pediátrico.
El Máster en Hematología y Oncología Pediátrica de UNIR es el único título oficial en oncología y hematología pediátrica del mundo dedicado a esta especialidad y ofrece la información que todo médico pediatra u oncólogo puede precisar en este sentido.
Alteraciones en los hemogramas de niños
El trastorno hematológico más frecuente en la edad pediátrica es la anemia. Las enfermedades que pueden producirla son múltiples (de origen infeccioso o concomitantes). Salvo en el caso de anemias infecciosas, inflamatorias y nutricionales, es imprescindible la valoración de un hematólogo pediátrico, especialmente si son de causa incierta o significativas.
También se manifiestan, por ejemplo, en edades tempranas las talasemias o la enfermedad de células falciformes, así como algunos trastornos congénitos como las membranopatías y los déficits enzimáticos, o bien la anemia sideroblástica, aunque esta última es extremadamente rara y debida a trastornos hereditarios o adquiridos.
Las monocitosis (recuento monocitos, serie blanca, inferior a mil micras) es un hallazgo poco frecuente y se pueden deber a la fase de recuperación de una neutropenia, signo de recuperación de infecciones, o bien ser demostración de hemopatías malignas como las leucemias mieloides, linfomas, síndrome mielodisplásico, histiocitosis…
También, a partir de un hemograma con valores alterados en la serie blanca se pueden demostrar trastornos hematológicos malignos como el linfoma de Hodgkin o la leucemia eosinofílica, entre otras entidades raras.
Por otro lado, y dentro de las alteraciones de la serie plaquetaria, la trombocitopenia (recuento plaquetario inferior a 150.000 micras) puede ser indicio de neoplasias, sepsis, fármacos o cirugías cardíacas, siendo multifactoriales sus causas.
En el caso de que se vean afectados dos parámetros de forma simultánea (bicitopenia), o bien las tres series (pancitopenia), es necesaria la realización de un análisis del frotis de sangre periférica y de la médula ósea, siendo su causa posiblemente central (mielofibrosis, aplasia medular, infiltración tumoral por una hemopatía maligna o un tumor sólido, mielodisplasia) o bien periférica (hiperesplenismo, microangiopatía, citopenias inmunes).
Los hemogramas representan una de las pruebas diagnósticas más utilizadas en la práctica médica, con enorme fiabilidad, rapidez y bajo coste y que pueden aportar una información muy valiosa sobre los principales parámetros hematológicos de los niños.