Nicole Tauster
Para mantener el cuerpo sano, es importante beber agua, sobre todo cuando practicamos deporte. Hablamos de las cantidades que hay que tomar, cuándo y cómo ingerirlo y los beneficios que aporta.
Todos sabemos que es importante mantenernos hidratados, ya que nuestros cuerpos son al menos 60% agua, pero hay muchos factores que influyen en cuánta agua debemos beber para mantener un organismo sano.
Otro factor que nos ayuda llevar un estilo de vida más saludable es la actividad física; hacer ejercicio o deporte no solo mejora la salud física, sino también la mental. Si practicas algún tipo de ejercicio, la hidratación es aún más importante porque es una de las actividades que causa una gran pérdida de agua a nuestro organismo.
Mantener la hidratación adecuada antes, durante y después de la actividad deportiva nos proporciona múltiples beneficios:
- Ayuda transportar los nutrientes, minerales y vitaminas.
- Controla la temperatura corporal para que no sobrecaliente con la actividad muscular.
- Activa las enzimas que proporcionan energía.
- Lubrica las articulaciones y los tejidos.
- Elimina toxinas e impurezas.
- Evita flato.
Probablemente pensamos en la importancia de reponer el agua que hemos perdido a través del sudor durante el ejercicio, pero ¿tomamos agua antes de practicar deporte? Empezar a entrenar sin una hidratación apropiada puede ser peligroso, porque significa que tu cuerpo y músculos críticos, como el corazón, tendrán que trabajar mucho más duro. Esto elevará tu temperatura corporal y no solo afectará a tu rendimiento, sino que puede llevar a una insolación.
Para evitar la deshidratación, es clave saber los síntomas iniciales, aunque no hay que esperar a tener sed para beber. Ya estamos perdiendo agua corporal antes de sentirnos sedientos. Una vez llegados a este punto, avanza más la pérdida de líquidos. Los primeros efectos pueden parecer leves, pero no deberíamos ignorarlos para que no llegar a un punto más peligroso.
Una deshidratación menor puede causar fatiga, dolor de cabeza y una sensación de debilidad. Luego las cosas pueden cambiar rápidamente: si el cuerpo está sufriendo una deshidratación moderada la piel estará seca y casi no producirá orina por la falta de líquidos. Al llegar a un nivel grave, el cuerpo tendrá dificultades en mantener sus funciones normales: hablar, pensar, mantener el equilibrio y el ritmo cardiaco…
Para evitar la deshidratación, la cantidad de agua que tomamos es clave para mantener un nivel sano dentro del organismo, sobre todo en los días que hacemos ejercicio. En la vida cotidiana, debemos beber aproximadamente 2 litros de agua diarios (o más dependiendo de si hace mucho calor). Pero por supuesto, esa cantidad recomendada aumenta al hacer actividad física.
La hidratación en el deporte realmente debe empezar 1 o 2 horas antes del ejercicio, tomando unos 500 ml. Luego, beber unos 100-200 cl cada 15 o 20 minutos mientras hacemos ejercicio, y por último, unos 1,5 litros por cada kilo perdido después de haber acabado. Hay que tener cuidado al beber durante el ejercicio; lo más recomendable es tomar sorbos pequeños y regulares, pero no durante momentos de hiperventilación, porque justo en esos momentos el oxígeno es lo más importante para nuestro cuerpo.
Aparte del deporte, la cantidad de agua que debemos ingerir también depende de otros factores, como la edad y sexo del individuo, el clima y también la ropa que alguien lleva puesta. Todas estas condiciones hacen que la cantidad de agua que necesita el cuerpo puede variar hasta seis veces más que lo normal. Sin embargo, de hacerse con moderación, porque beber demasiado líquido puede causar molestias también.
Aunque beber agua directamente es la forma más común para mantener una hidratación sana, hay que recordar que ciertos alimentos frescos también contienen una cantidad de agua considerable. De hecho, el 20% de nuestra ingesta diaria de agua debería venir de alimentos. Frutas como la sandía, el melón o las naranjas contienen muchísima agua, junto con verduras como la lechuga, el pepino o el apio. Pero también hay que mantenernos hidratados en las estaciones más frías, cuando hay menos productos frescos disponibles. En esos momentos, caldos y sopas son fuentes muy buenas de agua.
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