UNIR Revista
Determina la respuesta inmunitaria de cada persona, jugando un papel importante en los trasplantes de órganos y la susceptibilidad a ciertas enfermedades.
Denominadas generalmente moléculas HLA en seres humanos o complejo de antígenos leucocíticos humanos (HLA, por sus siglas en inglés), las moléculas de histocompatibilidad son aquellas que determinan si un paciente acepta o rechaza órganos y tejidos trasplantados; tratamientos muy empleados en los cánceres hematológicos.
Según el Instituto nacional del cáncer de USA, los HLA representan un tipo de moléculas que se encuentran en la superficie de la mayor parte de las células del cuerpo: “Tienen una función importante en la respuesta inmunitaria del cuerpo a las sustancias extrañas”.
Componen un tipo de tejido individual que varía de una persona a otra, es decir, cada persona expresa sus propias proteínas de HLA, y estas son las que le indican al sistema inmunológico si esa célula es parte de él o bien es un agente invasor. De ahí la importancia de identificar a tiempo si estas moléculas son compatibles o no con un trasplante, por ejemplo, porque si no el cuerpo, el sistema inmunológico, lo rechazará.
Para ello, se realizan pruebas de HLA antes de un trasplante de células madre o de un órgano de un donante, según prosigue el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, con el objetivo de determinar si los tejidos son compatibles entre el donante y la persona que recibe el trasplante.
Tipos de moléculas HLA
En concreto, las HLA están codificadas por un grupo de más de 220 genes con diferentes funciones, que se encuentran en el cromosoma 6 (6p21.3), denominadas también como Complejo Mayor de Histocompatibilidad o MHC. Su característica principal es su alto grado de poliformismo, un aspecto que a juicio de los expertos podría contribuir a la hora de que la respuesta inmune entre individuos sea diferente, jugando un papel importante en los trasplantes de órganos y la susceptibilidad a ciertas enfermedades.
Entre estos, los HLA de clase I y II son los más conocidos, dado que sus productos son vitales para la especificidad inmunitaria y la histocompatibilidad de los trasplantes; al tiempo que desempeñan una función muy importante en la predisposición a padecer enfermedades autoinmunitarias.
Aparte de estas moléculas clásicas, también se conocen otras moléculas de histocompatibilidad de clase I no clásicas, caracterizadas por ser muy poco polimorfas (HLA-G, HLA-E, y CD1).
Las pruebas de histocompatibilidad
En este sentido, las pruebas de laboratorio de histocompatibilidad son fundamentales a la hora de evaluar y disminuir el riesgo de un rechazo o la pérdida temprana del injerto, ya que, por ejemplo, en los programas de trasplante de órganos sólidos, tejidos o células madre, se evalúa la tipificación HLA para determinar el grado de compatibilidad que exhibe la pareja receptor/donador para el trasplante.
En estos tratamientos, como se ha mencionado, conocer la similitud o diferencia entre los alelos HLA del donante y del receptor es muy importante antes de que el sistema inmunológico rechace el trasplante.
Por tanto, los sistemas de histocompatibilidad desarrollan un rol fundamental en el desarrollo y función del sistema inmunitario, dado que tienen la capacidad de presentar los antígenos a los linfocitos T, encargados de la defensa del organismo.
De hecho, en el trasplante de órganos, la inmunidad adaptativa se considera la principal respuesta ejercida sobre el tejido trasplantado, ya que el principal objetivo de la respuesta inmune son las moléculas MHC, expresadas en la superficie de las células del donante.
Las enfermedades oncohematológicas
Las enfermedades oncohematológicas son enfermedades de las células sanguíneas. Para su tratamiento generalmente se emplea una quimioterapia muy potente cuya misión es acabar con todas las células cancerígenas que viajan por el cuerpo. Posteriormente, se realiza un trasplante de médula ósea, bien de tu propia médula ósea o de un donante, con una alta histocompatibilidad.
Las hemopatías malignas, en su conjunto, ocupan el tercer puesto en la clasificación general del cáncer, por detrás de los procesos malignos de pulmón y mama. Según últimos datos de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), más de 30.000 españoles padecen algún cáncer de la sangre.
Aunque esta sociedad científica mantiene que hay identificados más de una decena de cánceres de la sangre, los linfomas, las leucemias y los mielomas son los más frecuentes, “con una incidencia anual estimada de 10.000, 6.000 y 3.000 casos respectivamente”, según datos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN).
En cuanto a la prevalencia, la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia estima que “en España podría haber 23.000 pacientes con algún tipo de linfoma, 16.000 con alguna leucemia y cerca de 6.000 con mieloma múltiple”.
A su juicio, la buena noticia es que los hematólogos están consiguiendo incrementar las tasas de supervivencia de muchas de estas hemopatías malignas y, para ello, la formación del profesional sanitario con postgrados como el Máster en Hematología y Oncología Pediátrica de UNIR es fundamental